Una visión sin geopolítica interna
Ricardo Runza
Ingeniero
Aeronáutico y Magíster en Defensa Nacional.
Muchos expertos entienden
que la geopolítica estudia la influencia de los factores geográficos en la vida
y evolución de los Estados a fin de extraer conclusiones de orden político.
También coinciden en que ello requiere un análisis de la relación entre los
Estados, observando el territorio, el ejercicio del poder sobre él y los grupos
de presión e intereses que se disputan el poder en todas sus variantes. El
mismo análisis que se realiza con Estados nacionales en un contexto regional o
global también puede hacerse con Estados subnacionales en un Estado nacional.
Cuando el presidente
Javier Milei hizo la presentación del Presupuesto 2025 en la Cámara de
Diputados de la Nación mencionó que los Estados subnacionales debían hacer un
ajuste de U$S 60 mil millones para que la Argentina pueda encaminarse sobre una
senda exitosa, con un gasto público consolidado en el orden del 25% del PBI.
Esto trajo aparejado
muchas reacciones de rechazo en gobernadores e Intendentes. Es lógico, el planteo
expuesto por el Presidente fue minimalista, como si este ambicioso número a
alcanzar podría realizarse simplemente cerrando las canillas del gasto, no
eliminando canillas. Nadie quiere cerrar su canilla y mucho menos, que la suya
sea eliminada. Todos quieren gastar. No hubo un solo dirigente con una mirada
de estadista sobre el asunto planteado. Ni siquiera el propio Presidente. Fue
todo muy rústico, intelectualmente.
Cuando José de San Martín
fue gobernador de la provincia de Cuyo en 1814 lo hizo sobre un territorio que
hoy son tres provincias. O sea, tres gobernadores, tres Poderes Ejecutivos,
tres Poderes Legislativos y tres Poderes Judiciales. Para el fin que persigue
el Presidente Milei, tres canillas que deberían transformarse en solo una.
Además, Mendoza tiene 18 departamentos provinciales que son municipios. San
Juan tiene diecinueve en igual sentido y San Luis tiene diez departamentos,
pero 68 municipios. Lo que debería ser cuarenta y siete municipios entre las tres provincias hoy son
ciento cinco.
Éste es el gran desafío a
plantear. Los gobernadores Alfredo Cornejo, Marcelo Orrego y Claudio Poggi
deberían promover esto. Una nueva provincia con más territorio y menos
municipios. No una región como mal dispone la Constitución Nacional reformada
en 1994. Hay que disminuir el número de canillas. No crear nuevas. Tampoco
cerrar el flujo de gasto en cada canilla, porque hoy puede cerrarse un poco,
mañana abrirse toda. Esto implica construir un nuevo consenso en cada sociedad
provincial y en su dirigencia política en torno a esta idea. Esto significa
promover una nueva Constitución provincial que aglutine las tres provincias en
una, entre otras cuestiones. Si el Presidente Milei no hubiera esgrimido una
visión rústica, ésta es la magnitud real del cambio a plantearle a toda la
Nación de cara al siglo XXI.
La Argentina posee una
cultura política susceptible a la fractura. Ocurrió en su organización
territorial desde el siglo XIX al presente. Juan Bautista Alberdi lo expone en
su libro El Crimen de la Guerra. El caso de Cuyo es un ejemplo. En el siglo XX,
cuando Juan Domingo Perón terminó con los Territorios Nacionales del Chaco
argentino originó dos provincias: Chaco y Formosa. Esto debería ser una sola
provincia. Cuando Raúl Ricardo Alfonsín puso fin al Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, en vez de anexarlo a la provincia de Santa Cruz, prefirió
crear una nueva provincia. Santa Cruz debería absorber a Tierra del Fuego.
Esto que suena imposible
es el tamaño de los cambios estructurales que debe hacer el país. No una
cuestión contable o presupuestaria. No es solo un ajuste. Lo estructural no es
el cambio de una Ley, entre otras cuestiones menores. Es muchísimo más que eso.
Sobre todo, es político. No económico. El país nunca va a ser la potencia que
dice el Presidente Milei si esto no se plantea en la magnitud y en el orden que
corresponde.
A nivel municipal el
problema se concentra fundamentalmente en tres provincias. La más grave es
Córdoba. Esta provincia tiene 26 departamentos provinciales que deberían ser
municipios, sin embargo, tiene cuatrocientos veintisiete municipios y comunas.
Cuatrocientas veintisiete canillas en vez de 26. Santa Fe tiene diecinueve
departamentos, pero tiene 352 municipios y comunas. 352 canillas en vez de
diecinueve. Finalmente, Buenos Aires que no tiene departamentos provinciales,
pero tiene ciento treinta y cinco partidos que representan ciento treinta y
cinco municipios, los cuales deberían transformarse –por lo menos–, en cuarenta
departamentos provinciales traspasando como mínimo–, los partidos del Primer
Cordón del Conurbano a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para ampliar su
territorio, tal como en 1880 se hizo con los partidos de Belgrano y Flores.
Como puede apreciar el
lector, todos son desafíos geopolíticos internos tremendamente difíciles. Nada
de esto se puede hacer de manera unitaria desde un gobierno central. Todo debe
realizarse respetando el federalismo y por iniciativa de las sociedades
provinciales involucradas y sus dirigentes políticos. Y así como la política
fue capaz de generar nuevas provincias y municipios, también debería serlo para
un desafío como éste. El gobernador Maximiliano Pullaro podría dar el ejemplo;
en su cabeza ronda la idea de una reforma constitucional para su provincia.
El Presidente quiere menos
gasto público, para promover el desarrollo con una visión sin una geopolítica
interna del país. Sin encarar el nudo gordiano del problema. Este tipo de
cambios aquí señalado es lo que debía haber planteado en el Pacto de Mayo.
Prefirió otra cosa. Perdió ya dos oportunidades. ¿Tendrá una tercera?
Publicado en diario
Perfil.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!