Hace cincuenta años, el 9 de octubre de 1974, Friedrich Hayek fue anunciado como ganador del Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel. El comité del premio reconoció el "trabajo pionero de Hayek en la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas y... el penetrante análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales". El premio consolidaría a Hayek como uno de los teóricos económicos y políticos más importantes del siglo XX.
Una economía de mercado será más eficiente que una de planificación centralizada, concluye Hayek. ¿Por qué? Por el conocimiento. Hayek argumenta que la información necesaria para asignar los recursos de forma eficiente en un mundo en constante cambio está dispersa entre millones de personas. A menudo es local, personal y difícil de explicar completamente. Sí, algunos conocimientos son ciertamente técnicos o "científicos", pueden escribirse como instrucciones. Pero gran parte de lo que hacemos y de cómo actuamos refleja una experiencia muy personal y un conocimiento local.
Un agente inmobiliario conocerá las peculiaridades de su mercado inmobiliario local, el gerente de una tienda individual tiene los conocimientos más detallados sobre cómo motivar a los miembros difíciles de su plantilla, y un consumidor concreto sabe que prefiere una galleta a otra, aunque no pueda explicar por qué. Esta información práctica, sobre el terreno, simplemente no puede ser cotejada por el gobierno. Por tanto, una autoridad central sólo tendrá acceso a una pequeña parte de los conocimientos que intervienen en la toma de decisiones económicas. Este "problema de conocimiento" significa que la planificación central tiende a la ineficacia y, por tanto, a la pobreza relativa.
Afortunadamente, una economía de mercado es capaz de aprovechar ese conocimiento sin necesidad de que una autoridad central intente recopilar información inabarcable. Ello se debe a que cada vez que alguien toma una decisión basada en sus preferencias –ya sea comprar huevos o contratar personal–, ésta repercute en los precios de mercado. Los precios, según Hayek, actúan así como señales que reflejan todo el conocimiento, incluido el conocimiento disperso y tácito que poseen los individuos.
Además, cuando las circunstancias cambian, los nuevos conocimientos locales pueden comunicarse y transmitirse rápidamente a través de los precios de mercado sin que el resto de nosotros necesitemos conocer todos los detalles subyacentes. Los precios de los huevos pueden subir debido a una gripe aviar localizada, pero los consumidores más distantes y otros productores no necesitan seguir la epidemiología de la enfermedad para decidir cómo reaccionar. Los consumidores se adaptan al aumento del precio de los huevos por este choque de oferta en las tiendas comprando menos, mientras que otros productores tienen más incentivos para aumentar su propia oferta. Este proceso ayuda a equilibrar la oferta y la demanda. Así pues, los precios dinámicos de mercado permiten coordinar millones de decisiones individuales con relativa eficacia, aliviando el "problema del conocimiento" sin dirección central.
Hayek reconoció que los precios de mercado son cruciales tanto para nuestra resistencia económica como para nuestra prosperidad. Escribió:
El conjunto actúa como un mercado, no porque cualquiera de sus miembros controle todo el campo, sino porque sus limitados campos de visión individuales se solapan lo suficiente como para que, a través de muchos intermediarios, la información relevante se comunique a todos. El mero hecho de que haya un precio para cualquier mercancía –o más bien de que los precios locales estén conectados de una manera determinada por el coste del transporte, etc.– hace que se llegue a la solución a la que (sólo es conceptualmente posible) podría haber llegado una sola mente que poseyera toda la información que, de hecho, está dispersa entre todas las personas implicadas en el proceso.
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La maravilla es que en un caso como el de la escasez de una materia prima, sin que se emita una orden, sin que más que tal vez un puñado de personas conozcan la causa, decenas de miles de personas cuya identidad no se podría averiguar ni con meses de investigación, se ven obligadas a utilizar el material o sus productos con más moderación; es decir, se mueven en la dirección correcta.
Hoy en día, pocos gobiernos intentan llevar a cabo una planificación central directa. Sin embargo, aunque el ensayo de Hayek no era un documento político directo, sus ideas sobre el "problema del conocimiento" ofrecen al menos tres valiosas lecciones para los gobiernos modernos:
- Apoyar los sistemas descentralizados: Los gobiernos deben dar prioridad a las políticas que permitan a los individuos y a las empresas actuar sobre la base de sus conocimientos locales. Esto garantiza una mayor adaptabilidad y experimentación, lo que conduce a resultados eficientes sin interferencias de arriba abajo.
- Las políticas industriales requieren otras lógicas: Dado el "problema del conocimiento" y cómo la planificación central perjudica la eficiencia, la planificación industrial o espacial o el favoritismo deben estar justificados por otros objetivos, como la seguridad nacional o un esfuerzo directo por redistribuir la actividad.
- Evitar los controles de precios: Los precios de mercado sirven como señales vitales para coordinar la actividad económica. Al manipular los precios –mediante controles o regulaciones– los gobiernos distorsionan estas señales, socavando la comunicación efectiva del conocimiento disperso.
En resumen, las ideas de Hayek nos mostraron que la libertad económica bajo la ley y un sistema de precios de mercado son requisitos esenciales para la prosperidad.
Friedrich Hayek fue miembro distinguido de Cato. Puede leer más sobre él aquí. En el Cato Daily Podcast del 7 de octubre, presentado por Caleb Brown, los economistas Peter Boettke y Bruce Caldwell detallan algunas de las contribuciones perdurables de F.A. Hayek. Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 9 de octubre de 2024.