Por qué la recesión no se revierte
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





El hecho de que los recursos tributarios crezcan, después de bajar la carga fiscal, es prueba del crecimiento de la economía. Pero si crecen como consecuencia de mayor presión tributaria (aún si se logra el superávit) anticipan más recesión, porque le quita al sector productivo (el privado) más recursos.

El gobierno del presidente Javier Milei sigue la tradicional política corporativista argentina. Lo primero que debió hacer, para no ser rehén del corporativismo sindical, es la liberación total del sistema sindical de manera que se atomice, cosa que no hizo. Luego, toda su política económica se basa en agradar al establishment, el corporativismo empresario y financiero, y su palanca, el estatal FMI. Por cierto, este organismo de crédito multilateral existe, precisamente, para financiar Estados inviables (y, por tanto, ilegítimos desde el punto de vista moral) que no consiguen fondos privados.

El RIGI es el típico instrumento corporativista, para favorecer a los grandes, cuando el PBI está compuesto en alrededor de 80% por pymes, es decir, lo que incide realmente en el crecimiento económico es bajar impuestos y desregular para que el ciudadano común pueda crear e invertir. Por cierto, lo de Elon Musk es pura fanfarria, él sabe que las inversiones vienen solas (si las condiciones del mercado las “llaman”) y no se buscan ni se digitan desde el gobierno.

Demás está decir que, en un mercado libre, los “héroes” son los ciudadanos comunes (y no solo los empresarios como pregona Milei), cuanto más pobres más heroicas, porque son los que tienen que lidiar, precisamente, con el peso del Estado y aquellos amigos empresarios, que gozan de privilegios, como el oligopolio financiero garantizado por el gobierno.

Las pocas desregulaciones encaradas son superficiales y fácilmente reversibles por un posterior presidente, y no alcanzan a compensar la peor de ellas, el cepo cambiario. Nadie invertirá con semejante presión fiscal y donde se liberan todos los precios (los costos) pero no para el exportador, por caso.

Las privatizaciones y/o venta de propiedades estatales son escasas. Y, en cambio, se fortalecen las fuerzas armadas, lo que luce exagerado dada la recesión actual y el panorama libre de conflictos salvo los que él mismo presidente pueda crear, cosa no descabellada desde que en la ONU dijo que “Argentina dejará de ser neutral”.

Pero analicemos la situación futura, como dije, solo desde el punto de vista teórico porque el verdecito lo dará el mercado. El PBI cayó 1,7% interanual en el segundo trimestre del 2024, después del retroceso de 5,2% del trimestre anterior. Así, el semestre acumula un rojo del 3,4%, según el Indec. El último indicador positivo habría sido el del tercer trimestre de 2023. Los números del consumo privado, a diferencia del PBI, aceleraron su caída entre julio y agosto, y el dato más alarmante es la caída en la inversión privada, de 29,4 por ciento.
El Gobierno proyecta terminar 2024 con un rojo de 3,8% (la estatal OCDE lo actualizó a 4%) y para 2025 aguarda un repunte del 5% (la OCDE, 3,4%). Insisto, esto es voluntarismo porque el mercado es impredecible.

No sólo la herencia

En tanto que, según los datos oficiales, la pobreza llegó a 52,9% de la población y no para de subir. Ahora, ¿Quién tiene la culpa? Es cierto que la herencia fue tremendamente mala, pero eso significa que se empieza desde muy abajo, no que se siga cayendo.
Precisamente, la Escuela Austríaca de Economía, que el oficialismo dice seguir, explica que, cuando se libera un mercado (del peso del Estado en términos de presión fiscal y regulaciones), éste se expande de manera automática. Es sentido común.

Por caso, al eliminarse subsidios, el ciudadano debería verse inmediatamente beneficiado y no empobrecido. A ver, lo subsidiado se pagaban por vía impositiva y luego de pasar por una tremenda burocracia. Es decir, de su bolsillo el ciudadano común pagaba estos subsidios más la enorme burocracia que los gestionaba. Por ejemplo, si se pagaban $10 de impuestos, 7 iban al subsidiado y 3 a la burocracia. Eliminado el subsidio, la tarifa aumenta en 7 pero el ciudadano se ahorra los 10 que pagaba en impuestos. Esto no ocurrió, por el contrario, aumentaron tarifas e impuestos.
Y los impuestos aumentan. En el Presupuesto de 2025 se proyecta que la recaudación crecerá 8%. Para el Iaraf la presión tributaria aumentará 0,55 puntos porcentuales, pasando del 22,37% del PBI en 2024 a 22,92% el año próximo. Nadin Argañaraz destaca que la presión nacional sería mayor a la del 2023 y 2024. Y esto suponiendo que en 2025 el país crezca 5% -según el Presupuesto- sino el aumento relativo será mayor.
Para el Iaraf la presión tributaria aumentará 0,55 puntos porcentuales, pasando del 22,37% del PBI en 2024 a 22,92% el año próximo
Para el Iaraf la presión tributaria aumentará 0,55 puntos porcentuales, pasando del 22,37% del PBI en 2024 a 22,92% el año próximo
Roberto Cachanosky sostiene que “Milei dice que bajó el gasto en USD 90.000 millones. Tomando el Presupuesto vigente al 31 de agosto y un tipo de cambio oficial promedio de $921, el gasto público equivale a USD 102.077 M. ¿Dónde está el proyectado de un gasto público de USD 190.000 M para que haya logrado bajar el gasto en USD 90.000 millones? … no me cierra el número”.
En cualquier caso, lo que importa es que baje la recaudación en relación al PBI, ergo, el gasto total del Estado -incluidos los pagos por deudas- que no pueda solventarse con la venta de las cuasi infinitas propiedades estatales. Y esto no está ocurriendo, más allá de los dibujos contables, desde que hasta el mismo gobierno anticipa que la presión tributaria aumentará el año próximo.

Insisto, es crucial bajar los impuestos, esto es lo básico y mucho más importante que el déficit cero. Por cierto, las jubilaciones no son gasto sino una deuda legítima con los aportantes privados y es dinero en bolsillo para la reactivación.
Podría bajarse el gasto social de haber habido una reforma laboral importante de manera que aumente la ocupación. Y luego la venta de las innumerables propiedades estatales y la renegociación de toda deuda del Estado (quebrado) de modo que se pueda bajar la presión fiscal para que la economía crezca, aumente la recaudación y, entonces, pueda pagarse toda la deuda, incluso con intereses punitorios y demás.

Publicado en INFOBAE.















 

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