¡Ni un paso atrás!

Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
La
esencia del liberalismo son los derechos y garantías individuales, las
libertades políticas, económicas y civiles, dentro de un marco normativo que
las posibilite y asegure. Todos guales ante
ley y todos con la libertad de elegir cómo hacer su vida, aceptando, no solo lo bueno logrado, sino
también, con responsabilidad, los costos
que implica tener la posibilidad de
hacerlo.
Luchar
por las ideas liberales es por lo que Javier Milei ha ingresado a la política,
no se deberían sacrificar por una
supuesta mayor penetración electoral. Más,
sabiendo que estas ideas llevan al progreso del país y al mejoramiento
moral y material de sus habitantes. Si se cae en la indefinición de las
terceras posiciones y en la demagogia, si no se siguen diferenciando de las
propuestas existentes y probadas, si se las imita, aunque sea un poco, por considerarlas populares, LLA no tendría
razón de existir como fuerza política. No debería, el Gobierno, dejarse presionar por soluciones intermedias,
las que llevan a indefiniciones que si bien pueden evitar algunos conflictos
no resuelven los problemas. Tampoco contemporizar con lo mediocre, no es por lo
que se lo ha votado. Lo que se conseguiría es desdibujar el proyecto de país al
dejar de presentarlo como algo distinto, como una alternativa válida, la verdadera
solución a los problemas, como bien se explicitó en el Pacto de Mayo.
Si
bien no es útil aferrarse a esquemas dogmáticos, cerrados, los modelos absolutos
niegan la realidad, es preciso un rumbo y una concepción bien
determinada, encaminarse hacia ella como
estrella fija y que se refleje, nítidamente,
en el proceder político. Procurar, en vez de modificar la ideología, convencer:
para ello es la política, lamentablemente despreciada por algunos fanáticos de
las redes. Ellos niegan usar un buen
lenguaje, explicaciones y ejemplos accesibles para la mayoría que sirvan para conseguir el apoyo o
mantenerlo. Deberían dejar de lado
expresiones descalificadoras para quien las dice, demuestran una vana omnipotencia, la cual no
lleva a ningún lado. La moderación es una virtud que cuadra dentro del espectro
democrático, los impulsos violentos y
desmedidos, las determinaciones rápidas, sin ser analizadas a fondo, son armas de gobiernos inseguros,
improvisados, los cuales cuando ven tambalear su poder actúan con decisiones
resonantes para la distracción y creación de cortinas de humo. El Gobierno no
perderá apoyo si encuadra el comportamiento en los límites de la
Constitución y hace todo lo posible para
poner al país en marcha ascendente. Lo demás vendrá por añadidura.
Las empresas estatales deben volver a la
actividad privada, evitar sistemas híbridos con el propósito de evitar el
choque con una oposición irresponsable y con una parte de la opinión pública
envenenada por una nefasta propaganda que tiene su origen en intereses
inconfesables. En caso contrario las soluciones no serán ni buenas ni
definitivas y el país seguirá a los tumbos. La reforma laboral se espera con
entusiasmo, también la impositiva: lo que el Gobierno le quita al ciudadano en
impuestos, lo invertirá con fines políticos y en empresas tan lamentablemente
deficitarias como nuestras empresas estatales. Hoy con buena administración
tienen beneficio pero ya vimos, por experiencia, no dura. Hay que privatizar, cuanto más se postergan las soluciones los gobiernos se acercan más a las soluciones
peores: las desesperadas.
Es
imprescindible no olvidar que se están viviendo tiempos difíciles: carencia de vivienda analfabetismo, mortandad
infantil, atención médica y sanitaria deficiente, tiempos delicados, sobre todo para la clase media forjadora de
fuentes de trabajo e ingresos. Se tiene conciencia de que esta primera etapa
fue muy difícil pues se debió chocar con una mentalidad deformada por décadas
de peronismo, pero se ve que poco a poco se está encontrando comprensión y adhesión al programa de
gobierno. Se debió no solo a la situación de crisis sino, en gran medida, a unos pocos hombres que salieron a la calle y
a los medios de comunicación a decir la verdad, a mostrar cuál era el camino
para superarla. Es por ello que el Gobierno no se debe tentar por motivos electorales, seguir
sin respiro con la apertura económica, explicando con claridad , sin temer las
fuerzas ya caducas y con poca
gravitación en la opinión pública, ellas
pretenden continuar deteniendo la vida y progreso del país. Las soluciones
requieren una lucha larga, llena de sinsabores y expuesta a la maledicencia de
sectarios e incapaces que después de muchos años siguen con la misión de
convertir en esclavos del Estado patrón
a todos los argentinos. Para salir adelante se necesita que no triunfe
en ninguna elección la corriente estatizante.
Hay
una riqueza prometedora para el bienestar del país: la minera y petrolera. .
Esperamos que sea la actividad privada la que nos permita fomentar el progreso
social y defender la dignidad y la libertad humana, que se deje para siempre de
lado engrandecer y afianzar el poder de
un Estado omnipotente. Que la riqueza
sirva para elevar el nivel de vida de la gente en vez de financiar una
extensa burocracia o costosas aventuras
de corte estatista para mantener en el poder al Gobierno.
Por
otra parte, la sociedad le hace un urgente reclamo a la Suprema Corte de
Justicia: que vuelva a ser el refugio de garantías para la gente. La conciencia, el sentido de responsabilidad y
la seriedad en los procederes, deben ser
cualidades indiscutibles e innegables de quienes imparten justicia. Es parte
esencial de la recuperación nacional.
También
los partidos políticos necesitan de una renovación, parece traslucirse, en los
hechos, que están en crisis los valores morales en Argentina, por lo cual
deberían volver a actuar en la función
orientadora que les es propia: con
lealtad y sinceridad para el país y no con fines pura y exclusivamente
políticos y partidarios, cuando no personales, como se ve lo están haciendo en
el presente.
La
República, en su desarrollo material, espiritual e institucional, está en juego
con el éxito o fracaso de este gobierno. El Presidente debe tener mucho
cuidado, ser muy enérgico en buscar y
tomar medidas acordes a la solución de los problemas, en vez de la satisfacción a quienes están o
rodean la Casa Rosada. Por último, la
sociedad reconoce que el Gobierno ha hecho un buen diagnóstico de la situación
que atraviesa Argentina, acepta la medicación sugerida pero también ve
las dificultades que aún tiene para llevar a la práctica mucho de lo firmado en el Pacto de Mayo. El
efecto de las medidas que se tomen está en relación directa con la mayor o
menor rapidez con que se las aplique. Ello aumentaría la corriente optimista de
los inversores quienes actúan con previsión y perspectiva esperando las
reformas estructurales prometidas. Quienes confían en Javier Milei saben que
hay muchas medidas antipopulares por lo cual deben ser aplicadas con heroísmo, pues solo se le dará la razón y apoyo, una vez
que los beneficios se hagan sentir y lleguen a todos los argentinos. Pero, para ello lo votaron, para que haga un cambio
radical del sistema que empobreció y terminó con la ética del trabajo, creó una
burocracia enorme que paralizó el esfuerzo nacional y estatizó empresas que
produjeron a costos antieconómicos, fueron sostenidas por el Estado o sea
cargadas a la espalda de todos los argentinos. No se tuvo en cuenta que la
función del Estado no debe suplir la acción de los particulares sino donde estos no puedan o no quieran hacerlo.
Ojalá
el Presidente nos siga abriendo el
horizonte de un futuro bienestar y grandeza nacional garantizando la libre
competencia y facilitando la creadora actividad privada, sin olvidar a una justicia
independiente que proteja al ciudadano contra los excesos del poder administrador
del Estado.
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