Ecuador: La pretensión de control y el dólar
Pedro Romero Alemán
Ph.D. y M.A. en Economía, George Mason University, EE.UU. Economista, Escuela Superior Politécnica del Litoral. Fue profesor de Desarrollo Económico de América Latina y Asistente de Investigación en el Centro de Complejidad Social en George Mason University. Investigador y Coordinador de Programas en el Instituto Ecuatoriano de Economía Política. Ha recibido distinciones de: Earhart Foundation, Bradley Fellowship, National Science Foundation, Institute for Human Studies, Foundation for Economic Education, Mont Pelerin Society y Atlas Economic Research Foundation. Sus líneas de investigación son: desarrollo económico, ciencias de la complejidad, economía experimental, inestabilidad e incertidumbre institucional. Actualmente es profesor en la Universidad San Francisco de Quito. 


Los cambios recientes en la legislación monetaria del Ecuador en el fondo buscan dotar de mayor poder de control regulatorio sobre el sistema económico del país. Esto se lo quiere lograr a través de un nuevo “instrumento”, la velocidad del dinero, sí aunque usted no lo crea! Veamos si existen fundamentos para tal iniciativa.
 
De acuerdo a la teoría monetaria convencional la velocidad de circulación del dinero representa el número de veces por unidad de tiempo que cambia de manos una unidad de dinero. La versión más simple de está teoría expresa la siguiente relación: PQ = MV, donde M es la cantidad total de dinero en la sociedad, V es la velocidad de circulación, P es el nivel de precios y Y es la cantidad real de producción.
 
En sociedades con bancos centrales con poder de emisión de dinero papel la oferta de dinero es; definida en su sentido estricto como billetes y monedas en circulación; exógena comparada con una oferta monetaria endógena de un país dolarizado como Ecuador. Esto quiere decir que bajo un esquema dolarizado el control de la autoridad monetaria sobre M en nuestra ecuación anterior es menos factible. En un esquema de banca central si se fija una meta de inflación de 10% (variación de P) un forma de obtenerla es por medio del incremento del 10% de la masa monetaria (variación de M). Pero si la autoridad monetaria no puede controlar la oferta monetaria, ¿será posible afectar los precios y con ello la demanda agregada mediante la velocidad de circulación del dinero?
 
La relación de la política monetaria con la demanda agregada está determinada por la teoría keynesiana según la cual un aumento de circulante se refleja en una reducción de la tasa de interés en el mercado crediticio, lo que a su vez causaría un incremento de la inversión que afectaría positivamente al crecimiento de la economía. No porque exista más ahorro real sino por mayor cantidad de dinero. Y está seria la lógica detrás de las autoridades monetarias, ya que las innovaciones financieras aumentan la velocidad del dinero (en Ecuador se ha reducido desde el 2000, ver gráfico No. 1). La billetera móvil y el dinero electrónico; tipo Bitcoin o Zerocoin; son innovaciones financieras pero que en Ecuador no responderían a desarrollos endógenos en el mercado financiero sino más bien a una política estatal.
 
Primero, las mencionadas innovaciones financieras al reducir los costos de transacción aumentarían pero no necesariamente de forma sostenida la velocidad de circulación del dinero. Además, no existen bases teóricas convencionales o alternativas que propongan como instrumento monetario a la velocidad. Por el contrario, según modelos neoclásicos en teoría monetaria moderna basados en la curva de Phillips la velocidad es considerada un shock estocástico de demanda por su relación inversa con la demanda de dinero. Precisamente, todo estudioso de teoría monetaria conoce el largo debate que ha existido desde los 1960 acerca de la estabilidad empírica de la demanda de dinero, el cual arroja resultados que no favorecen tal estabilidad para la mayoría de países en el mediano y largo plazo. Desde otros enfoques como el de Ludwig von Mises el problema de raíz de la velocidad del dinero es que no refleja que al final del día son millones de individuos los que deciden como manejar su dinero.
 
Segundo, la sostenibilidad de la expansión de la demanda agregada á la keynesiana aquí en Ecuador depende más de los altos precios del petróleo que de lo que monetariamente se pueda hacer. Pero aún si se llegara a lograr el “manejo” de la velocidad sólo contribuiría a generar inflación, que sumada al déficit fiscal y comercial y creciente endeudamiento público nos llevaría a una crisis económica más o menos similar a la de Grecia.
 
Por último, los datos sobre la preferencia por liquidez (ver gráfico No. 2) para el período post-dolarización muestran que se redujo continuamente hasta el 2010 a partir de entonces sólo ha estado creciendo hasta mediados de este año. Lo cual implica que en los últimos tres años los ecuatorianos estamos preocupados sobre nuestros depósitos y que al retirarlos los hemos sustituido por otras inversiones menos riesgosas o incluso por aumentar nuestras tenencias de dinero.  La pretensión de control puede ser nefasta para los ecuatorianos en general. Si tan sólo aceptáramos que la lección económica más importante es decirles a los hombres cuan poco saben acerca de lo que desean diseñar.
 

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