Nisman en la Argentina congelada
Jorge Asís
Periodista de personalidad provocativa y observador
político, ha cultivado varios géneros literarios como escritor. Su novela Flores
robadas en los jardines de Quilmes, publicada en 1980, se convirtió en best
seller con 350.000 copias vendidas.
La versatilidad para el desconocimiento de la interna de Medio Oriente
logra que en la Patria prosperen las teorías más demenciales.
Argentina se quedó congelada entre muertos de hace cuarenta años. Y padece
los malentendidos de una situación interna en Medio Oriente de veinte años
atrás.
Tal vez Estados Unidos hoy no hubiera necesitado tanto demonizar a Irán
como en 1994. Ahora comparten el mismo enemigo. Es Daech, más conocido como el
Estado Islámico.
La irrupción de Daech altera las interpretaciones plácidas de las
cancillerías de occidente. Las somete a desafíos informativos e
interpretativos, mientras sus sociedades se escandalizan por la mediática
brutalidad que impone el Califa Abu Bakr Al Baghdadi. Como arrojar al vacío a
los homosexuales. O matar en público a una adúltera. O fusilar adolescentes por
mirar un partido de fútbol por televisión. O decapitar rehenes a canilla libre
(al cierre del despacho se aguarda que rueden dos cabezas de japoneses).
Al margen de la bestialidad, las cancillerías constatan que Daech, con su
sunnismo radicalizado, desplaza de la centralidad a Israel-Palestina y su
problemática. Ya el Medio Oriente no oscila alrededor del instalado conflicto.
Territorialización
de la jihad
Nisman en la Argentina congeladaDaech, incluso, se convierte en una amenaza
para quienes financiaron, en un principio, en Siria, a los combatientes contra
Bashar. Como Arabia Saudita. Y aporta un elemento nuevo que desubica, y sobre
todo debilita, a las distintas franquicias de Al Qaeda.
Es la territorialización de la jihad.
Ya no se trata de crear focos de tensiones, ni de generar pánico o caos.
Daech se consolida en un amplísimo territorio que unifica a los sunnitas
humillados de Siria e Irak. Y explota zonas petrolíferas y hasta vende sin
graves inconvenientes morales su producto. Y lo más grave, trata de convertirse
en el tercer gran actor que torne aún más complejo el panorama.
En adelante, ya no se debate la problemática entre el Irán persa y chita y
la Arabia Saudita rigorista y sunnita.
La territorialización de Daech, sumada a la condición ganada de enemigo
principal del “satán americano”, emerge como una atracción para los islamistas
radicalizados de occidente que ingresan, como por un tubo, a través de Turquía.
Hoy Irán y Estados Unidos se aproximan a través de los horrores del enemigo
común, mientras Israel aceita, cada vez con más intensidad, sus vínculos con
China. Como la Argentina. Aunque con menor tendencia hacia la improvisación.
Servilletas
war
Nisman en la Argentina congeladaEl fiscal Alberto Nisman, abocado
exclusivamente a la investigación del atentado contra la Amia, es el exponente
de la tesis de la justicia nacional que culpabiliza a Irán. Y que tuvo el
respaldo, por órdenes superiores, de la Secretaría de Inteligencia, con el
aporte ideológicamente significativo de la CIA y el Mossad, que se renovó
mientras se sucedían los presidentes.
Pero cuando se produce el disparatado viraje argentino, se desata, en simultaneidad,
la guerra de las servilletas, o la “servilletas war”. Y queda Nisman
desubicado, como la propia SI. O sea la Secretaría que, con la carátula de
Icazuriaga, Corazón de Ballena, y del Paco Larcher, El Espía que viene de
Abril, comandaba en la práctica El Ingeniero. Es el personaje mítico que otros
llaman Jaime, Jaimito o Stiusso, y a quien La Doctora, junto a los
estereotipados cancerberos del cristinismo, quieren tirarles el muerto. O sea a
Nisman.
Es precisamente Jaimito quien descubre, según nuestras fuentes, las vinculaciones
de una inteligencia y cancillería paralela, que protagonizaban seres tan
pintorescos como audaces. Desde D’Elía, El Falso Negro, hasta Esteche, El
Escrachador. Y Jaimito se da cuenta también que lo tenían penetrado a través de
El Francés, que directamente respondía a los buscapinas que se apostaban en la
Casa Rosada. Pero también integraba la banda paralela el propio canciller
Timerman, El Ruso de M. Es quien en la causa perdida del cristinismo ofrendó
hasta su identidad.Nisman en la Argentina congelada Y lo peor es que el pobre
creía, según nuestras fuentes, que el acuerdo con Irán era positivo para el
esclarecimiento del atentado.
Puede constatarse entonces que Timerman, ante todo, pudo ser un torpe. En
realidad, lo fue.
Pero la torpeza en la diplomacia suele ser imperdonable.
Acordar con eI Irán de Mahmud Ahmadinejad era lo mismo que arreglar algún
tema con la Argentina del general Bignone en septiembre de 1983.
Por su fantástica impericia, La Doctora iba a quedarse pegada con
Ahmadinejad. Es el alucinado que pretendía arrancar a Israel del universo como
si fuera un racimo de uva chinche que cuelga en la parra. Y todo para hacerle
un favor al extinto Chávez, mientras Rohuani, el sucesor cantado de
Ahmadinejad, arreglaba con Obama hasta el tema nuclear.
Pero nadie se lo advirtió a La Doctora cuando, en su amplia versatilidad
para el desconocimiento, se lo reprochó a Obama, en uno de los momentos más
reprobables de la historia diplomática argentina. Cuando La Doctora, en su
desatino invariable, hasta comprometió al Papa Francisco, que es acaso el
máximo apoyo que tiene para llegar al final, pese a sus horrores.
Hay que estar de acuerdo con Francisco. Sólo que, para ayudarla mejor,
habría que acercarle a La Doctora la línea de llegada.
Pero Estados Unidos e Irán se aliaban ante la aparición del nuevo enemigo.
Daech.
Inconvenientes de analizar una realidad dinámica con la vocación exclusiva
por la historia estática.
La
tragedia de Nisman
Lo que pudo haber sido un episodio apenas payasesco de nuestra (falta de)
política exterior derivó en una tragedia. El asesinato del fiscal Nisman, justo
el día anterior de la presentación en el Congreso. De la denuncia acaso
excesiva que involucraba a La Doctora, y a la banda de marginales que utilizó
para enlodar, aún más, a su administración.
Fue el turno del festival de dislates e improvisaciones que amenazan con
llevarse puesto su gobierno.
Queda por suerte sostenido por la limitada paciencia de una sociedad de
reflejos controlados, y por la persistencia de una oposición que parece estar
más cómoda en su estado pasivo. En su estado -digamos- caniche. Una oposición
inofensiva y envuelta que se acostumbró a funcionar sólo a través de la
explotación de las equivocaciones de La Doctora. Que es quien mantiene, en sus
peores momentos, la iniciativa.
El asesinato del fiscal Alberto Nisman conmueve y enluta a la sociedad
argentina y despoja al gobierno de La Doctora de legitimidad moral.
El Caso Nisman hoy es mucho más gravitante que su investigación.
Nadie lo veía al doctor Nisman con muchos deseos de suicidarse. Al
contrario, aparecía como bastante acelerado y saludable. Se registró
probablemente un exceso de “tapones de punta”. Los políticos y los
enternecedores periodistas encuadrados se obstinaron en demostrar que Nisman
-un “pobre muchacho”- se suicidó porque no podía bancar la parada.
En el hundimiento, entre el grotesco y el bochorno, La Doctora hizo
incinerar hasta a su máxima fortaleza. Sus diputados, numéricamente suficientes
para aprobar la demencialidad que fuera.
Infantilmente los diputados descontaron, de frente a los televisores, la
tesis de la inducción al suicidio. MNisman en la Argentina congeladaientras lo
que necesitaba saber la sociedad era por qué habían asesinado al fiscal que en
bloque descalificaban.
Debían cuidarlo a Nisman como si fuera de cristal. Que ni siquiera se les
resfriara.
Por incompetencia, deben hacerse cargo, ante la historia, del muerto.
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