¿Bronce o Hierro?
Enrique G. Avogadro
Abogado.
Estamos asistiendo, impávidos por cierto, al mayor atentado contra el futuro de la Argentina que recuerde su trágica historia. La hembra escorpión (¿habrá sido, en 2010, una mantis religiosa, como muchos creen?) que nos gobierna desde hace ocho años, ha apelado reiteradamente al juicio de la historia que, a su entender, revalorizará su ruinosa gestión; pretendía así alcanzar el bronce de los héroes. Sin embargo, y visto lo desastroso de su tan corrupto como incapaz gobierno, resulta harto más probable que su destino sea el hierro carcelario, aún cuando haya acumulado oro como para que varias generaciones de sus descendientes sean inmensamente ricos.
Cristina continuará hasta el último día envenenando con saña el futuro de los argentinos. Se está comportando como Adolf Hitler cuando dispuso quemar París; fue obviamente desobedecido por el Gral. von Choltitz, gobernador militar. Falta sólo saber si aquí los dirigentes del PJ aún están dispuestos a enterrarse con la "mariscala" de la derrota; parece que no, visto lo ocurrido en el Senado, donde la tropa habitualmente genuflexa se negó a votar 95 de los 96 proyectos aprobados por Diputados la semana anterior.
A los innumerables nombramientos -incluyendo nada menos que a dieciséis embajadores- que realizó en los escasos meses que han transcurrido desde las PASO, le ha sumado leña a la hoguera en que ha consumido las finanzas públicas. Todos suponíamos que iba a rascar el fondo de la lata hasta el grado de lastimarse las axilas y, hablando de las reservas internacionales, tuvimos razón, puesto que han sido saqueadas o regaladas al sector más pudiente de la sociedad con el único propósito de mantener artificialmente bajo el precio del dólar; pero nadie pensaba que su maldad llegaría a endeudar al país a tan corto plazo y a tasas de interés comparables a las venezolanas. No podía ser menos si pensamos que, desde el 1° de enero de 2013, Cristina y su "mejor asesor", Axel Kiciloff, han devaluado el peso en un 97% y, aún así, mantienen una brecha entre la cotización del dólar "oficial" y el blue superior al 55%; resulta hasta gracioso que, con ese mínimo ejercicio de la memoria, Lancha Scioli aún pretenda enrostrar a Mauricio Macri una intención devaluadora.
Entre lunes y martes, dos decretos de necesidad y urgencia (DNU) que aumentaron el déficit público, en gran medida producto de la corrupción y principal responsable de la inflación, hasta la estratósfera -9% del PBI-, porque a esas nuevas normas hay que agregarle todo el endeudamiento anterior del Estado con particulares y organismos de toda laya, que alcanzó, según las estimaciones, a los $ 350 mil millones. De pagar esa carísima fiesta deberá hacerse cargo el gobierno que asumirá el jueves 10.
Además, y con una perversión inexplicable en una mente sana, voluntariamente se apuró a extender los efectos de un inoportuno fallo de la Corte Suprema, que beneficiaba a tres provincias con la restitución de los fondos de coparticipación federal retenidos, a todo el resto; eso implica, lisa y llanamente, hacer volar por el aire a la AFIP y a la ANSES, imponiendo a su sucesor la necesidad de convertirse en un mago para hacer frente a esa demencial decisión, tal como curiosamente reconoció el propio Anímal Fernández. Lo notable fue que ella misma se resistió a hacerlo durante cinco años y utilizó la falta de esos fondos -sin que el Tribunal supremo hiciera nada por evitarlo- para sojuzgar la voluntad de gobernadores y legisladores del interior y atarlos al yugo del poder unitario kirchnerista.
Ese tan demorado fallo salió simultáneamente con otro, también pendiente desde hace mucho, que declaró inconstitucional la modificación de la estructura del Consejo de la Magistratura; en el tiempo que transcurrió desde que la demanda fue interpuesta, la noble viuda utilizó el adefesio montado para intentar colonizar, también a la Justicia. A la luz de lo sucedido, tal vez haya llegado el momento de imponer a la Corte un plazo máximo para la resolución de los conflictos sometidos a su decisión, precisamente para impedir que una siesta de los ministros que la integran produzca tanto daño institucional.
El conflicto generado por la resistencia de Alejandra ¡Giles! Carbó a abandonar su cargo de Procuradora General de la Nación, después de ejercerlo como fervorosa militante del Frente para la des-Vergüenza, demuestra que los legisladores que votaron su designación casi por unanimidad -incluidos varios del PRO-, fueron ingenuos consumidores de caramelos envenenados. De todas maneras, y dado que ya se encuentran en avanzado estado las investigaciones judiciales contra ella, Guita-rrita Boudou, Alejandro Vanoli (BCRA) y Martín Sannatella (AFSCA), que demuestran la comisión de innumerables delitos, me pregunto por qué los jueces federales no los hacen detener de inmediato.
La frutilla de ese indigesto postre fue la deserción de la Secretaría de Comercio del programa Precios Cuidados que así, por la gigantesca inflación generada por la monumental emisión de pesos, dio pie a la inmediata reacción de los industriales, tan corruptos como el Gobierno que los apañó, que remarcaron todos sus productos hasta en un 30% en las dos últimas semanas. Pretender imputar la responsabilidad de esos aumentos a la nueva administración es un ejercicio más de la irreductible hipocresía del Gobierno.
Hoy, en un Venezuela, se juega el destino del populismo latinoamericano (ya derrotado en Argentina y en grave riesgo en Brasil) en unas cruciales elecciones. Las encuestas arrojan un margen, en favor de la oposición, que supera los cuarenta puntos (70/30); sin embargo, Nicolás Maduro, el actual Presidente, y Diosdado Cabello, titular de la Asamblea Nacional, han anunciado que resistirán por la fuerza y, en ningún caso, están dispuestos a entregar el poder. Si algo así sucediera, gobiernos tan vergonzosamente remisos a condenar a ese narco-régimen por la violación permanente de los derechos humanos (Brasil, Bolivia, Ecuador y Uruguay), como lo fue el de la propia Cristina, se verán obligados a cambiar radicalmente de posición.
El jueves 10 deberemos colgar la bandera en todas nuestras casas y, a partir de las 10:00 de la mañana, ir todos a la Plaza de los Dos Congresos para no dejar solo a Mauricio Macri el día de su asunción pero, fundamentalmente, para decirle a los Kirchner y a sus hordas rentadas que, aquí, en la Argentina, el miedo se acabó.
Con esta columna, la 482 que escribo desde que comencé, hace ya diez años, a criticar todos los disparates de este triste período, cierro un ciclo, y sólo volveré a "reunirme" con mis muy pacientes lectores a partir de enero. Mientras tanto, y dado que por fin cambiamos, mis deseos de una muy feliz Navidad, y el mejor 2016 posible para todos.
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