La contra utopía
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Los costos debidos al crimen solo en América Latina y el Caribe,la
región más violenta del mundo, equivalen al gasto en infraestructura -el 3,55%
del PIB, US$ 170.000 millones- y a los ingresos del 30% más pobre, según un
reciente informe del BID que asegura que el encarcelamiento "no es
costo-efectivo" y podría empeorar el crimen.
La población reclusa mundiales de 22,96
millones, según el ICPS. Por otro lado, según el SIPRI,en 2015,los gastos
militares globales sumaron casi 2 billones de dólares, 2,269% del PIB.Y el personal
militar llegaba a 27.309.630.
Ahora imaginemos la “utopía” de que no existe
violencia, no habría ejércitos, ni policías, ni cárceles e invertiríamos todo en
construir, además de salvar lo destruido. Solo la Segunda Guerra Mundial (SGM) mató
a 60 millones. Imaginen estos soldados y policías y presos y muertos, trabajando
y creando riqueza.
Pero hay más. Sin policía, el mercado natural
no sería reprimido por el Estado y se desarrollaría de manera exponencial produciendo
bienes a un ritmo incalculable, y viviríamos en un oasis de paz.
A ver. Es ley natural que toda acción produce
una reacción inversa. Al agredir a un animal, en general, reacciona
violentamente. Los irracionales no pueden escapar a la cadena de violencia
porque muchos necesitan comerse a otros para alimentarse. Por ello las especies
desaparecerán, tarde o temprano, salvo que las salve el hombre que puede escapar
a este círculo vicioso al tener razón y poder encontrar alternativas, al comprender
que la violencia destruye.
Ya Aristóteles describió que violencia es toda
fuerza extrínseca que intenta desviar el desarrollo natural, destruir. A ver,
es ley que la naturaleza se desarrolla desde su fuerza intrínseca por la cual,
cada cosa, es lo que debe ser. Un niño crece y se hace el hombre que debe ser con
sus fuerzas propias, intrínsecas; si lo estiramos desde fuera, para que crezca,
lo destruiremos.
Y no hay excepciones, ni para defensa. Frente
a una crisis solemos reaccionar primitivamente, y el miedo -padre de la violencia-
nos quita la paz necesaria para razonar y advertir que las eficientes son las defensas
pacíficas. Por caso, disparamos un arma sin calcular el peligro. "Las
armas aumentan riesgos muy difíciles de controlar", según Peter Marshall,
ex jefe de la policía de Nueva Zelanda que patrulla desarmada.
Entonces, la utopía es creer que la violencia
puede ser útil para defensa y orden cuando la ciencia ha demostrado que
destruye. Por caso, la SGM terminaría con la tiranía (de Hitler) pero apuntaló
otra peor (la de Stalin) que luego cayó pacíficamente mostrando que la paz es
el “arma” eficiente.
Y es otra ley natural la interrelación de los
humanos al punto que, en alguna medida, somos responsables de todo: de cada
delito cuando, por ejemplo, apoyamos al Estado represor que crea esos
delincuentes como cuando, al prohibir ciertas drogas, criminaliza a los
involucrados y da lugar a los narcos.
Y no es utópico pensar que, sin violencia, el
mundo progresaría de modo que ni imaginamos.
Pero sí es utópico pensar que todos comprenderán
y dejarán de creer en la violencia, y que serán coherentes. Así, seguiremos violentando,
en alguna medida, y se cumplirá otra ley natural: todo evoluciona por lento
desarrollo y crecimiento, como la sabiduría y, por tanto, este mundo violento y
pobre irá mejorando al ritmo de nuestra maduración.
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