Cuando la necesidad crea derechos
Maximiliano Bauk

Es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad. Actualmente cursa una Maestría en Políticas Económicas en la SMC University. Participó del “Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales” de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



El pasado jueves mientras estaba esperando el colectivo, pude observar cerca de la parada del mismo a una familia sentada, pidiendo monedas a la gente que pasaba por la calle, eran aproximadamente 6 personas muy carenciadas que iban desde los 3 a los 30 años aproximadamente. Pero luego, cuando llegó el colectivo, se pararon inmediatamente y sin importar la gran cantidad de gente que esperaba de manera ordenada abordarlo, ellos, con  la autoridad de un policía al realizar un allanamiento, se pusieron por delante  de todos y subieron primero, y sin que mediara un gesto de disculpa, ni permiso, ni solicitándole a alguien que les pagara su boleto, pasaron por el lado del colectivero siguiendo su camino hacia la parte trasera del vehículo.  Perecían sentirse en todo su derecho de viajar sin pagar. Pero yo creo que lo peor de toda la situación no fue el hecho en sí mismo, sino que ni el colectivero ni ningún pasajero se percató de lo ocurrido o al menos no lo demostraron, lo que demuestra la cotidianidad del asunto.

La gravedad de este suceso radica en la afirmación de que “la necesidad crea derechos y la prosperidad obligaciones”. La actitud de esta familia se ve abalada por la sociedad que lo contempla como algo de todos los días sin darle la importancia necesaria, pero es aun peor la actitud del gobierno frente a esto, ya que es él quién lo fomenta.

Esto fue solo un simple hecho perceptible en un día de rutina, pero en realidad hay millones de casos en los que la necesidad crea derechos, los cuales cargan en las espaldas de los que llegaron a la prosperidad ¿Pero no es acaso esto un desincentivo a la prosperidad y un aliento a la necesidad?

Haberle otorgado el “título” de derecho a aquello que la necesidad despierta en las personas no es casual, ya que si ellos no lo creyeran así no harían tales actos ni exigirían nada al no corresponderles, pero como fue el Estado quién la abaló  durante años repletos de gobiernos populistas, esta situación es algo difícil de hacer entender en la sociedad.

La persona que llegó a la prosperidad se lo ganó, y ésta fue el premio a su esfuerzo. Así como un 10 en la escuela es la recompensa al estudio realizado, el dinero lo es al esfuerzo en la vida (o al menos, así lo sería en una sociedad libre). Si le quitáramos ese premio al esfuerzo y en su lugar lo cargáramos de obligaciones difícilmente alguien trabajará para llegar a él, y viceversa: si tener necesidades crea derechos, ¿para qué  conseguir un trabajo decente? ¿Acaso no perdería de esa forma los beneficios que antes tenía?

Pero este fomento a la necesidad no es malo solo del punto de vista económico, es aún peor desde el punto de vista moral.

Immanuel Kant decía que “Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad no biológica, sino mental”. Al referirse el filósofo prusiano a una minoría de edad, hace referencia a la “incapacidad para servirse de uno mismo sin verse guiado por algún otro”, ese otro en este caso es el mismísimo Estado, quién con el afán de convertirse en algo cada vez más grande, haciendo así del ciudadano algo cada vez más pequeño y por lo tanto más manejable,  se entromete en donde no debería, despojando a algunos de sus bienes y dinero, y a otros de algo no apreciable económicamente pero si moralmente como lo es la dignidad, el amor al trabajo, la posibilidad de encargarse de uno mismo y de sus seres amados, en definitiva, la posibilidad de “Ilustrarse”.
 

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