Bolsonaro, el triunfo de la Libertad
Eitán Benoliel



 “Hoy va a ganar Bolsonaro en Brasil porque la gente está cansada del socialismo en ese país. Cansada de la pobreza, la violencia, la inseguridad, y la ideología de género”.
Agustín Etchebarne. Día de las elecciones en Brasil.                                                                                                    
                                                               “Vuelve el respeto por la familia, la libertad, el orden, la seguridad, la propiedad, las buenas costumbres, por los laburantes de verdad”.
Agustín Laje. Día siguiente a las elecciones en Brasil.
                                                                                                    “En cada lugar de la tierra en el que un zurdo pierda siempre será una excelente noticia”.
Javier Milei. Día siguiente a las elecciones en Brasil.

Este domingo 28 de octubre de 2018, uno de los países más grandes del mundo occidental, debió elegir entre el candidato de la izquierda Fernando Haddad (PT), y el de la derecha Jair Bolsonaro (PSL). De acuerdo a los intelectuales liberales y conservadores, la elección para los brasileños era bastante fácil. Y claro, ¿qué dilema puede haber cuando se tiene que elegir entre los corruptos populistas que han llevado al país a la decadencia económica, política, y moral; y la libertad republicana democrática de la derecha?

Sin embargo, los grandes medios se ocuparon de hacernos creer lo contrario. Haddad y la izquierda son la democracia y la libertad,  y Bolsonaro es antidemocrático. Afirman que tras la victoria de Bolsonaro, se terminaron la democracia y la libertad en Brasil. Clarín, La Nación, y la gran mayoría de los medios que se ocupan a diario de difundir socialismo disfrazado de periodismo imparcial, tratan de instalar la imagen de un Bolsonaro fascista, nazi, malvado, y todos los adjetivos políticos negativos que se les ocurre.

A pesar de esto, pareciera que en el siglo XXI la población no es tan fácil de engañar como hace cien años, y prefiere pensar por sí misma, en lugar de creer ciegamente en lo que los medios dicen y votar a los que ellos desean que sean electos. La prueba de lo afirmado es que a pesar de la demonización de candidatos como Trump y Bolsonaro, que tenían a la casi totalidad de medios de comunicación, intelectuales, y figuras públicas operando en su contra, derrotaron al establishment políticamente correcto. El pueblo ya es adulto y decide por sí solo. No consulta con los periodistas y celebridades a quién debe votar. Es el fin del paternalismo. 
                   
Por eso, dejando las opiniones subjetivas de lado, y siguiendo nada más que los hechos y los datos objetivos, se cae estrepitosamente la imagen del Bolsonaro malvado y perverso que los medios y el marxismo intentaron instalar.

Si se hace un análisis serio, se encuentra con que el PT ha quebrado al Brasil en todos los aspectos posibles.

En el plano económico, el PT deja un país con 7,8% de déficit fiscal, una deuda del 75% del PBI, un desempleo del 12%, un gasto público descontrolado, un sistema previsional desfasado e insostenible, poca competitividad laboral, y una economía cerrada y estatizada.

En el plano político, el PT lega una crisis institucional muy profunda, luego del mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil (el Lava Jato, un esquema de lavado de dinero sospechoso de mover aprox. 2640M de dólares), que involucró a funcionarios de todos los niveles, y que terminó con la destitución de la presidenta Rousseff, y con buena parte de sus testaferros detenidos. La imagen de Lula comandando al PT desde la cárcel resume todo esto.

En el plano moral, que para muchos liberales no es importante pero para la gran masa conservadora sí, el comunismo cultural atacando la moral cristiana, con la anticientífica ideología de género, ha causado una gran degradación al país católico más grande del mundo. (En realidad ataca a la propia biología científica, por lo que la ideología de género debería preocupar a los liberales también).

En el plano internacional, el gobierno del PT como buen gobierno de izquierda, ha sido enemigo de occidente y aliado del mundo islámico. Al igual que la Argentina kirchnerista, permitió la instalación de una embajada palestina, dándole de esta manera, una palmadita en la espalda y un guiño al terrorismo fundamentalista islámico. Ni hablar de las relaciones amistosas con las teocracias islámicas.

Bolsonaro está a favor del libre mercado, lo cual es un crimen aberrante para los socialistas que ven el fin de su negociado estatista y la caída de sus kiosquitos de corrupción en que han transformado a los países de América Latina, que bien podrían andar en la senda de la prosperidad económica con economías más abiertas. Los socialistas sabiendo esto, se encargan de demonizar a sus rivales. Esta es quizás la principal razón por la que el establishment políticamente correcto busca destruirlo.

                   “¿Ahora entendés el motivo por el que este hombre [Bolsonaro] pone muy nerviosos a              los zurditos? Son la maquinaria de la envidia, el odio, el resentimiento, la asimetría legal, y el robo.
Javier Milei.

                                  “En EEUU y en Brasil se propone bajar impuestos para que la economía crezca, baje el desempleo, y así ganar elecciones. ¿Por qué acá bajar impuestos es un tema tabú?”
Martín Simonetta.

Bolsonaro está a favor de poner fin al abolicionismo y garantismo demagógico de línea Foucalt-Zaffaroni, que presenta al criminal como víctima de la sociedad, y no como un individuo adulto responsable de sus acciones, que puede diferenciar entre el bien y el mal. Bolsonaro quiere endurecer las penas y los castigos a los criminales, como cualquier sociedad sana y normal debería hacer, y es señalado como una locura, y llamado “impunidad policial”, “estado policial”, y un montón de delirios marxistas más, en los que incluso algunos liberales han caído y defienden ingenuamente.

Bolsonaro está a favor del derecho a la tenencia y portación de armas, lo cual es un tema largo para otra nota, pero recordemos que la sociedad argentina está enferma de un progresismo irracional que le hace creer que es incorrecto que el ciudadano tenga derecho a poseer un arma de fuego y defenderse a sí mismo y a sus posesiones. Es un país realmente irracional el nuestro. Los anti-armas sostienen que la violencia aumentaría si el ciudadano trabajador de a pie que se toma todos los días el colectivo a las 5 de la mañana en el conurbano bonaerense tuviera un arma propia, y que esto se volvería el Far West, cuando es exactamente al revés. Estimado lector, esto ya es el Far West, y los criminales consiguen armas a pesar de los controles existentes,  y matan personas todos los días. (Si no me cree, ponga el noticiero a la hora que más le guste, y verá la cantidad de asesinatos diarios que tenemos). Y en Estados Unidos las ciudades con mayores controles de armas (como DC, Chicago, etc.) son las que tienen las tasas de crimen más altas.

Bolsonaro propone fulminar el foro de San Pablo y destruir la estructura del socialismo en América Latina. De luchar contra el comunismo en todas sus variantes. Económica, política, cultural, etc.

Bolsonaro es un occidentalista que está a favor de Estados Unidos e Israel, y en contra del terrorismo islámico. Avisó que el primer país que visitará como Presidente será Israel, y que moverá la embajada brasileña a Jerusalén, reconociendo la capital de la nación judía, y que cerrará la embajada palestina en Brasil y expulsará a sus “diplomáticos”, por haber sido un acuerdo de la presidenta Rouseff con terroristas, en sus palabras textuales.

Bolsonaro está totalmente en contra del comunismo cultural que pretende arrasar cualquier vestigio de valores morales judeocristianos a través de la ideología de género, que es un conjunto de creencias político-religiosas enfrentadas con la ciencia que bajo los nombres de “diversidad sexual” y “diversidad de género” sostiene que los sexos no existen ni están determinados por la biología, sino que son construcciones sociales, y por ello los géneros son culturales, no biológicos.

Entonces,  se puede afirmar objetivamente que la victoria de Bolsonaro representa el triunfo de la civilización occidental, y la derrota del socialismo populista. Por supuesto que no lo atacan por sus propuestas económicas que son las que en verdad preocupan a la casta política, sino que lo descalifican por su postura moralmente conservadora. “Homófobico”, “fascista”, “nazi”, ya que no pueden refutar objetivamente su desengaño del socialismo. “Xénofobo”, porque no pueden refutar objetivamente que el Mercosur ha sido un estrepitoso fracaso.

Contrariamente a lo que los medios intentan instalar, la victoria de Bolsonaro es una buena noticia para la democracia brasileña, y para la libertad de toda Latinoamérica, que empieza a girar hacia la derecha. Hoy ya están: Bolsonaro en Brasil, Benítez en Paraguay, Piñera en Chile, Vizcarra en Perú, y Duque en Colombia. En oposición quedan el socialismo totalitario de Maduro; los gobiernos populistas de Moreno en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, y Tabaré Vázquez en Uruguay; y por último, la socialdemocracia progresista de Cambiemos en Argentina.

En el caso de Argentina, se pasó del populismo demagógico de izquierda socialista autoritaria a la socialdemocracia progresista centrista de la UCR, lo cual si bien significa un enorme progreso respecto del régimen anterior, deja aún mucho que desear, ya que la socialdemocracia de Cambiemos es insostenible en el largo plazo.

                                    Macri no es la izquierda acérrima, pero es centroizquierda. En las elecciones de USA se jugó por Hillary y en las de Brasil miraba con cariño a Haddad (“amigo personal”)
Miguel Boggiano.

Con cada gobierno que se suma al bloque de derecha, mayor es la crisis en el bloque socialista. Con la llegada de Bolsonaro, por ejemplo, Argentina entró en un negacionismo infantil inédito. El futuro jefe de hacienda de Brasil ya aseguró que Argentina y el Mercosur no serán prioridad, a lo que el embajador argentino en Brasil respondió de manera oficial: “no imagino el fin del Mercosur de ninguna manera”. A esta altura no debería asombrar que el gobierno argentino priorice el Mercosur por sobre un proyecto de libre comercio internacional serio.

De todas maneras, todos estos gobiernos populistas se encuentran en una decadencia política, económica, y moral que los está llevando al colapso, por ser inviables desde todo punto de vista. Probablemente terminen de caer pronto para abrir paso a la derecha, que está tomando una fuerza nunca antes vista, en nuestra región y en el mundo.

¿En 2019 habrá una opción liberal o conservadora en la Argentina?

 

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