¿Está Maduro a punto de consolidar su dictadura?
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Tras la decisión del presidente mexicano
Andrés Manuel López Obrador de invitar al dictador venezolano Nicolás Maduro a
su toma de posesión el 1ro. de diciembre, no soy muy optimista sobre el futuro
de los esfuerzos diplomáticos de América Latina para presionar por una
restauración de la democracia en Venezuela.
A juzgar por los primeros días de López Obrador en el
poder, es probable que cumpla su promesa de campaña de no criticar a Maduro, ni
unirse a futuros reclamos regionales para exigir que Maduro respete la reglas
democráticas. López Obrador ha prometido que desempolvará el antiguo principio
mexicano de la “no intervención” en asuntos internos de otros países, una
postura que el país había utilizado en el pasado para protegerse contra las
críticas externas y para apoyar a dictaduras de izquierda.
En años recientes, México había sido uno
de los países más críticos de Maduro dentro del Grupo de Lima, una coalición
diplomática de 14 países que incluye a Brasil, Argentina, Colombia, Perú y
Chile. El grupo había firmado varias declaraciones destinadas a aislar a Maduro
de la comunidad diplomática regional.
Pero López Obrador, conocido en México por sus
iniciales AMLO, rompió filas con el Grupo de Lima al invitar a Maduro a su toma
de posesión. Asimismo, es probable que AMLO no apoye los planes del Grupo de
Lima, Estados Unidos y la Unión Europea de reducir las relaciones diplomáticas
con Venezuela cuando Maduro asuma el 10 de enero por un nuevo período de seis
años.
El Grupo de Lima había acordado previamente que las
elecciones del 20 de mayo fueron fraudulentas y que, por lo tanto, Maduro no
podrá ser considerado como un presidente legítimo una vez que asuma su nuevo
mandato.
Días atrás, le pregunté al ministro de Relaciones
Exteriores de Chile, Roberto Ampuero, si el Grupo de Lima podrá sobrevivir sin
el apoyo de México.
Ampuero me respondió que aunque Chile continuará con
sus planes de reducir relaciones diplomáticas con Venezuela a partir del 10 de
enero, el Grupo de Lima tendrá que “desarrollar un menú de opciones” sobre cómo
lidiar con el régimen de Maduro. Agregó que habrá que crear “un menú muy amplio
para que cada país pueda operar” dentro del grupo.
Mi traducción: con el cambio de gobierno en México,
será muy difícil encontrar un consenso dentro del Grupo de Lima.
Algunos líderes de la oposición venezolana me dicen
que el presidente electo derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, forjará una
estrecha alineación con Estados Unidos, lo que podría resultar en una presión
internacional aún mayor sobre el régimen de Maduro.
“El hecho de que Brasil y Colombia sean vecinos de
Venezuela, y que Brasil estará en una coordinación muy estrecha con los Estados
Unidos, no se puede descartar”, me dijo el líder político venezolano en el
exilio Carlos Vecchio. “Estos son países muy importantes”.
Además, la tasa de inflación de 1 millón por ciento al
año de Venezuela y la escasez generalizada de alimentos y medicamentos pueden
desencadenar una nueva ronda de violentas manifestaciones callejeras el próximo
mes. Venezuela tiene una larga historia de protestas masivas en los meses de
enero y febrero, me dijo Vecchio.
Mi opinión: la oposición de Venezuela debería retomar
las calles y recuperar el protagonismo político antes de la inauguración de
Maduro el 10 de enero, para obligar a la comunidad internacional a aumentar su
presión sobre Venezuela.
De lo contrario, Maduro podría obtener un segundo
viento, a pesar del colapso económico de Venezuela. Maduro no solo será tratado
como un líder legítimo por parte de China, Rusia y Turquía, sino que también
recibirá cierto reconocimiento de parte de México y el gobierno de izquierda de
España.
No será nada fácil para la oposición de Venezuela
retomar la calle. Está agotada, reprimida y debilitada por un éxodo de unos 3
millones de personas descontentas en los últimos años. Y muchos de sus líderes,
como Leopoldo López, están presos o inhabilitados.
Pero si la oposición no retoma el protagonismo
político en enero, me temo que el movimiento internacional para aislar a Maduro
perderá fuerza. La atención mundial girará hacia otro lado, y Venezuela seguirá
en camino a convertirse en una dictadura consolidada que ya no provocará la
indignación internacional, como Cuba.
Publicado en El Nuevo Herald.
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