La pausa monetaria de Estados Unidos
Manuel Sánchez González
Autor de Economía Mexicana para Desencantados (Fondo de
Cultura Económica, 2006).
El menor ritmo anunciado de normalización de la política monetaria en EE.UU. no implica necesariamente un cambio próximo hacia un relajamiento. La postura monetaria de ese país continuará dependiendo de las condiciones económicas.
Después de un largo período de una expansión monetaria sin precedente, que incorporó tasas de interés de referencia virtualmente de cero y compras de activos a grande escala, en años recientes el Banco de la Reserva Federal ha aplicado un proceso gradual de normalización.
En particular, desde diciembre de 2015, el rango objetivo de la tasa de fondos federales, instrumento primario de la política monetaria, se ha incrementado hasta situarse en 2,25-2,50%.
Asimismo, de noviembre de 2014 a septiembre de 2017, el Fed interrumpió sus compras de activos y mantuvo estable su balance mediante la reinversión de los valores que vencían y, a partir de octubre de 2017, ha llevado a cabo una disminución paulatina de su cartera a través de limitar los montos de reinversión.
Durante el presente año, el Fed ha anunciado dos decisiones que apuntan a atenuar el avance de la normalización. La primera se refiere a la trayectoria esperada de la tasa de referencia. Al respecto, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés), órgano de decisión de ese instituto central, ha acordado mantener una actitud “paciente”, lo cual significa que no ve una razón clara para modificar, en los próximos meses, el rango objetivo de su tasa de política monetaria.
Debe notarse que esa determinación aplica a posibles cambios tanto al alza como a la baja. Al parecer, los miembros del FOMC se sienten cómodos con el actual intervalo para la tasa de fondos federales que, según el propio Fed, se encuentra dentro del rango de estimaciones del nivel “neutral”, es decir aquel en el que la postura monetaria no resulta ni expansiva ni restrictiva.
Sin embargo, tal guía está condicionada a que la economía evolucione de acuerdo al escenario previsto, el cual incluye el mantenimiento de la expansión económica, condiciones sólidas en elmercado laboral y una inflación anual cercana al objetivo simétrico de 2%.
Estos indicadores reflejan el mandato dual del Fed, consistente en fomentar el mayor empleo y la estabilidad de precios. La información disponible revela un cumplimiento satisfactorio en ambas direcciones.
En efecto, desde hace tiempo, la tasa de desocupación se ubica en niveles históricamente bajos y la inflación se ha mantenido cercana al objetivo. Empero, ese banco central ha aclarado que continuará evaluando posibles cambios a su tasa de referencia tomando en cuenta las condiciones observadas y esperadas de la economía.
Por cierto, de acuerdo con el presidente Jerome Powell, una razón que abona a la paciencia es la aparente falta de logro del objetivo simétrico de 2%, lo cual requeriría que la inflación fluctuara alrededor de esta referencia, en lugar de ubicarse, como hasta ahora, principalmente por debajo de la misma.
Un riesgo obvio de tal posición es que, como la política monetaria opera con rezagos, esperar a que se acelere la inflación para controlarla podría necesitar un apretamiento monetario excesivo.
Una segunda decisión monetaria anunciada este año consiste en el plan de desacelerar la reducción de la cartera del Fed entre mayo y septiembre, a fin de estabilizarla a partir de octubre.
La principal razón aducida es técnica y se refiere a la facilidad para operar los ajustes de la tasa de interés de referencia. La disminución de activos se realiza mediante la reducción de las reservas que los bancos mantienen con el Fed. Desde la crisis, este instituto emisor paga la tasa de interés de referencia a esas reservas. Mantener un nivel elevado de tales saldos permite una ejecución sencilla de la política monetaria.
Otro argumento a favor de reservas bancarias cuantiosas radica en que, al considerarse instrumentos altamente seguros, representan una protección en situaciones de estrés financiero.
Una bondad adicional del programa publicado es que, al incluir una sustitución a favor de instrumentos del Tesoro, en detrimento de otros activos, como valores respaldados por hipotecas, el Fed reduce su intervención en los mercados crediticios y se acerca al papel tradicional de la banca central.
En suma, el Fed no está implementado una política de relajamiento monetario ni tal posición se encuentra forzosamente en el horizonte. Invocar disminuciones de la tasa de interés de referencia en México con base en las recientes decisiones de ese instituto emisor se antoja, por lo menos, prematuro.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 24 de abril de 2019 y en Cato Institute.
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