La nueva estrategia monetaria de la Fed
Manuel Sánchez González
Autor de Economía Mexicana para Desencantados (Fondo de
Cultura Económica, 2006).
El pasado 27 de agosto, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos publicó una versión revisada de su “Declaración sobre los objetivos de más largo plazo y la estrategia de política monetaria”.
Desde 2012, esta manifestación, que se ha actualizado anualmente, ha servido como medio de comunicación del Fed para compartir con el público su interpretación sobre el mandato legal, las metas de política monetaria y la manera de perseguirlas.
Además de la trascendencia de su contenido, el texto ha sido potente porque ha expresado el consenso de los miembros del FOMC y lo ha hecho de forma breve y clara.
Como era de esperarse por tratarse de una orientación estratégica, durante los años recientes, las declaraciones sucesivas mantuvieron una notable continuidad. Dentro de esta coherencia, destacaron dos hitos relacionados con la estabilidad de los precios que, junto con el máximo empleo y las tasas moderadas de interés de largo plazo, define el mandato legal del Fed desde 1978.
Específicamente, el texto de 2012 fijó por primera vez un objetivo numérico para la inflación, interpretado como de “más largo plazo”, consistente en 2,0 por ciento. El Comité argumentó que, como en ese horizonte la inflación está determinada primordialmente por la política monetaria, podía especificar la meta, la cual contribuiría a anclar las expectativas de inflación y la inflación misma en ese valor.
En la versión de 2016, el FOMC advirtió que estaría preocupado si la inflación se situara persistentemente por arriba o por debajo del mencionado objetivo. Aclaró que, para mantener las expectativas de inflación ancladas con firmeza, la meta debería interpretarse como simétrica.
Estas exposiciones confirmaron, con precisión gradual, el compromiso del Banco Central con el objetivo puntual de inflación.
En contraste, la declaración de 2020 contiene una transformación de fondo en el razonamiento del marco de la política monetaria, el cual fue producto de un proceso de revisión minucioso, llevado a cabo durante año y medio en varios foros con la participación de múltiples grupos interesados.
La nueva declaración contiene tres cambios significativos. El primero es la prelación que el FOMC parece otorgar al máximo empleo, entre otras razones, porque lo coloca al inicio de la lista de los componentes del mandato legal; asimismo, define que este objetivo debe interpretarse como amplio e incluyente y expresa su intención de buscar mitigar los 'faltantes', en lugar de las 'desviaciones', respecto a las estimaciones de ese nivel.
La segunda gran modificación se refiere al objetivo de inflación de 2,0 por ciento. Con el fin de anclar las expectativas inflacionarias en la meta, el Fed procurará que la inflación 'promedie' a lo largo del tiempo en ese valor. Dado que, durante los años recientes, el crecimiento de los precios se ha situado generalmente por debajo de tal guía, el Banco Central buscará una inflación moderadamente superior a la misma “por algún tiempo”.
La tercera variación consiste en el señalamiento de que el nivel de la tasa de interés de referencia congruente con el mandato legal ha disminuido con el tiempo, lo que implica que, probablemente, con mayor frecuencia este instrumento vaya a estar restringido por la cota inferior de cero. El menor espacio para cortar la tasa aumenta los riesgos a la baja del empleo y la inflación.
En resumen, el Fed considera que la inflación elevada ha dejado de ser un problema y que el principal reto es el empleo. Por ello, no le preocupa 'calentar' la economía y mantener la tasa de interés de referencia en niveles mínimos de forma indefinida.
Sin demeritar su valor informativo, el nuevo enfoque enfrenta desafíos no menores. En particular, la interpretación del objetivo de máximo empleo parece haber extendido la misión del Fed más allá de sus capacidades, al abrir la puerta a expectativas sobre la disminución de las desigualdades sociales para lo cual no cuenta con herramientas.
Además, operativamente, no es claro que pueda alcanzar una inflación superior a la meta, considerando que en el pasado ha fracasado en mantener ésta, a pesar de una política monetaria extraordinariamente laxa, que ha incluido el uso creciente de medidas no convencionales.
Finalmente, es probable que la perspectiva de prolongada liquidez reavive el apetito por activos de riesgo, cuyo auge acrecentaría el desacoplamiento respecto a la economía real y los peligros de inestabilidad financiera.
El Fed ha decidido entrar a un territorio desconocido con propósitos ambiciosos. La ausencia de logros y, en especial los retrocesos, erosionarían su reputación como una autoridad monetaria autónoma y eficaz.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 2 de septiembre de 2020 y en Cato Institute.
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