¡Hay que afrontar el futuro!
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.



Pasadas las elecciones tenemos más claro el panorama. La vieja política ha llevado,  desde hace décadas, la voz cantante en el país. Era necesario saber cuántos son  realmente los ciudadanos que están de acuerdo con ella y cuántos le prestan sincera colaboración. Si debiéramos juzgar por el despliegue publicitario que presenciamos en la campaña,  se podría pensar que esa política tantas veces fracasada,  tiene enorme influencia en el país.   Si se profundiza un poco,  de acuerdo con el resultado electoral del domingo, vemos que la mayoría actúa simplemente como espectadora del ajetreo político,  manteniéndose a la expectativa respecto del porvenir. Es muy difícil arrastrar o engañar a un sector tan amplio de gente independiente que ha aprendido a observar con espíritu crítico a hombres,  grupos y facciones,  cuya historia es ya muy conocida  en el país.
El avance liberal muestra que ya no contenta la vieja política generadora de inflación, pobreza e indigencia, sin embargo, esa fuerza no debería dormirse en los laureles, tiene una necesaria e importante tarea por delante: la unión en un partido liberal para poder dedicarse a  pensar políticas adecuadas para resolver las dificultades económicas que tan bien enuncian. Es fácil  desde la oposición  prometer pero,  como la experiencia en Argentina demuestra, ello no significa cumplir;  quien hoy diga que a corto plazo,  y sin mayor esfuerzo, se conseguirá superar la difícil situación  actual, es irresponsable,  engaña a la sociedad.  No se pueden prometer milagros, solo podrá salirse con el apoyo de empresarios, trabajadores,  profesionales y obreros o sea todos van a tener que poner el hombro. Ya no valen cantos de sirena,   los partidos,  además del diagnóstico de la realidad,  tendrán que mostrar a la sociedad los fines y los medios que piensan utilizar para resolver los problemas y discutirlos públicamente camino al 2023.
Lo novedoso es que la sociedad puede estar segura de que los candidatos liberales estarán siempre en contra, por su fe en la libertad,  del avance del poder estatal y del dirigismo económico y laboral, rechazan lo que limita nuestras libertades, la arbitrariedad y concentración del poder. Desean que se aumente la producción y la productividad para que el bienestar alcance a todos aunque no sea igualitariamente -  es imposible en cualquier sociedad-   y  que dependa del esfuerzo de cada uno. Quieren evitar  que el Estado continúe  paralizando la energía para trabajar y mejorar con irrazonables impuestos.
 Se escucharán los argumentos liberales,  es para festejar, van a exponer a la sociedad  las líneas principales de desarrollo futuro,  y  un programa de acción que expresará una opción nueva en la política argentina. Levantaran el debate señalando que el responsable de la crisis actual es el sistema económico que decidió implementar el Gobierno, promoverán que se cambie el dirigismo estatal por la economía de mercado, basada en el respeto a la propiedad a la vida y a la libertad. Es la receta para corregir los errores y desenmascarar la corrupción,  con mucha más rapidez,  al fortalecer los poderes de la sociedad civil.
 El gobierno, por su parte,  continua con las disensiones internas, que ya se han hecho públicas,  debilitándolo,  se habla de posibles renuncias, acusaciones y  reajustes,  aumentando la incertidumbre;  el tira y afloje dentro del equipo ministerial  determina esta suerte de inoperancia que ha llegado hasta las elecciones. La gente se pregunta:  ¿y ahora qué?
Los funcionarios responden, del primero al último, que la culpa de todos los males los tiene el gobierno anterior, pero  el resultado electoral, les ha desaparecido el recurso. ¿ A quién responsabilizaran, entonces,   del aumento de la inseguridad, de  la pobreza y  la indigencia, de la disminución de productos en los supermercados y de remedios en las farmacias, de las muertes por mala gestión de la pandemia y,  en resumen,  de la pésima elección de un sistema que nos lleva a una crisis de proporciones que nos aleja del mundo y nos quita el entusiasmo por trabajar y  disfrutar del producto de  nuestro trabajo?
En una situación de  depresión y necesidades económicas, no se desvaloriza el contenido manifiesto de los problemas: disciplina monetaria y financiera será condición necesaria si no se quiere aumentar la crisis y el desasosiego general. El Gobierno  no puede seguir  haciendo la plancha, pasaron las elecciones y es hora de  que tome  rápidas medidas de saneamiento de la economía, ir sin cacarear a negociar con el FMI y enterar a los argentinos sobre los pasos que darán para morigerar la situación La disparada del dólar y el riesgo país,  a niveles tan altos,  se debe al tremendo fracaso de la política del Gobierno, así es peligroso seguir. No se puede continuar con la ceguera voluntaria,  ignorando la realidad  en pos de  intereses electoralistas y demagógicos, esperando un milagro.
 La situación insostenible de los jubilados muestra las tristes consecuencias derivadas del ineficiente y costoso sistema previsional pero, no están de acuerdo con cambiarlo para mejorar la condición  de quienes merecen vivir mejor y a la vez,  liberar al Estado de semejante carga. El campo nos puede ayudar,  como siempre,  si se le deja de poner el pie encima: el año 2021 ha sido agobiante para el sector,  en cuanto a la relación con el Gobierno: desde principio de año el Presidente amenazaba  con elevar las retenciones y poner cupos a las exportaciones si no se bajaban los precios de la carne.  No se disminuyó  la presión impositiva,  siempre están al borde de un enfrentamiento  por las necesidades de financiamiento de un Estado que se ha convertido en devorador del producto del trabajo de la gente, está bombardeando la riqueza nacional,
 El encarecimiento del nivel de vida se va haciendo cada vez menos soportable para el presupuesto familiar, mientras,  el Gobierno constituido por funcionarios inescrupulosos,  sigue gastando a expensas de  privaciones y sacrificios de los pocos que,  con sacrificio,   pueden producir.
 En esta parcial descripción de la realidad económica no se puede olvidar la pérdida de posiciones que estamos  experimentando en el campo internacional: nos están desplazando de mercados donde éramos buenos competidores.
La guerra empecinada contra el mecanismo de precios del mercado no ha podido hacerse sin las consecuencias que están a la vista, ni los productores ni los exportadores pueden dejar de verse perjudicados,  una vez unos,  otra vez otros, y a veces todos. En cuanto al consumidor, lo han expuesto a  limitaciones coercitivas en el aprovisionamiento de productos.
Siendo optimista, pensando en una salida, tal vez,  si se diera una reunión con la oposición,  habría que convencer al Presidente para que se anime, dentro de los cauces constitucionales, de aquí al 2003, a elaborar un programa que sea oportuno para la normalización del país, de muy pocos puntos, que provoque consenso. Como ya no puede cumplir un programa extenso de recuperación, un plan mínimo le permitiría llegar al 2023 terminando,  en estos pocos años, con antojadizas improvisaciones y con la infecunda intervención en los mercados.  Debería comenzar con la tarea de implementar un régimen adecuado de libertad económica que revalorice los valores  del individuo como ciudadano dentro de una sociedad democrática, el cual,  más adelante,  podría desplegar un Gobierno que sea depositario de mayores grados de confianza.
A esta altura  no se puede pensar en otra cosa que  en la creación y estimulo de condiciones que provoquen un decidido crecimiento económico y social, solo posible por la vigencia de una economía liberal. Es el remedio para que Argentina se realice y transforme en todas las áreas, lo está entendiendo buena parte de la oposición. Los más esclarecidos dirigentes  están pensando en alcanzar,  con medios similares, las mismas metas. En la lucha contra el sistema intervencionista y dirigista actual, no se debe descartar negociar, hacer alianzas,  incluso concesiones entre las fuerzas democráticas,  no por ello se abandonan los principios, como creen algunos, por el contrario, se  muestra la pericia política necesaria para alcanzar el poder.
No quita, además que los argentinos que deseamos confiar en las Instituciones, si superamos esta peligrosa experiencia,  en el futuro, tratemos  de votar  más a principios e ideas que a hombres providenciales que prometen utopías.  La tarea, no menor, hasta las próximas elecciones, es estar de pie,  alertas y decididos,  en una acción conjunta de oposición y control,  oponiéndonos a cualquier medida que hacia el 2023 nos lleven a un gobierno autoritario.
 

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