Razón y política
Franco Vallejos
Conductor de La Postal del Sur, Río Gallegos, Patagonia.
Por lo general, somos pocos consientes de hasta
qué punto nos guiamos por nuestros planes que persiguen un fin deliberado. La
suma de acciones concretas que realizamos no siempre determinan que
alcanzaremos nuestro fin per se, sino
que desencadenan acciones fuera de
nuestro control que terminan perdurando en el tiempo aun cuando no queríamos
que sucedieran. En argentina, los que estamos en la discusión de ideas de
forma permanente y aprendemos día a día de lo que sucede en nuestra coyuntura
debemos entender a priori, que
nuestros conocimientos de lo que sucede a niveles generales son tan limitados que
jamás llegaríamos a conocer los casos particulares de forma detallada y
cualquier tipo de construcción sobre una determinada solución (Políticas de
estado, por ejemplo) causaría a
posteriori, un desorden importante en la sociedad.
Eso es lo que observamos todo el tiempo en los
países mas intervencionistas en materia economía y social alegando, desde su
arrogancia, una serie de medidas de derechos positivos que enmarcan una agenda
cultural y, por ende, transformar de forma artificial
los órdenes extensos de la sociedad. Manteniendo la línea de que nuestro
razonamiento es limitado y a pesar de que sea una gran herramienta creativa
para poder subsistir en esta sociedad, no poseemos la suficiente información
para situaciones más complejas. En el momento que estamos caminando hacia
nuestro objetivo es normal, a veces, que
nuestros planes se vean estancados por situaciones que no esperábamos y quizás
nos obliga a adaptarnos a las situaciones. ¿Qué pasaría si todos tuviéramos la
suficiente información para no tener errores? O mejor ¿Qué pasaría si
tuviéramos el don de saber de forma perfecta lo que necesitamos y necesitan los
demás?
A mi
juicio, no habría razón de ser, eliminaríamos todo rastro de felicidad y
frustración, los individuos no tendríamos incentivos para mejorar,
extinguiríamos la frustración pero no aumentaríamos la felicidad. El ser humano
se mueve por incentivos individuales y, en un mundo donde todas las cosas se
conocen porque hay un mejoramiento ideal de la tecnología o más bien por una
iluminación divina, el humano tocaría un techo donde quizás, alguien de ese
mundo, pediría a gritos ignorancia o que le arranquen a raciocinio con una
maquina futurista. Entendemos esto: el ser humano es ignorante y tiene
tendencias a abusar de esa razón provocando caos a su alrededor y lo más
importante, no tiene capacidad para conocer lo que necesita otra persona, a
menos que apueste por una futura ganancia (o algún otro objetivo).
Ahora volvamos con el ejemplo de la política. Cuando
encontremos a políticos que explican políticas que llevaran a cabo debemos
entender que sus fines deliberados jamás se cumplirán porque no conocen nuestras necesidades individuales.
No saben nuestras preferencias y aun
sabiéndolas, solo son temporales y completamente dinámicas, este es el
punto principal de la teoría liberal radical. El político es un claro ejemplo
de abusar de la razón, cree conocer las necesidades de la gente, cree tener las
soluciones para arreglarnos la vida pero solo son cuentos para las mentes que
desconocen esta perspectiva.
No existe una mejor administración del estado y
tampoco volver eficiente las instituciones;
solamente utilizando la cooperación y la creatividad de cada individuo
para satisfacer sus necesidades es como realmente crecen las sociedades.
Mientras el individuo está coaccionado,
ahogado por leyes e impuestos que los burócratas se crean por el simple
justo de tener recursos o porque
utilizan a las masas para mantenerse en el poder cumpliendo con los reclamos de
la minoría, el individuo jamás podrá desarrollarse en plenitud.
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