Argentina: Una época de crecimiento prolongado
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
La Constitución de 1853 y los
gobiernos que comenzaron luego de la unidad de todas las provincias, bajo un Gobierno Nacional, dieron el puntapié inicial para la creación de
un país próspero, que se constituyó, poco a poco, bajo la
sombra de un marco institucional, que no siempre se cumplió a rajatabla, pero que sirvió de referencia para la
constitución de la República.
Europa nos sirvió de modelo,
también Estados Unidos: como lo revela Sarmiento, angurriento lector de
Toqueville, ensayaba una experiencia
nueva basada en un régimen democrático. Poderes, códigos de justicia, de
comercio, organización del Ejercito, infraestructura, transportes, viviendas,
servicios, escuelas, puertos, todo estaba
por hacer! Se necesitaban capitales,
crear condiciones para poder acceder a préstamos, esenciales para iniciar el camino que nos
llevara a desarrollar actividades agrícola-ganaderas, imprescindibles para crecer y exportar.
Antes de 1870 la Argentina
importaba trigo y harina, principalmente de Chile y EEUU, las exportaciones
consistían en cueros, pieles, sebo, tasajo y lana. Este último producto se
desarrolló con rapidez desde sus comienzos en 1840, ya entre 1875 y 1879, casi
la mitad de las exportaciones correspondían a la lana.
Las necesidades europeas de
alimentos y la expansión de los ferrocarriles determinaron, desde 1880, un aumento creciente de la producción de cereales.
La actividad económica se desarrolló por
una importante entrada de capital foráneo, producto de las importaciones destinadas a la
construcción de la infraestructura que Argentina necesitaba como el agua. La mano de obra extranjera, muy numerosa, permitió que los salarios no fueran tan altos,
ello favoreció las inversiones.
Veamos algunos datos que
muestran la evolución económica que tuvo nuestro país a partir de 1880:
En el período de 1880-1884,
aunque aumentan las exportaciones, fue más importante la inversión en
infraestructura. Es en la década siguiente que la agricultura pega un salto
enorme, basta con decir que desde 1893 a 1894, el trigo, el maíz, y el
lino, abarcaron cerca de un tercio del
total de las exportaciones y desde 1900 a 1904, alcanzaron cerca de la mitad.
La industria se desarrolla
con la mano de obra, los ferrocarriles, y la expansión económica. Toma impulso la
industria vinculada al agro: textiles, alimenticias y de la construcción. En
1891, con la importación de maquinaria se elaboraba manteca, leche
pasteurizada, quesos y muchos otros productos: la industria vitivinícola de
Cuyo se vio favorecida por el ferrocarril tanto como la industria azucarera
santiagueña, salteña y tucumana.
A medida que el creciente
ingreso per cápita de Europa determinó el consumo masivo de carne, aparecieron nuevas oportunidades. Se sumó el
advenimiento de los buques frigoríficos que permitieron abastecer, cómodamente, aquel mercado en expansión.
Poco antes de la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) se comenzó a exportar carne enfriada. Con estos
adelantos tecnológicos y el mejoramiento de nuestra hacienda, entre 1913 y 1919,
el número de cabezas de ganado vacuno pasó de 26 millones a 37 millones.
Con el inicio de la Gran Guerra
cesaron las inversiones, se redujeron
las importaciones para equilibrar la balanza de pagos, pero duró solo
hasta 1917, Argentina
pudo comenzar a recuperarse gracias a la necesidad de compra que tuvo Europa de
nuestros productos agropecuarios.
Es necesario señalar, que el desarrollo de la industria en la
Argentina fue importante mucho antes de la década de 1930. La crisis no fue el
inicio de ese desarrollo como lo afirma Aldo Ferrer, entre otros economistas e historiadores, luego
de superarse la crisis del 30, continuó la
expansión que se había iniciado en la década del 80.
Los primeros grandes
establecimientos industriales, producto no solamente de la mano de obra y el
capital invertido, sino de las condiciones de paz y orden que logró esa
generación, se fundaron entre 1880 y
1890..
La estabilidad política fue
de suma importancia para atraer inversiones y generar desarrollo industrial. Se
fabricaba ropa blanca, camisas, aceite, cerveza, tabaco, fósforos, chocolate,
balanzas, calderas, muebles, cocinas económicas, carros, carruajes, calzado,
alpargatas (la Fábrica Argentina de Alpargatas se crea en 1884) velas, productos
químicos, industria liviana, gráfica y
mucho más. Las empresas textiles eran las que tenían mayor cantidad de obreros
empleados en la época del despegue.
Desde 1890 hasta 1914, las
exportaciones de productos agropecuarios
se convirtieron en la mayor fuente de riqueza, periodo en que Gran Bretaña representó el mayor comprador de la Argentina. Desde mitad del siglo XIX
fue un inmenso mercado para nuestros productos alimenticios y agrícolas y a
partir de l900 también para bienes
terminados.
En el período 1870-1913
nuestro país creció a tasas más altas
que la economía mundial. Superó a Francia,
Alemania, Gran Bretaña, también a EEUU, Canadá, y Australia.
Comerciábamos con Gran
Bretaña, Alemania, Holanda, Bélgica, EEUU, Francia, Italia y Brasil, entre otros países. Nada hacía pensar seriamente, antes de 1930, que esta situación cambiaría desfavorablemente para nuestro país.
Ideas nacionalistas, proteccionistas, disminuirán la competencia y
el Estado tomará un papel importante en la economía, que se negará a abandonar.
El llamado nacionalismo de
derecha, parcialmente responsable del
golpe de estado del 6 de septiembre de 1930, promovió una atmosfera en el cual la
intervención de las fuerzas armadas, en
política, llego a formar parte del
proceso institucional. Ayudó a estimular el odio a EEUU y hacia el llamado imperialismo económico
británico. Durante la Segunda Guerra impulsó a los más ardientes defensores de
la neutralidad; constituyó, desde el punto de vista ideológico, un collage más o menos artificial de fascismo,
corporativismo, hispanidad, falangismo,
y añadió el antisemitismo del nazismo. Promovió un intenso antiliberalismo, el rechazo de cualquier sistema político que actuara a través de partidos políticos y
la necesidad de destruir la democracia mediante un golpe militar. Quienes comulgaban
con estas ideas postulaban una estrecha alianza entre Iglesia y Estado, apoyaron la nacionalización de los servicios
públicos y la reducción del poder británico en la Argentina, en todo ello
coincidían con los nacionalistas de izquierda. Su odio a la “oligarquía” les hizo rehabilitar a quien fuera su
enemigo, Rosas, impulsando un movimiento cultural: el
revisionismo histórico. Estas ideas afectaron
la conciencia política y social de la Argentina, de tal modo, que los problemas que aun tenemos tienen esa
base, sin conocerla, no se puede comprender su génesis.
Si quienes desean dedicarse a la política no
conocen nuestra historia, repetirán errores, se perderán conocer el sistema que defiende la
Constitución alberdiana y los resultados que apretadamente comento en esta
nota. Es necesario, además de un
acreditado e influyente liderazgo, identificar las ideas fuerza que postraron a
nuestro país, solo así se podrá encarar
el cambio que nos lleve, como antaño, al tan ansiado crecimiento prolongado.
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