En la oposición se necesita mayor patriotismo
Carlos Lombardi
Abogado. Director de Lógica.


El patriotismo es una palabra en desuso, devaluada. Voy a simplificar su significado: “actuar en el mejor interés del país, sin medir el propio beneficio”. ¿Por qué el título?

Javier Milei hizo una extraordinaria elección, cuando pocos lo esperaban y se está posicionando muy bien para las elecciones generales.

Patricia Bullrich tuvo un gran triunfo en la interna, frente al favorito del “establishment”, pero la suma de sus votos y de los de su rival en esa interna tuvieron gusto a poco. JxC perdió mucho caudal electoral y su triunfo en las elecciones está en riesgo, cuando un año atrás se daba por descontado.  Para triunfar deberá ser exitoso en su rearmado, acertar con las personas que acompañarán a su candidata, en los mensajes a transmitir y, finalmente encolumnarse detrás de este nuevo liderazgo. Desafíos no menores.

Aunque se pretenda ocultarlo bajo el pretexto del “voto bronca”, hay un claro mensaje de la sociedad, que mayoritariamente está exigiendo que los gobiernos dejen de simular que le resuelve los problemas a la gente. Se empieza a identificar al estado, a su hipertrofia y sus excesos, como el problema y no como la solución. De lo contrario, el tan mentado “voto bronca” bien podría haber sido canalizado, por ejemplo, a través de Juan Grabois, que también es percibido como “antisistema” y tiene carisma, pero a diferencia de Milei aspira a que haya aún más estado y no mucho menos. Hay una nueva mayoría que identifica a Javier Milei con esta tendencia y, también, a Patricia Bullrich.

La elección pasada fue muy trascendente. Pensando en la próxima elección presidencial general, donde por otra parte se elige a la mitad de los diputados y a un tercio de los senadores, de la nación, resulta factible y sería concluyente que el resultado dejara al oficialismo fuera del ballotage, en un distante tercer lugar y consecuentemente (con toda probabilidad, en ese caso) con una fuerza parlamentaria muy menguada. Sería un verdadero cataclismo para el Kirchnerismo y una dolorosa y necesaria reconfiguración para el peronismo. Habría un clarísimo mandato popular, que no podría ser desoído, a partir del 10 de diciembre próximo: una colosal transformación de la Argentina tendría lugar, entre otras razones porque los programas de gobierno estarán de antemano claramente explicitados (algo que era muy infrecuente y desaconsejado por importantes politólogos) y porque la suma de las fuerzas en el Congreso de JxC y de LLA permitiría cómodamente la sanción de las leyes, incluso de aquellas que requieran mayorías especiales. Algo que nunca estuvo al alcance de una fuerza no peronista, que en sus anteriores experiencias estuvo muy condicionada por el peronismo.

Sin embargo, nos enfrentamos con el siguiente obstáculo: a los dos principales partidos de la oposición les queda más cómodo enfrentar en el ballotage al oficialismo, porque el mensaje de la sociedad, como expresamos, es muy claro y hoy por hoy sería impensable que el oficialismo pueda derrotar a cualquiera de ellos en esa instancia, si llegara a darse ese escenario. En consecuencia, se está empezando a visualizar una creciente agresividad entre los dos candidatos opositores y entre sus respectivos seguidores. El beneficiado de todo esto es Sergio Massa (y el oficialismo todo, incluyendo el kirchnerismo “duro”), a pesar de la muy precaria posición en la que está.   

En particular eso se está dando en Javier Milei y en sus seguidores. Debieran pensar no sólo en las próximas elecciones, también en la gobernabilidad, en lo que vaya a pasar después del 10 de diciembre, si LLA se impusiera. Dependerán enteramente del apoyo que JxC le vaya a dar. Y no sólo en votos en el congreso, sino también en cuadros técnicos, porque por grande que sea el achicamiento de los ministerios y organismos públicos es a todas luces evidente que LLA carece de suficientes cuadros técnicos, para emprender las transformaciones que su líder se comprometió a realizar.  

Por su parte, para cumplir con sus promesas electorales si Patricia Bullrich llega a ser la nueva presidente necesitará todos y cada uno de los votos de los diputados y senadores de Javier Milei, para no volver a depender de complejas y oscuras negociaciones con el peronismo.

Pero para que todo ello sea posible, lo primero es que los líderes de cada una de estas dos fuerzas se concentren en afinar y publicitar sus propias propuestas y las confronten en primer lugar con las del oficialismo, que están en las antípodas. Sólo en forma marginal debieran confrontar también entre sí, antes de las elecciones de octubre. Debieran actuar con más patriotismo.

Ya habrá tiempo para que, de producirse un ballotage entre ellos 2, se dirima la presidencia entre “el mejor”. Sin perjuicio de ello el cambio tan anhelado, muy impactante y trascendente, ya se estaría comenzando a producir, antes del 10 de diciembre.  Los que estamos hartos del desastre que el peronismo y el kirchnerismo dejaron en la Argentina debiéramos hacer lo posible para que lo que acá se plantea pueda ser puesto en práctica. Y hacer todo lo posible también para que el que pierda la elección apoye al ganador, sin dejar de ser oposición, constructiva. Para bien del país.

 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]