En un futuro no muy lejano, la creatividad y la sensibilidad del ser humano serán las generadoras de valor y riqueza, no su fuerza bruta. Diez de los quince países con mayor ingreso per cápita del mundo no tienen recursos naturales, ni fierros, sino educación y cultura. Por algo Silicon Valley es el símbolo de la riqueza de Estados Unidos, en cambio Detroit, antigua meca industrial, es una ciudad fantasma.
En la educación, la incentivación de los bebés en los primeros meses de edad continúa siendo imprescindible para el desarrollo neuronal que les promueve la capacidad de crear a lo largo de su vida, en convivencia con estas tecnologías. El primer escalón de la educación para el futuro debe comenzar allí.
Para eso, es crucial que tanto alumnos como docentes tengan acceso a visualizar y entrenarse en el uso de las herramientas educativas y tecnológicas que ya comienzan a instrumentarse en los países que están planificando un futuro mejor para sus ciudadanos. La realidad virtual ofrece mecanismos privilegiados para educar desde la lógica de la inmersión, punto clave para abrir la mente de todos nuestros niños y jóvenes, acercando las realidades de todos, sin importar la región.
En el plano de la salud, estas tecnologías garantizan rapidez y eficacia en lo que respecta a la medicina preventiva. Con el uso de aplicaciones y procesamiento de datos, es posible calcular los principales parámetros de salud de niños y jóvenes. A través de estos métodos, y del registro como historia clínica digital, se pueden establecer políticas alimentarias y de soporte materno infantil.
Los países que se adelanten en la democratización del conocimiento del futuro entre sus habitantes tendrán un salto de desarrollo imposible de producir bajos los parámetros tradicionales de la economía. A partir de las cinco D de la nueva revolución tecnológica: Digitalización, Disrupción, Desmonetización, Desmaterialización y Democratización, el acceso al futuro está al alcance de todos como nunca lo estuvo a lo largo de la historia de la humanidad.
Revolución tecnológica implica contar con mejor salud, mejor nivel de vida con menor esfuerzo, acceder a mayores fuentes de información, cultura y disfrutar del potencial de la creatividad de miles de millones de seres humanos que gratuitamente incluyen sus ideas, conocimientos y desarrollos en la red.
La Argentina tiene el material humano para subirse a una revolución de crecimiento y distribución de la riqueza que ya comienza. La magia para lograrlo se llama educación.
Gane quien gane.
Publicado en La Prensa.