¿Es similar la coyuntura económica actual a la previa al anuncio de la convertibilidad de Menem?
Daniel Sticco
Es el editor Jefe de Economía Infobae.com. Economista, periodista y consultor de empresas, con más de 30 años de profesión. También es director del Instituto de Estudios Laborales y Sociales de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) y columnista en el programa Sin Saco y Sin Corbata en Radio El Mundo.


La estabilidad nominal del tipo de cambio libre en el nivel en que lo recibió el gobierno de Javier Milei, en torno a $1.000 por unidad, la licuación de los ingresos de la población por la brutal aceleración de la inflación y la búsqueda de acuerdos con gobernadores para impulsar medidas de fondo que conduzcan a erradicar la inflación y volver a crecer, parece recordar los tiempos de comienzos de los 90, en la previa de la “sorpresa” que significó la llegada de la convertibilidad de la mano de Domingo Cavallo, cuarto ministro de Economía de la presidencia de Carlos Menem, con cambio del signo monetario y paridad fija en 1 a 1 entre el peso y el dólar.
Es que entonces como ahora, “si se revisa la previa, es decir el período entre que asumió Cavallo en febrero de 1991 y se anunció el plan siete semanas después, toda la música del equipo económico estuvo puesta en lo fiscal”, destacan en su libro Puede fallar: economía y comunicación en 40 años de democracia, el economista Andrés Borenstein y el consultor en opinión pública, Gabriel Llorens Rocha.
No es la única similitud, también en el plano monetario y de los activos externos del Banco Central, el ente monetario arrastraba cuentas en rojo, porque las hiperinflaciones de 1989 y 1990 -bien pueden considerarse como una sola- habían hecho estragos sobre el balance de la entidad y las reservas netas estaban en clara posición negativa, aunque no se las presentaba y comunicaba diariamente como en la actualidad.
Sin embargo, el escenario actual se presenta diferente en varios aspectos:
En lo institucional, Javier Milei asume la presidencia con una amplia mayoría lograda en el balotaje de noviembre, en tanto que Carlos Menem había ganado en primera vuelta en 1989. Tras la elección, debió iniciar su mandato anticipadamente debido a la crisis severa del gobierno de Raúl Alfonsín por el fracaso del Plan Austral y la hiperinflación que se materializó con el salto a tres dígitos porcentuales de la variación del Índice de Precios al Consumidor del Indec en junio de ese año (114,5%), alcanzando el pico de 196,6% el mes siguiente.
La composición de las cámaras legislativas y la presencia geográfica del justicialismo 33 años atrás contrasta con la debilidad del partido libertario y sus aliados más firmes en el Congreso, demostrada en el fracaso de la Ley Ómnibus, que ahora, en acuerdo con gobernadores se busca relanzar.
En lo económico, claramente la hiperinflación había alterado todos los precios de la economía: tarifas, tipo de cambio, salarios, jubilaciones, tal como sucede ahora, pero no se hablaba de “atrasos” tan diferenciados como en el presente, al punto que el “Plan de Estabilización” de Cavallo arroja frutos en forma inmediata: asume el 31 de enero en Economía, y tras un salto de la inflación en febrero (pasó de 7,7% en enero a 27,9%) ésta se desacelera en marzo (11%) y baja a un dígito, con 5,5%, en abril. Durante el resto de la gestión de Domingo Cavallo, la inflación se sostuvo en baja apenas por arriba de 0%, sin llegar a 1%, hasta su reemplazo en la segunda presidencia de Carlos Menem por Roque Fernández.
Ahora, la drástica acumulación de atraso cambiario, tarifario, de diversos precios por las regulaciones de los servicios privados, como de varios productos de la canasta familiar, junto a cepos y controles que limitaban el comercio exterior, no sólo de importación, sino también de exportación, determinó un empinamiento de la tasa de inflación en el punto de partida de la política del ministro Luis Caputo a 25,5% en diciembre, 20,6% en enero y se estima que febrero se aproximó a 15%, en tanto que el consenso de los economistas estima que el descenso al dígito (aún alto) se registraría a partir de junio, ubicándose en torno a 7% hasta agosto, como última proyección mensual.

Velocidades a ritmo diferente de la actividad

Del lado de la economía real tampoco parecieran tan coincidentes las coyunturas para encarar un cambio de régimen monetario.
Los 90 comienzan con el arrastre de dos años recesivos en forma creciente: 1,9% y 6,9% de caída del PBI en 1988 y 1989, se atenúa a 1,8% de baja en 1990, con muy reducido arrastre estadístico para la previa de la Convertibilidad, que dispara para el primer año un salto de 10,6 por ciento.
Actualmente, por el contrario, el gobierno de Javier Milei comienza con el antecedente de una economía más activa con la política expansiva de 2021 para reimpulsar la actividad de la depresión de 9,9% que se registró en el año de la pandemia de Covid-19, subió 10,7%; se atenuó a 5% el año siguiente, y en 2023, pese al Plan Platita que intentó el ministro Sergio Massa como parte de su estrategia electoral, cerró con una caída leve, 1,3% según la estimación preliminar del Indec hasta noviembre.
Y, fundamentalmente, en la previa de la Convertibilidad la preocupación del gobierno era estabilizar los precios a través del ancla monetaria que significaba volver a la caja de conversión, en la que sólo se podían emitir pesos a cambio de la compra de dólares por parte del Banco Central.
En cambio ahora, se apela a atacar la causa de la inflación que es, en la mirada del Gobierno, el déficit fiscal que se propuso llevar a cero desde el primer año, como ya lo pudo mostrar en el primer bimestre completo de gestión, y prohibir la emisión para financiar al Tesoro, aunque persiste por parte de las dos restantes fuentes: el sector externo y el financiero.

Publicado en INFOBAE.








 

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