El cambio dólar-peso en la actual instancia financiera
Carlos Maslatón
El dólar negro norteamericano en la plaza local, contra
el peso argentino de papel falsificado, alcanzó el nivel de 16,00 al cierre de
la sesión del día de ayer. Banco Central, el jefe de Gabinete Capitanich, el
Gobierno todo, los economistas en general, no le encuentran explicación a
semejante voladura de precios, a la que reputan como carente de “fundamentos”,
especulativa y hasta impulsada por fondos y fuerzas de tipo “buitres”, y la
verdad es que los indicados pensadores y analistas tienen razón: la subida no
tiene hoy fundamentos, pero no porque haya un fenómeno particular en esta
depreciación del peso de 2014 sino porque jamás las fluctuaciones de las
monedas entre sí ni las variaciones de precios de acciones, bonos o mercaderías
tienen escritas de antemano las justificaciones de sus variaciones en el
momento en que éstas estallan en el mercado. La realidad es que –como ley
natural de las finanzas- los desplazamientos de precios en cualquier sentido
anteceden a la comprensión general de las “causas” que los “producen” quedando
al descubierto solo más adelante que fueron los movimientos del mercado en sí
los que produjeron seguidamente los fundamentos de los hechos o al menos su
mejor comprensión pública general de los cambios vividos y sufridos.
En el caso concreto de la relación dólar-peso, esta
sección de la subida que comenzara en abril de 2014 en el nivel de 10,24, de la
cual vimos hasta ayer máximos de 16,00, tiene un agravante más dificultoso para
su entendimiento desde el lado de un análisis económico, si se lo trata de
escindir de la dinámica y de la psicología del mercado. El dólar vuela de esta
manera, a los saltos o “gaps”, y a alta velocidad porque se encuentra
técnicamente en su tercera fase cíclica alcista vertical y, dentro de ésta, en
la fracción tercera del movimiento (o sea en su onda 3 de 3 con base del conteo
en noviembre de 2001) que es aquella donde el mercado se lleva todo puesto y
tiene la capacidad, inclusive, de arrasar con los armamentos normales de la
política económica y de la política monetaria las que quedan así rebajadas a la
impotencia y frustración del funcionario que trata de dirigir la marcha de la
economía y de la vida de las personas y que, en esta parte del desarrollo del
ciclo, fracasa completamente con sus intentos. No existe ya, en esta instancia,
descalificación moral ni difusión de teoría conspirativa alguna que pueda
frenar la escalada que viene a continuación y que consituye el eje central de
la aceleración del precio del dólar en esta relación de cambios contra el peso
inconvertible. Las históricas frases “el que apueste al dólar pierde” (Ministro
Sigaut, 1981) y “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”
(Ministro Pugliese, 1989) fueron proferidas en ondas 3 de 3 del mercado como la
actual, y por eso se recuerdan como inservibles y son objeto de recuerdo y
burla a la política económica anunciada por la cadena oficial de radio y
televisión del país.
A la par de ratificar la opinión sobre el peso-dólar
vertida en Infobae el pasado 6 de enero en artículo titulado “Es inminente el
colapso total del peso argentino de papel”, ajusto ahora los objetivos de corto
y mediano plazo, en función del despliegue de los movimientos de las últimas
semanas, augurando lo siguiente: 1) la tendencia de cortísimo no tiene
resistencias cercanas a la vista, la subida en vigor desde 10,24 a partir de
abril estimo accederá con comodidad a los 17,77 pesos, la incapacidad del mercado
para frenar al alza entre 17,77 y 17,93 llevará rápido los precios hasta 21,59
pesos por dólar en pocas semanas; 2) Los niveles de 17,77-21,59 deberían al
menos generar una inflexión transitoria a la baja de 1,65 ó de 2,68 pesos antes
de que la voladura alcista pueda continuar; 3) Los grandes objetivos del
dólar-peso no obstante se encuentran en 39,22 como mínimo, aunque el nivel de
57,14 podría ser también fácilmente alcanzado en los próximos meses.
Se sugiere a los lectores no intentar realizar ninguna
deducción de los números aquí indicados como predicción por parte de este
analista sobre la base de comparar la base monetaria contra las reservas
líquidas en moneda extranjera existentes o por existir en el Banco Central de
la República Argentina. Esta cuenta sorprendente, que siguen practicando
numerosas personas, carece de todo sentido económico y jurídico, porque en el
país las “reservas” no constituyen garantía alguna de los medios de pagos
primarios circulantes, no pueden usarse para recomprar el dinero que el mismo
gobierno imprime, no se van a jugar en el mercado como se hacía durante la
convertibilidad noventista para esterilizar papel moneda, y porque tienen por
fin a duras penas pagar importaciones y gasto público. Esta abstracción
inaplicable debe terminar de una vez en la academia nacional por no
corresponderse con el funcionamiento efectivo del orden monetario local. Mucho
más efectivo, para los que quieren encontrar fundamentos y justificaciones a
los movimientos mercantiles, es centralizarse en el comportamiento de quienes
demandan y ofrecen pesos y en el de quienes demandan y ofrecen dólares cuyas
psicologías cambiantes son las que van formando los precios que, estudiados de
manera regular, permiten predecir o al menos intentar predecir cotizaciones
futuras que es lo que se hace en este artículo.
Finalmente, quiero señalar que noviembre de 2001 es la
hora cero de la actual tendencia, que en agosto de 2002 en 3,96 pesos por dólar
se cerro la fase 1 de este nuevo superciclo del papel moneda argentino. Que en
julio de 2005, tras caer el dólar por casi tres años, en 2,73 pesos concluyó la
fase 2 correctiva y descendente. Que a partir de ese entonces y hasta mayo de
2013 en 10,45 se expandió lo que técnicamente se reputa como onda 1 de la fase 3
del movimiento de largo plazo dólar-peso. A continuación, se describió una
interesantísima figura técnica correctiva a la baja, que se inicia en 10,45
para caer hasta 7,87 bajo presión de ANSES interviniendo en el mercado y con
Guillermo Moreno llamando a las mesas. Como parte integrante de esta figura,
que se denomina corrección contínua (o “running correction”), vivimos enseguida
la subida desde 7,87 hasta los 13,15 pesos del 24 de enero de 2014 cuando llega
la intervención del banquero central Fábrega y sobreviene así la consolidación
final hasta 10,24 pesos en abril de 2014. Es decir, la estructura
10,45-7,87-13,15-10,24 que es la onda 2 dentro de la gran fase 3 en juego es la
que ahora habilita explosivamente la tendencia ascendente que transitamos y a
la que se denomina onda 3 de 3. Cuál es la medición mínima para una onda 3 de
3? La historia muestra que, en movimientos de mediano plazo, el mercado tiende
a describir la misma dimensión logarítmica que la onda 1 de 3, o
preferentemente y debido a la “corrección contínua” de la onda 2 de 3 el
mercado tiende a describir 1,618 veces el desplazamiento logarítmico de la onda
1 de 3, lo que respectivamente se corresponde con mis números preferidos de
39,22 y de 57,14 pesos de papel por dólar estadounidense. Hay dos extensiones
mayores teóricas posibles también, por sobre los 86 pesos pero que habilitaré
técnicamente de ser necesario más adelante en función del despliegue de los
movimientos del mercado, descontando que si 39,22 ó 57,14 no detuvieran la
marcha del dólar ingresaríamos en escenarios macro que los economistas, en su
oportunidad, calificarán como “de tipo año 1989” y no “de tipo 1975” como
algunos se aventurarán seguramente a etiquetar en breve para explicar la
debacle del bienio 2013-2014 o del trieno 2013-2015.
Últimos 5 Artículos del Autor
Frente a la preocupación general por la ola de inseguridad que ha derivado en semejante cantida...
16/05 |
Reason Weekend 2024
10/07 |
Freedom Fest - Las Vegas
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!