Increíble pero cierto
Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Esto sucedió. El 14 de agosto 2014, en el barrio de la
Boca, calle Irala, que visitaba un joven
turista canadiense, Alex Hennessy, fue asaltado, revólver en mano, por Gastón
Aguirre, argentino, 33 años, ex presidiario.
Agurirre, de día, subido a una moto le gritaba
apuntándole, “¡dame la mochila, dame la mochila, dame la mochila!” Todo el
episodio fue grabado por una cámara Go Pro, un milagro de la tecnología, que el
turista llevaba en la gorra para documentar su viaje alrededor del mundo. Acá
lo hizo.
Hennessy corrió y zafó del robo. Subió su video a
Internet y así fue que nos enteramos del hecho. Aguirre fue detectado,
registrado por alguna cámara de las que están en la calle y detenido … por un
ratito. Considerando todo lo que sucede a diario, esto es un mínimo hecho sin
importancia.
Sin embargo, visto con amplitud de miras, sin quedarse en
el fallido robo en sí, es por desgracia la muestra palpable de la situación
actual del poder judicial, de la policía, de los medios, de la sociedad toda.
Estamos mal.
Más que mal, estamos peor. Hemos perdido la noción de lo
que está bien y de lo que está mal. Ya ni siquiera es el “relativismo”
pecaminoso del que hablaba el Papa Benedicto XVI, como el peor pecado del siglo
XX y XXI.
Gastón Aguirre tuvo una condena de 8 años por dos asaltos
a mano armada. Nunca usó el arma, sólo
amenazó, pero estaba cargada. Al salir en libertad, no delinquió más. Es lo que
dice. Está separado de su mujer, María José Coutelo y tiene un hijo de 14, que
cumplía años ese día.
Según Aguirre, hacía 5 meses que no veía a su hijo porque
su mujer se lo impedía (¿verdad?) y quería hacerle un regalo y llevarlo a
pasear ya que cumplía años. Aguirre asegura haber perdido su trabajo en una
panadería donde hacía repartos, porque su moto se estropeó y cuando la arregló,
el panadero le dijo que no tenía más el trabajo.
Alegó: “yo no salí a matar, ni a lastimar a nadie”, pero
el arma estaba cargada. “No tenía un mango”, ¿por qué no vendió el arma? Dijo
que en vez de venderla (después del robo fallido), la tiró al río (¿verdad?)
para no entregársela a otro que saliera a robar. ¡Cuánta bondad! La moto, de 2°
mano, le costó en el 2012, $26.000 y todavía está pagando las cuotas.
No se le ocurrió vender la moto para conseguir dinero. Ni
la muy buena campera de la selección nacional que llevaba durante el robo.
Reconoció que el hecho “fue un error”. No dijo un “delito”, definición
correcta, dijo un error. Una muestra cabal de la confusión moral del individuo.
Daba pena. ¿?
¿Cómo conocemos todos estos pormenores?, muy simple,
Mauro Viale lo llevó a la TV y le hizo una entrevista, la gente se compadeció
de “este pobre padre que sólo quería algo de dinero para festejar al hijo en su
cumple”.
Fabián Doman, periodista, contó que su producción lo
llamó después de ese programa para invitarlo al suyo, pero el “héroe” pidió
$3.500 para asistir. Algo que le negaron. Y Aguirre sigue libre, en su moto por
las calles, no sabemos si consiguió trabajo o si lo buscó, no sabemos de qué vive.
El secretario de Seguridad, Sergio Berni dijo que: “toqué
varios timbres en el poder judicial para obtener una orden de detención”, no la
obtuvo. La jueza María Romilda Servini
de Cubría dijo: “Cuando lo detuvieron a este Señor no estaba haciendo nada”.
¿Señor? Muy amable para un ladrón.
Si el video no basta, si el ladrón se convierte casi un
desgraciado héroe para los que lo miran por TV, ¡un pobre padre que quiere
festejar a su hijo y no tiene con qué!, si nadie en el poder judicial emite una
orden de arresto, si para la jueza “el Señor” no estaba haciendo nada en ese
momento, algo huele muy mal en Argentina. La moral está podrida.
A la jueza hay que advertirle que en algún momento Jack
el destripador tampoco estaba descuartizando prostitutas, no lo hacía todo el
tiempo. Eso no quita el hecho de que fuera un asesino serial. Que el poder
judicial esté aterrorizado por Zaffaroni, o lo que es peor, convencido por las
demenciales ideas de Zaffaroni, es gravísimo. Que los medios, por lo menos
algunos, se presten a llevar a la fama a un ladronzuelo de cuarta,
intranquiliza sobre la misión del cuarto poder, hoy en su mayoría, un poder de
cuarta.
El hecho es chiquito, intrascendente, no sucedió nada. El
único pequeño problema, fronteras afuera, el que el video, “made in Argentina”,
deja al país como lo que es hoy: el reino de la inseguridad. Turistas,
abstenerse.
Puertas adentro, tipifica hasta qué punto Argentina ha
descendido, no ya en producción de carne, leche, trigo, maíz y educación y
hemos subido en corrupción, droga, inflación, relatos épico/imaginarios, en
peleas gratuitas con el mundo; todo esto demuestra qué bajo hemos caído
moralmente.
Ladrones sueltos, chiquitos, grandes y algunos muy
importantes; un poder judicial que se mueve al compás de lo que pudiera
suceder, atento al poder político; medios acomodaticios buscando rating a como
dé lugar, el tema no importa, los auspiciantes se fijan en el rating, y la
sociedad mira impasible, impotente. Algunos se conduelen de la mala suerte del
“pobre tipo”, y a nadie le importan las leyes ni el uso correcto de las
palabras que son toda una definición,
“¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor! /Lo mismo un burro, /que un gran
profesor /No hay aplazaos ni escalafón / los inmorales nos han igualao…”
Propuesta pragmática: aceptar que el himno nacional es
“Cambalache” y olvidar, por lo menos hasta el 10/12/2015, el “Coronados de
gloria vivamos/ ¡O juremos con gloria
morir!”
“Increíble pero cierto”, nombre de un popular programa de
TV, hoy de un blog.
Cambalache: tango, letra y música de Enrique Santos
Discepólo, 1934.
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