Exaltación del ¨chanta¨
Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
EXALTACIÓN DEL “CHANTA”
Calendar septiembre 19, 2015 | Posted by Malú Kikuchi
Malú Kikuchi
(19/9/2015)
Dicen que para muestra basta un botón. Y para definir
desgraciadamente a nuestra sociedad argentina, a la que pertenecemos, es
suficiente hablar de Javier Bazterrica.
¿Quién es este sujeto que representa a buena parte de
nuestra gente? Es el “gigoló”, como lo han bautizado los medios. Un tipo del
montón, joven, tirando a feo, que se cambia el nombre por uno considerado
“paquete” y se dedica a enamorar mujeres para después, estafarlas.
El individuo tiene varias denuncias penales por estafa,
en Rosario y en CABA. El tema es chiquito, de hecho no vale la pena escribir
sobre él, pero es la punta del iceberg, una manera de ser argentina aceptada,
admirada y perdonada.
Más que aceptada, exaltada. El individuo de los varios
nombres y el pelo engrasado, es entrevistado por los canales de TV y las radios
y contratado por los boliches de moda, todo ello, pago. El tipo está de moda y
cae en gracia.
Difícil de entender para alguien que no vive en
Argentina. Si buscamos la definición de exaltación, encontramos que es, “alabanzas hacia algo o alguien admirable
/ gloria que resulta de una acción muy notable.” El gigoló no es eso.
El problema, porque es un problema serio que afecta el
ser argentino, lo describe con maestría Mario Kostzer en un estupendo libro “El
chanta argentino” (Vergara 2007). La
palabra chanta viene del dialecto *campanio, “cianta-puffi, clava clavos,
trabajo mal hecho y a las apuradas. Una versión del “lo arreglamo con alambre,
lo arreglamo”.
Dice Kostzer, “Es el que está siempre donde debe estar,
es el hincha del equipo campeón, el que más proezas sexuales realizó, el que
jamás está obligado a cumplir obligación alguna, y por supuesto nunca va a
pagar ningún impuesto, porque no tiene la culpa de haber nacido taaan vivo.”
Y la gente les cree, hasta cuando sabe que mienten. Pasa
por eso de “mentime que me gusta”. Podemos recordar desde “la mano de Dios”,
muy festejada, como si Dios hiciera trampas, al considerado muy gracioso
Barrionuevo diciendo “en este país hay que dejar de robar por dos años”. Cierto.
Hay mucho más, “Estamos condenados al éxito”, Duhalde,
lástima que el éxito no es tan esquivo. “Billetera mata galán”, Jacobo
Winograd, casi un lema argentino. O “Aquí la pelota no dobla” Passarella, en
Quito, cuando la selección argentina perdió ante Ecuador.
Mezcla de verdades a medias, esperanzas mágicas, mentiras
y disculpas groseras. El chanta es un “descarado, desvergonzado, informal,
insolvente moral, incumplidor”.
¿Por qué estos defectos más que desagradables, que nos
impiden construir una nación seria y respetable ante el mundo, con reglas de
juego que se mantengan en el tiempo, con capacidad para reconocer errores, en
vez de ser combatidos por la sociedad, esta los festeja como si fueran
graciosos chistes inofensivos, y no lo son?
¿Estamos tan enfermos como sociedad? La insólita facultad
de sociales de la UBA, invitó al gigoló a dar una charla el día de ayer, a las
22hs en el aula 300. El decano Glenn Postosk dice que creyó que era una broma,
pero lo permitió. Es la misma facultad que permitió el acto de pos porno a la
vista de cualquiera que pasara por el hall de entrada.
Quizás no sea demasiado tarde. La entrevista, gracias al
revuelo que armó el tema, fue suspendida. Pero la sociedad que se ríe del
gigoló, los medios que le dan aire y dinero, los boliches que lo contratan
porque saben que es negocio exhibir al chanta porque es una atracción, esta
sociedad que no lo condena, ¿no lo estará fomentando?
El problema no es el gigoló, el problema somos los
argentinos. Desde hace tiempo tenemos esta inclinación perversa hacia el
“chanterío”, que explica nuestra
reiterada inclinación a votar gobiernos populistas. Gobiernos que nos mienten
descaradamente, desvían la educación, fabrican pobres para tener clientes y
luego los esconden, nos dejan deudas impagables y mientras nos mienten una y
otra vez.
¿No habrá llegado la hora de pensar en el país que le
vamos a dejar a los hijos y a los nietos, antes de votar?
*Dialecto “campanio”, uno de los dialectos napolitanos.
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