¿Gradualismo o shock? ¿O mejor instrumentar políticas irreversibles?

Jorge Ávila
Sus
escritos fueron publicados en las obras “Soluciones de Políticas Públicas para
un País en Crisis” (2003), “Claves para interpretar la Argentina” (2004), “Desafíos
del Bicentenario para la Libertad” (2010), de la Fundación Atlas para una
Sociedad Libre.
En la prolongada
historia de sobresaltos macroeconómicos de la Argentina, no recuerdo una
instancia anterior a la presente en la que se discutiera, o siquiera se
considerara, la conveniencia de aplicar un plan gradual de lucha contra la
inflación. Normalmente, los planes eran de shock porque la bomba ya había
explotado.
El mejor ejemplo es el gobierno de Menem.
Empezó antes de lo previsto pues la tasa de inflación llegaba a 200% por mes.
El país estaba en situación de disponibilidad, groggy. Dos años y medio
después, que es el tiempo que el presidente Macri lleva en funciones, la moneda
era estable, la inflación caía en forma acelerada, la reactivación era
palpable,se había privatizado Entel y se había establecido una relación franca
con EEUU, que era la cabeza de un mundo unipolar. Se dio vuelta el país como un
guante.
Cuando Macri asumió la presidencia no había
explotado ninguna bomba. La situación fiscal era insostenible para los
especialistas pero no para la población. O sea que el país no estaba en
situación de disponibilidad; un cambio sin anestesia como el ejecutado por
Menem no parecía posible, o bien esto prefirió pensar el nuevo presidente.
Desde el punto de vista económico, la política
de shock es superior a la gradualista. La razón debería serobvia: cuanto antes
se eliminen distorsiones y déficits, mayor será el valor presente de la
economía nacional. Dicho en otras palabras, mientras más rápido se corrijan
distorsiones y déficits, más rápido la economía alcanzará sus nivel potencial
de eficiencia y riqueza; más rápido se recuperarán la inversión, el empleo y la
actividad. Un plan gradual es por necesidad lógica comparativamente
ineficiente.
Desde el punto de vista de la gobernabilidad,
¿qué es mejor: ajustar de entrada y asumir el riesgo de una pueblada o ajustar
gradualmente y asumir el riesgo de una crisis macroeconómica importante?
Si Macri hubiera optado por una marcha
acelerada hacia el déficit cero, en el presente la inflación se situaría en un
dígito bajo, habría estabilidad cambiaria yel riesgo argentino se acercaría al
riesgo brasileño,y con esto observaríamos crecimiento y una reducción sostenida
del desempleo. Pero el riesgo de una pueblada en los comienzos de su gestión
hubiera sido elevado.
Macri optó por el gradualismo. Decidió bajar
gradualmente un déficit fiscal de 8% del PBI y algo más ambiciosamente la
inflación. Con el lanzamiento de la política de metas de inflación quedó al
descubierto la inconsistencia entre el déficit fiscal y las metas de inflación.
Esta política exige marcada independencia del BCRA, mucha claridad en su
proceder y nulo o muy bajo déficit fiscal. La experiencia internacional enseña
que esta clase de política tiene éxito cuando parte de una tasa de inflación no
superior a 10% por año y el gobierno no le pide al BCRA que emita dinero para
cerrar sus cuentas.Nuestro país no cumple estas condiciones. El gobierno ha
evitado hasta ahora una pueblada pero corre el riesgo de caer en una crisis
macroeconómica importante.
En el corto plazo, hay varias salidas
alternativas: a) continuar el ajuste fiscal gradual y recurrir a un mayor
financiamiento externo; b) reemplazar el financiamiento externo por una mayor
emisión monetaria; c) fijar el tipo de cambio en su nivel de conversión. El vértigo
de la crisis está dejando atrás la primera alternativa y quizá también la
segunda.
Alternativa a) Es la que anunció el presidente
Macri el lunes 7 de mayo. Un préstamo del FMI por u$s 30.000 millones sería una
ayuda considerable. Permitiría cubrir los vencimientos de la deuda durante el
resto de este año y parte importante de 2019.Pero es vulnerable a una corrida
sobre las Lebacs.
Alternativa b) Si el financiamiento externo no
pudiera concretarse, habría que recurrir al impuesto inflacionario. El BCRA
debería empezar a emitir dinero según las necesidades del gobierno nacional.
Esto implica una emisión de5% del PBI (u$s 28.000 millones) y una inflación
piso de 60% anual. También es vulnerable a una corrida sobre las Lebacs.
Alternativa c) Consiste en fijar el tipo de
cambio en un nivel que permita respaldar los pasivos monetarios y no monetarios
del BCRA, rescatar las Lebacs para sacarnos esta espada de Damocles de encima,
y ajustar sueldos, jubilaciones y otros gastos públicos por debajo de la
inflación hasta que la economía se encarrile.
Consideremos ahora el largo plazo. Soy un
convencido de que mientras Argentina tenga un banco central, habrá devaluación
y por consiguiente inflación. Mi fundamento es la historia de crónica
inestabilidad y reversibilidad institucional del país. En vez de nuevos
intentos de repesificación de la economía, deberíamos sustituir el peso por una
moneda de primera clase mundial.
Si Argentina adoptara como propia una moneda de
primera clase, no habrían corridas cambiarias ni inflación; tampoco tendríamos
paritarias, huelgas, tarifazos, cortes de luz, congelamientos de precios y
amenazas de expropiación, y mucho menos bloqueos de exportaciones e importaciones.
Así de tremendo e ignorado es el daño que generar una moneda de mala calidad
como el peso, que sucesivos gobiernos se empeñan vanamente en revivir”
Academia Nacional de Ciencias Morales y
Políticas 14 de mayo de 2018 Jorge C. Ávila Economista Academia Nacional de Ciencias Morales y
Políticas 14 de mayo de 2018 Jorge C. Ávila Economista
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
