Coronavirus: retos y aprendizaje
Matías Enríquez

Participante del Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2020. Periodista argentino que ha trabajado en diferentes medios de comunicación, actualmente dedicándose a la comunicación institucional de organismos de gobierno. Trabajó en diferentes medios gráficos como El Mundo (España), Marca (España) y ESPN-La Revista (Estados Unidos), en radio y TV. Fue corresponsal, redactor, movilero, editor, columnista, conductor y productor. También se desempeña como docente en talleres de Comunicación, Periodismo y Argumentación. Ha publicado columnas de opinión en diferentes medios como Infobae, Diario Perfil, ADN Ciudad, Mundiario  y Visión Liberal, entre otros. 




Aislamiento, distanciamiento y lejanía: la situación es atípica y extraña. Atravesamos tiempos únicos en nuestra historia reciente con una declaración de cuarentena para hacerle frente a un “enemigo invisible”, tal como el Gobierno decidió llamarlo. Un enemigo sin cara que vino a quebrar con los dogmas argentinos por antonomasia. Por un tiempo se acabaron los asados familiares, las reuniones con amigos y los partidos de fútbol entre semana. Ni hablar de la calidez diaria, del saludo con el encargado del edificio o el apretón de manos con el del kiosco, la peluquería y demás. Este Covid-19 se ha transformado en un virus disruptivo que puso en jaque absolutamente todo por unos días, aunque no tenemos bien en claro cuantos serán. Este nuevo paradigma nos desafía y nos interpela ¿Estamos preparados para el trabajo remoto o home office? ¿Seremos capaces de atravesar el umbral del egoísmo para afianzar el respeto y la solidaridad para con el prójimo? ¿Podrá la inestable economía argentina hacer frente a este panorama? Infinidad de dudas surgen al respecto y nadie tiene la llave que abra la puerta de todas las respuestas a esas preguntas que todos nos hacemos.
 
Es un duro desafío a las sociedades contemporáneas y, en particular en nuestro país, una prueba de fuego respecto de nuestra nuestra solidaridad para con el prójimo. No tenemos la cultura oriental que prima -a veces forzadamente- lo colectivo por sobre el individual. Son tiempos donde el Yo se debe suplantar por los “tu, el, nosotros y ellos”. Nos piden una sola cosa: quedarnos en nuestros hogares para evitar que la ascendiente curva se dispare por los aires. Evitar la propagación de este virus quedándonos en nuestras casas es tan imprescindible como el cuidado de higiene que desde diversos canales de comunicación nos piden que hagamos. Cuidarte es cuidar a todos. La enseñanza de lo que aconteció en otros lugares nos pone en un lugar de aprendizaje sobre qué es lo que tenemos que hacer. El tiempo fue amigo en esta ocasión y aplanar la curva es esencial para que el sistema de salud no colapse. Por vos, tu familia y también por el otro, necesitamos que esto no suceda. Achatar la curva implica que el sistema de salud estará cuando sea necesario y no se sature antes de tiempo. Así que, como dice el hashtag que es tendencia hace varios días: #QuedateEnCasa.  Incluso la tan denostada clase política nos brinda una señal de unidad, madurez y respeto que parece impropia de nuestro país. Alberto Fernández ha declarado la cuarentena en compañía de Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof, Gerardo Morales y Omar Perotti. Fusión de oficialismo y oposición para dejar un mensaje claro: tenemos que estar unidos y ser responsables, como bregaron los medios de comunicación en sus tapas hace algunos días. Al igual que ocurre con Fernan Quiros y Gines Gonzalez García -de curiosa ausencia en estos últimos días-, el trabajo conjunto y el bien común por sobre las diferencias serán las únicas vías institucionales para poder enfrentar esto y salir airosos. 
 
No obstante, el coronavirus nos ha puesto en una situación incomoda. Mensajes de WhatsApp con información falsa -aprovechemos el tiempo para chequear su paradero y no difundir cosas que solo llevan a la paranoia-, personas que no sienten en su modo de vida el encierro -jóvenes pero también adultos mayores, a quienes más debemos cuidar estos días- y aplausos a los profesionales de la salud desde los balcones -profesionales que están poniéndole el cuerpo de una manera estremecedora para que la situación no se desmadre- forman parte de un cocktail explosivo que eleva los índices de sentimentalismo y emoción. Se debe hacer aislamiento físico pero no emocional. Es el momento de sacarle el provecho, mesuradamente para que las lineas y las redes no colapsen, para hablar con nuestros familiares y ser soporte emocional para aquellos que más padecen esta situación. También serán momentos para ocuparse de aquellas cosas que el quehacer diario posterga como la cálida lectura, el trabajo en el hogar y el ocio que brindan las series y películas.
 
El coronavirus ha modificado nuestras vidas pero debemos enfrentarlo aferrándonos al optimismo para que nos sirva de enseñanza y de oportunidad de ampliar el lente de la foto para que entremos todos y no solo sea un autorretrato. Solo desde allí podremos superar esta adversidad y saber que, como dijo Guillermo Francella en un reciente spot que se viralizó a través de las redes sociales, “esto no va a ser para siempre”. 
 
 
Publicado en Perfil.
 

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