No es la pandemia. Es la cuarentena, estúpido
Javier Milei
Es economista y coordinador de la Mesa de Economía de la Fundación Acordar.



1.    El debate y los datos
A partir de la llegada del Covid-19 se ha instalado un debate que, ante la caída del nivel de actividad económica, el empleo, el salario real y un súbito aumento de la cantidad de pobres e indigentes, busca quitar la responsabilidad del Gobierno en el desastre económico y, más tarde o más temprano, social, responsabilizando de ello a la pandemia y no a la política preferida del gobierno para enfrentar al virus, esto es, la cuarentena. El argumento es simple, la pandemia es un shock externo, mientras que la cuarentena es absoluta responsabilidad del Gobierno.
 
Lo primero que deberíamos señalar es que la economía ya venía transitando por un mal camino desde mediados del año 2018 cuando la economía entró nuevamente en recesión, y que el actual gobierno no logró revertirla tendencia. Concretamente, los datos del PIB para el primer trimestre del presente año muestran una caída del 5,4% respecto el mismo período del año anterior.
 
De todos modos, ello no representa una prueba suficiente para señalar mala gestión, ya que, ante el freno de una tendencia de caída, los datos interanuales suelen mostrar signo negativo, lo cual es la base de lo que se dé como arrastre estadístico.
 
Sin embargo, cuando se muestra el indicador en términos desestacionalizados, nos encontramos con una caída del 4,8% respecto al trimestre anterior, lo cual si es responsabilidad del nuevo gobierno. Es más, de los números se percibe el accionar del gobierno, ya que mientras el consumo privado cae 6,8%, la inversión 9,7%, las exportaciones 13,4% y las importaciones 7,6%, el único rubro que mostró signo positivo fue el consumo público en 1,6%.
 
Al mismo tiempo, el indicador de actividad (EMAE) de frecuencia mensual también muestra una caída colosal. Así, durante marzo, aún con sólo diez días de haberse impuesto la cuarentena, la actividad cayó 11,4% respecto al mismo período del año anterior, mientras que, en abril, la producción del país cayó en un 26,4% (acumulando una retracción del 11% año/año en lo que va del año), la cual constituye la máxima caída de la historia argentina.
 
Por lo tanto, a la luz de los espantosos números que arroja la economía y, dadas las críticas de haberse apoyado de modo exagerado en la opinión de los infectólogos, el Gobierno salió a imponer el relato de que el problema no es la cuarentena, sino que es la pandemia. Para ello, salió a mostrarlos números de caída de PBI para distintos países del mundo en base a las estimaciones del FMI. En éste sentido, uno debería señalar que el Organismo Multilateral estima que el PIB del mundo caerá un 4,9%, mientras que la caída de Argentina sería del 9,9%, lo cual pone al país dentro del lote de los países con peor desempeño del mundo, donde, no casualmente, en los países con cuarentenas más duras mayor la tasa de caída.
 
2. Pandemia o fraudemia
Hay un chiste que dice que se encuentran dos microeconomistas (quienes miran todo en términos relativos) y uno le dice al otro “Hola, ¿cómo está tu mujer?” y el otro le contesta “¿Comparada con qué?”. En esto vale lo mismo.
 
Si uno quiere comprenderlos efectos letales del Covid-19 lo primero que debería tener en cuenta es ¿cómo es la dinámica poblacional en términos de muertes? En éste sentido, lo primero qué se debe captar es que, a lo largo del presente año, según los estudios demográficos de Naciones Unidas, en el planeta morirán 60 millones de personas, esto es, cerca de unas 165.000 personas por día a lo largo del todo el mundo. Por otra parte, cuando se analizan las muertes por Covid-19 en todo el mundo, las mismas tardaron poco más de 100 días para alcanzar dicho número, esto es, estaríamos en torno al 1% de las muertas del mundo (aún en una linealización favorable al Covid19).
 
Es más, si uno compara con el caso de la fiebre española, que es el caso con el que la Organización Mundial de la Salud amenazó al mundo, el nivel de desproporción es mucho más que enorme. Concretamente, la fiebre española tuvo lugar desde fines de 1918 hasta inicios de 1920, la cual infectó a un tercio del planeta tierra y se cargó con la vida del 6% de los infectados (= tasa de letalidad). Esto es, la fiebre española mató a 39 millones de personas, lo cual representaba un 2% de la población total del planeta tierra. Si uno replicara los números, para los niveles de población del 2020, estaríamos hablando de 2.600 millones de infectados y de un total de muertos por el Covid-19 de 156 millones, mientras que extrapolando linealmente los datos al día de hoy darían un total de 20 millones de infectados y de 1 millón de muertos. Esto es, la OMS le ha errado en la cantidad de infectados en 130 veces y en el número de muertos en 156 veces. Es más, dado que, durante el primer semestre, en los medios de comunicación audiovisuales mostraban continuamente zócalos con la cantidad de muertos por Covid-19 en todo el mundo, si el virus en cuestión, hubiera tenido la misma letalidad que la fiebre española, los zócalos deberían haber mostrado que morían 427.397 personas por día, número que al Covid-19 le costó alcanzar cinco meses.
 
Por lo tanto, a la luz de los datos presentados estamos frente a dos interpretaciones. Por un lado, es que la Organización Mundial de la Salud tiene un serio problema con el manejo de las matemáticas y las estadísticas, lo cual la llevo a cometer un error descomunal. Por otro es que lo hayan hecho de modo totalmente intencionado. Sin embargo, más allá de cual haya sido el motivo, el punto es que el Covid-19 no sólo no es como la fiebre española, sino que es cuestionable definirlo como pandemia.
 
3. Cuarentena y economía
Acorde a los números presentados y de los errores más que groseros cometidos por la OMS en las estimaciones que dieron sustento a sus recomendaciones, resulta por demás importante, cuánto de la caída del PIB mundial es atribuible al Covid-19 (es decir, a la fraudemia) y cuánto a la cuarentena, ejercicio que toma sentido, ya que, más allá de las diferencias entre los distintos modelos de cuarentena implementados en el mundo, todos han hecho cuarentena.
 
A la luz de las presunciones realizadas por los la Organización Mundial de la Salud y en especial por los infectólogos quienes señalaron que la pandemia del Covid-19 sería equivalente a la “peste española” un trabajo econométrico realizado por Robert Barro, José Ursua y Joanna Weng buscó determinar el impacto que tendría sobre el crecimiento del producto y del consumo, ambos en términos per cápita, y en la tasa de retorno de los bonos del Tesoro y la tasa de inflación en el mundo de ser cierta la hipótesis de los expertos en salud. A su vez, para estudiar el impacto de la fiebre española (para después poder asimilar con el caso del Covid-19), el período de análisis va desde el año 1901 hasta 1929, donde el corte de la serie de tiempo en dicho año viene explicado por la presencia de la Gran Depresión. A partir de ello, para los 42 países que son parte del estudio de cross-section los valores de las muertes fuera del período de la peste española 1918-1920 y las muertes de La Primera Guerra Mundial 1914-1918 son jadas en cero. Además, vale la pena destacar que, si bien la fecha de 1901 puede resultar un poco arbitraria, estimaciones que arrancan desde 1870 arrojan resultados similares.
 
De este modo, en función de los resultados econométricos obtenidos, los autores del trabajo determinan que si la cantidad de muertos por Covid-19 fuera similar a la de la peste española, la tasa de caída en el crecimiento del producto per-cápita sería del 6%, mientras que para el caso del consumo per-cápita sería del 8%. Por otra parte, si consideramos que la tasa del crecimiento del PIB, para valores pequeños, puede asimilarse a la suma de la tasa de crecimiento del PIB/c más la de la población (neto entre crecimiento natural y el efecto de la enfermedad) el PIB del mundo estaría mostrando una retracción de la tasa de crecimiento de 7 puntos porcentuales. Por lo tanto, dado que las estimaciones de caída en la tasa de crecimiento acorde a lo estimado por el FMI (utilizando otra metodología y trabajando país por país) está en la misma línea que el trabajo de Barro-Ursua-Weng asimilando el Covid-19 con el caso de la fiebre española, dado que el virus mostró una letalidad por lo menos 156 veces menor, el origen de la retracción es la cuarentena y no la fraudemia. Puesto en otros términos, dado que las muertes por Covid-19 serían del 0,013% para todo el mundo, la tasa de crecimiento del PIB per-cápita debería haber caído en 0,038%. De este modo, la cuarentena mundial es responsable del 99,27% de la caída del PIB. Si a su vez, consideramos que Argentina es el alumno estrella de la OMS, resulta por evidente la atrocidad causada por el gobierno de Alberto Fernández a instancias del grupo de infectólogos que lo asesoran. Esta situación se vuelve muchísimo más grave cuando uno considera que por la propia dinámica mundial del virus, el país no sólo contó con más tiempo sino también con mucha más información.
 
4. Un remedio peor que la enfermedad
Si bien resulta claro que el modelo de cuarentena ha tenido un efecto devastador en la tasa de crecimiento mundial, dicho error se vuelve aún mucho más estremecedor cuando se considera los impactos en el mercado de trabajo. En este sentido, estudios de la Organización Mundial del Trabajo estimaron que durante el primer trimestre del año se perdieron 4,5% de las horas trabajadas en el mundo, lo cual implica que se perdieran 130 millones de puestos de trabajo, mientras que, frente a una pérdida de 10,5 horas durante el segundo trimestre del año, la cantidad de puestos laborales que se han perdido llegan a 305 millones.
 
Al mismo tiempo esa destrucción de millones de puestos de trabajo ha implicado que el salario promedio en el mundo caiga un 60%. Al mismo tiempo, dado que un 62% de los trabajadores del mundo trabajan en el sector informal y que 47 puntos de esos 62 han sido impactado de modo muy significativo por la cuarentena impulsada por la Organización Mundial de la Salud, la cantidad de trabajadores informales que se hallaba debajo de la línea de pobreza en el mundo pasó del 26% al 59%. Por otra parte, acorde a las estimaciones del World Food Programme (WFP) junto a los resultados derivados del “Global Report on Food Crises 2020” (elaborado junto a la Food Security Information Network de la FAO y la International Food Policy Research Institute) señaló que, antes de la llegada del Covid-19, unas 135 millones se encontraban bajo una situación de inseguridad alimentaria.
 
Sin embargo, lo que se observa es que el diseño de respuesta (cuarentenas estrictas) para resolverlos efectos del virus chino enfrenta a los países a un desafiante trade-off entre salvar vidas o los medios de sustentación para poder vivir. De este modo, salvar vidas del coronavirus, dado el modelo de cuarentena está llevando a que las personas mueran de hambre. En términos concretos, las investigaciones del WFP señalan que unas 130 millones de personas adicionales serán empujadas al límite de la inanición, por lo que el total de personas bajo inseguridad alimentaria treparía a 265 millones de seres humanos. Por lo tanto, en función de ello y acorde los estudios de la WFP, en el mundo estarán muriendo de hambre 300.000 personas por día, durante por al menos un lapso de tres meses, esto es, unas 27 millones de personas estarán muriendo de hambre gracias al modelo de cuarentena impulsado por la OMS. En definitiva, todo ello muestra que el remedio está siendo mucho peor que la enfermedad
 
5. Cuarentena: un delito de lesa humanidad
Tal como señalan Ricardo Manuel Rojas y Andrea Rondón García en el libro “La supresión sistemática de derechos de propiedad como crimen de lesa humanidad”, el estudio de los tipos penales de crímenes de lesa humanidad o genocidio, acorde a como han sido definidos en convenciones específicas o en el Estatuto de Roma, permite advertir que tales crímenes se vinculan fundamentalmente con el ejercicio de acciones sistemáticas y violentas dirigidas a eliminar o suprimir a determinados grupos. Al mismo tiempo, vale la pena señalar que no solo la agresión física directa puede constituir un crimen de lesa humanidad, sino que también se puede buscar y alcanzar ese propósito mediante acciones que no son directamente violentas, como la supresión sistemática de derechos de propiedad a un nivel que haga imposible a la subsistencia de la población.
 
En este sentido, es que emerge con total claridad que la supresión sistemática de los derechos de propiedad por parte del Estado implica quitar la base de sustentación económica del individuo, el cual se enfrenta a un dilema existencial. Por un lado, defender su propiedad enfrentando el avance expropiador del Estado y que, a la postre terminará con su vida por inanición. Así, el Estado lo terminará asesinando utilizando una vía indirecta (y cuya transición podría encuadrar como una tortura). Por otro lado, la opción de ceder mansamente al capricho de los jerarcas del Estado y convertirse de éste modo en un esclavo. Por lo tanto, en el primer caso se aniquila el derecho a la vida, mientras que en el segundo el derecho a la libertad. Dentro de la lógica de dicho análisis, los casos de cuarentena más estrictos, tal como es el caso de Argentina, derivan en un delito de lesa humanidad. Así, el Estado, cuando impone la cuarentena ello implica la supresión generalizada del ejercicio de los derechos de propiedad de una gran parte de la sociedad civil. Concretamente, lo que hace la medida es suprimir por completo los ingresos de las empresas, al tiempo que se les exige seguir pagando los impuestos, sostener la cantidad de trabajadores y no permitir la reducción de salarios, el resultado de todo ello de modo simultáneo es que, durante el proceso, las empresas se consumen primero el capital de trabajo, para luego hacer uso de los ahorros de los propietarios de las firmas, lo que a la postre terminará quebrando las empresas y empobreciendo a sus dueños. En éste sentido, no sólo se produce un daño enorme sobre todas las capas de la sociedad fruto de la destrucción del capital, sino que, además, deja desvalido al sector privado frente a un Gobierno que avanza con pretensiones totalitarias.
 
Por lo tanto, el impulso de un modelo de cuarentena extremadamente profundo y por un tiempo exageradamente prolongado, no sólo permite el avance sobre la vida de la población por parte de gobiernos con pretensiones totalitarias, sino que además, los gobiernos se convierten en verdaderas maquinarias de violación masiva de derechos individuales y cómo en dicha tarea, la violación de derechos de propiedad resulta esencial para alcanzar los objetivos, dichas acciones quedan alcanzadas por varias de las cláusulas del Estatuto de Roma y de aquellas legislaciones internas que lo hayan adoptado.
 

 

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