Mentiras, mentiras piadosas y estadísticas
Mary Theroux
Vicepresidente de The Independent Institute.




Ronald Coase (de cuyo ensayo "El Faro en la Economía" se deriva nuestro logo) es justificadamente famoso por cuestionar teorías muy difundidas, como la de que el faro es la quintaesencia del bien público. En el caso de la empresa, Coase bajó de su torre de marfil y visitó emprendimientos para atestiguar de primera mano cómo funcionaban realmente. Sus hallazgos, que contrastan con el gran cuerpo de escritos teóricos sobre la firma, le valieron el Premio Nobel de Economía de 1991.
Los cronistas de hoy harían bien en emular su ejemplo. En vez de simplemente reimprimir los comunicados de prensa gubernamentales con hechos y cifras sobre la pandemia de coronavirus, los hospitales abrumados, la amenaza de miles de "casos", etc., sería refrescante si realmente salieran e hicieran algunas comprobaciones investigativas por sí mismos.
Como es ampliamente conocido, la mayor parte de los primeros informes consistían en modelos predictivos, que más tarde resultaron ser muy defectuosos, y ulteriormente ha habido una enorme corrupción en el recuento de los decesos y "casos": desde la influencia corruptora de los montos en concepto de reembolso del Medicare que incentiva un diagnóstico de COVID como causa de muerte u hospitalización, hasta la ineptitud y corrupción burocrática -sólo los más ingenuos pueden aceptar las cifras oficiales.
Un simple caso de muestra: las historias repetidas hasta el hartazgo de hospitales "abrumados". Esta es seguramente una historia que hasta el periodista más novato podría comprobar simplemente visitando los hospitales del área para ver por sí mismo.
En el mundo real, se perdieron miles de puestos de trabajo en el sector de la atención de la salud y las salas de guardia quedaron vacías, a medida que quienes habrían buscado atención médica regular se alejaron en masa; el hospital de campaña Samaritan's Purse Central Park y el buque hospital de la Marina Comfort (que trató a menos de 200 pacientes durante su estadía) se retiraron silenciosamente de Nueva York por ser innecesarios, y los titulares alarmistas informaban de "hospitales comados" cuando la capacidad real era más que suficiente.
La verdadera historia que un reportero emprendedor no debería haber omitido: los hospitales, gravemente afectados por la falta de ingresos de los pacientes "regulares" durante el cierre, son reembolsados a tasas más altas por un diagnóstico de Covid. En muchos lugares no se requieren pruebas para verificar el diagnóstico, ni se distingue entre estar enfermo o morir "por" Covid vs. "con" Covid. Por lo tanto, el personal del hospital se encuentra bajo una gran presión para registrar un diagnóstico de Covid. En resumen: "Esta puede ser la explicación para los ejecutivos del hospital que afirman tener mucha capacidad y el creciente número de hospitalizaciones de Covid".
Así que la próxima vez que te enfrentes a otra historia de miles de "casos", o a algún nuevo segmento de la población que de repente está en peligro, es buena idea comprobar los motivos detrás de la fuente de información. Vale la pena repetir que El miedo es la base del poder de todo gobierno y de los ingresos de cada medio de comunicación: "la sangre, vende", y en la jerga actual, el miedo es un gancho para que la gente haga clic:
Este mismo factor ayuda a explicar el repiqueteo de los temores desatados por los medios masivos de comunicación: además de servir a sus propios intereses en la captura de una audiencia, adquieren un seguro contra el castigo del gobierno al seguirle el juego a cualquier programa que infunda miedo que el gobierno esté llevando a cabo en la actualidad. Cualquiera que vea, digamos, los programas de noticias de CNN, puede atestiguar que rara vez pasa un día sin que se anuncie una terrible amenaza previamente insospechada— lo llamo el peligro du jour.
Al mantener a la población en un estado de aprensión artificialmente incrementado, el gobierno y los medios de comunicación preparan el terreno para implementar medidas específicas en materia de impuestos, regulación, vigilancia, denuncias y otras invasiones a la riqueza, privacidad y libertades de las personas. Si se la deja sola por un tiempo, aliviada de este incesante bombardeo de advertencias, la gente pronto lograría comprender que casi ninguna de las amenazas anunciadas tiene sustancia alguna y que puede manejar bastante bien sus propios asuntos sin la reglamentación relacionada con la seguridad y la extorsión impositiva que el gobierno trata de justificar.
Lamentablemente, como señalaron esos sabios de Monty Python, si bien los informes de fallecimientos pueden ser exagerados, no lo son los aumentos masivos del desempleo, el abuso y las sobredosis de drogas y alcohol, el suicidio, el malestar social y la violencia doméstica.
Es hora de poner fin a esta sandez y garantizar una sociedad en la que los individuos evalúen y manejen sus propios riesgos, y la libertad sea considerada como el valor supremo.
Traducido por Gabriel Gasave
 

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