Perú, a las puertas del infierno
Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.
Finalmente, luego de una larga y, sabidamente, inútil batalla por un puñado de votos y unos cuantos cruces de denuncias, ocurrió lo esperable: Pedro Castillo es el nuevo presidente de Perú. Su asunción fue lo más parecido a una mala comedia de enredos. Todo, desorganización, peleas intestinas, retrasos, banderas manchadas, los posibles ministros huyendo por la puerta de atrás, el vestuario, el discurso. La ceremonia que se convocó en el Gran Teatro Nacional de Lima comenzó muchas horas más tarde. Ante la presencia de la crema y nata del socialismo del Siglo XXI la asunción de Castillo fue una muestra gratis de lo que será este oscuro e insólito gobierno.
José Pedro Castillo Terrones nació en una zona rural muy pobre del norte de Perú. De religión católica, se distingue del modelo de izquierda identitaria en el rechazo al aborto, al matrimonio homosexual y la eutanasia, y a todas las consignas feministas, sustentables e inclusivas, pero esto no mosquea a sus aliados latinoamericanos que, ante todo, son pragmáticos y amoldables: lo que importa es llegar al poder. A Castillo se lo ve bastante corto de formación aunque estudió pedagogía y fue maestro por casi 30 años, con una intensa actividad gremial que lo terminó de depositar en las filas de Perú Libre, un partido comunista liderado por Vladimir Cerrón, ex gobernador de la región de Junín, sentenciado por corrupción y abuso de poder. Cerrón es el artífice, la cabeza pensante y el jefe de Castillo. Es quien manejó los hilos de la candidatura y quien manejará a futuro la presidencia de Perú, cueste lo que cueste, cosa que quedó claro en la hecatombe de la asunción y posterior caída de los mercados.
DE MANUAL
A Hugo Chávez le pasó algo parecido respecto del proceso de reformas y la problemática de la reelección limitada así que convocó un referéndum para que se decidiese si se convocaba una asamblea constituyente. El camino que va a iniciar Perú se ejecutó ya en Venezuela y se va a seguir expandiendo por el continente. Sube un chavista que encuentra obstáculos para su reelección infinita y comienza un coordinado sistema de manifestaciones populares que demonizan la Carta Magna y convierten al tema en una prioridad política. El resto de la estructura política no se atreve a cuestionar la necesidad de la reforma y voilá, el tema está ya instalado. Siguiendo los pasos del difunto, en su primer momentum presidencial Castillo va a buscar la convocatoria a una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución.
LIQUI-LIQUI
Curiosamente, Pedro Castillo que se llenó la boca hablando de soberanía, recibió la banda presidencial vestido con un Liqui liqui, que es un traje tradicional venezolano. Copiando otras simbologías de Chávez, se niega a gobernar desde la sede del Gobierno nacional, y parece repetir una característica mayor: la satanización de la figura del empresario. Uno de los grandes problemas que se vieron en la organización de la asunción fue la falta de ministros y las desavenencias en la asunción de otros. El problema es que a Castillo no le alcanzan los codos para borrar los cargos que prometió con la mano y todo el esfuerzo por tranquilizar a empresarios e inversores, que se vio en la segunda vuelta, se desintegró en 48hs.
Su principal asesor económico, Pedro Francke, se la pasó pregonando en campaña que su modelo no tenía "nada que ver con la propuesta de Venezuela''. Era uno de los principales candidatos para el Ministerio de Economía debido a su discurso que intentaba dar tranquilidad a los mercados. Pero conforme se iban conociendo las designaciones, el economista hizo un berrinche y declinó acompañar a Castillo. De hecho, se lo vio salir raudo del acto. La razón era la escandalosa designación como Presidente del Consejo de Ministros de Guido Bellido Ugarte, congresista electo y encumbrado apologista de la organización guerrillera maoísta Sendero Luminoso, que a finales del siglo XX provocó casi 70.000 muertes. Fue Bellido quien, a raíz de las movilizaciones contra la dictadura cubana, dijo que en Cuba existe democracia ya que "los pueblos son los que determinan el modelo de gobierno. Eso es lo que han determinado y por eso están 60 años''.
Lo de Bellido Ugarte fue una afrenta para la decencia mundial. El mundo se hizo eco de el atropello. A la postre, y luego de una brutal caída de los mercados, Castillo trató de calmar la cosa convenciendo a último momento para que se incorporaran al gabinete el susodicho Pedro Francke en Economía y el jurista Aníbal Torres en Justicia. A cambio, Bellido hizo público un comunicado escenográfico en el que ratificó su ``compromiso con la democracia, la gobernabilidad y los derechos humanos'', y parece que con eso Francke que quedó contento, lo que demuestra que no era un señor de convicciones muy sólidas.
Para llevar adelante el manual de tiranía chavista que Cedrón (moviendo los hilos de Castillo) tiene planeado ejecutar a toda velocidad, se incluye también la conformación de un nuevo Tribunal Constitucional, vale decir la Corte Suprema peruana. La idea es que sea elegido por el pueblo en consulta popular, en lugar de por el Congreso. Para Cedrón esto asegura que los magistrados "defiendan una Constitución que ha terminado con todos los derechos y con el saqueo del país''.
LAS RONDAS
Este desembarco y desmembramiento de la justicia se completa con otra institución chavista de la que Castillo ha sido un fiel exponente: La ronda campesina que es el nombre de un tipo de organización comunal de defensa surgido en las zonas rurales de Perú a mediados de los 70: "La Policía Nacional es el pilar sobre el cual la actividad pública lucha contra este mal, pero eso no es suficiente. Nosotros creemos que debemos expandir el sistema de las Rondas, que no es otra cosa que la población organizada para dar seguridad a toda la población'', expresó Castillo. La expansión del sistema de ronderos es idéntica al armado de milicias parapoliciales que Chávez organizó para "defender la revolución''.
Justamente Perú es uno de los países que más venezolanos ha recibido huyendo de la catástrofe y estos representan casi el 3 % de la población del país, resulta imposible que los ciudadanos peruanos desconozcan los resultados de la transformación chavista. Sólo con una enquistada desconfianza en la democracia y una letal aprensión a la política puede comprenderse que muchos latinoamericanos hastiados, hartos y desanimados hayan permitido el asalto a sus repúblicas de una manera tan fácil e impúdica. Los peruanos no pueden decir que los engañaron, que esto fue una trampa y que no sabían a qué atenerse. Latinoamérica tampoco. Uno a uno, los países de la región están entregándose voluntariamente a sus verdugos.
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