El arte de la fuga
Sergio Crivelli


La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados oficialistas es, en primer término, la opinión más lapidaria sobre la gestión de Alberto Fernández que se haya conocido en los últimos dos años. Ni Fernando Iglesias podría superarla.­
Es también una exhibición temeraria de "realpolitik", por lo que calificarla de "irresponsabilidad" como hicieron algunos opositores implica reducirla a una cuestión moral y olvidar que la política es esencialmente lucha por el poder.­
Los reproches morales sirven para la campaña, pero no para explicar por qué el hijo de la vice (es decir la vice) abandonó el barco cuando todavía le faltan dos años para llegar a destino.­
¿Por qué lo hizo? El peronismo tiene otros casos de prófugos famosos de gobiernos que se hunden. Uno, el líder cegetista Casildo Herreras que ante el colapso inminente del gobierno de Isabelita Perón huyó al Uruguay. Un día antes del golpe de Videla le confesó a un periodista en Montevideo: "Yo me borré".­
Otro ejemplo notorio es el de Carlos "Chacho" Alvarez, peronista que posaba de izquierdista mucho antes de que Máximo Kirchner naciera. Renunció a la vicepresidencia del gobierno de la Alianza, una contribución inestimable a la caída de Fernando de la Rúa y al estallido de la crisis de 2001.­
Según contó Graciela Fernández Meijide, Alvarez instaló en el balcón de su casa un altavoz para arengar a las multitudes que irían supuestamente a pedirle que volviera. Resultó, en cambio, objeto de un repudio unánime y nunca volvió a ser candidato.­
¿Qué pretende el hijo de la vice? Primero, apartarse del fracaso. La diputada Fernanda Vallejos (la misma que llamó "mequetrefe" al Presidente) ya sentenció que con el plan de ajuste del FMI la derrota peronista en 2023 es segura. En segundo lugar, pretende rescatar del incendio el "relato", es decir, la supuesta identidad política de su sector. Avalar el ajuste le hubiese dejado menos futuro que a "Chacho" Alvarez, lo que prueba una vez más que un populista sin dinero es un político sin destino; un animal inexistente.­
Como consecuencia de su deserción al Presidente lo amenaza una anemia terminal de poder, más grave que la sufrida tras la derrota del año pasado en las urnas. Cristina Kirchner ya no le quiere poner ministros, directamente se quiere olvidar de él. Fernández dijo alguna vez que nadie lo haría pelearse otra vez con ella. Error: el FMI lo consiguió. El "todos unidos triunfaremos" quedará para otra oportunidad.­
La gran incógnita es con qué poder el Presidente hará aprobar el acuerdo con el FMI. ¿Piensa seriamente pedirle a la oposición que vote el ajuste que no quiere votar el peronismo? Es cierto que el peronismo tiene récords extraordinarios. Arma, por ejemplo, marchas de procesados contra la Corte Suprema bajo el lema "contra la impunidad". Pero si sus reclamos se cumplieran, buena parte de los manifestantes terminarían entre rejas. Pero pedirle a la "opo" que se haga cargo de sus costos políticos, eso sólo se le puede ocurrir al periodismo K.


Publicado en La Prensa.

 

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