El bipartidismo subterráneo
Diana Ferraro
Escritora


Camino a las elecciones de octubre, las tres principales fuerzas en competencia intentan redefinir sus posiciones relativas. Dos de ellas, La libertad avanza y Unión por la Patria, se eligieron mutuamente en rivales preferidos. La otra, Juntos por el cambio, optó por incorporar un sólido equipo económico para compensar la manifiesta debilidad de su candidata a presidente y se recostó más que nunca en la fortaleza territorial radical. Esta lectura es la obvia pero, detrás de la obviedad se oculta un fenómeno mucho más interesante: la actual redefinición de los dos espacios políticos tradicionales, el del radicalismo y el peronismo.
Una redefinición creada no por las cúpulas, sino desde abajo hacia arriba por las sucesivas preferencias de los votantes cuando no por la abstención o el voto en blanco. Se percibe una poderosa corriente oscura y subterránea pero, poco a poco, reordenadora.
Así, mirando todo más en profundidad, vemos una realidad diferente a la aparente, una realidad familiar y renovada a la vez. La de un Partido Radical arropando a Juntos por el Cambio con sus valores tradicionales y que se dispone, como siempre, a enfrentar al Peronismo, y la un Partido Justicialista informal (porque el formal sigue en muchos lugares ocupado por el kirchnerismo), en el que se va a llevar a cabo una segunda interna dentro de la elección general.
Con el kirchnerismo ya retirado de la escena, competirán por el voto peronista, Javier Milei y Sergio Massa.  
Por delante de una multitud de dirigentes ciegos o miedosos, el primero que vio cómo se desperdiciaba la herencia del peronismo liberal fue—ya lo sabemosJavier Milei. Salió al ruedo calificando al gobierno de Menem-Cavallo como el mejor de la democracia. Hablando no solo a la juventud liberal, sino sin despreciarla y comprendiéndola en sus inmensas necesidades y aspiraciones—a la juventud peronista. Resultado: fue el candidato más votado en las PASO.
Hoy se buscan nexos secretos entre Milei y Sergio Massa, pensando en corrupción, en listas pagas, en negocios futuros, en la conveniencia de ambos de eliminar a Juntos por el Cambio, etc. En lo que no se piensa es que Juntos por el Cambio ocupa hoy una vez más el espacio radical.  Y tampoco se considera qué significa Milei dentro del espacio del Partido Justicialista informal y por qué está allí. Milei se ganó su propio lugar dentro del peronismo por reclamar la herencia de Menem que ningún otro peronista se atrevió a reclamar y por ser un liberal que, al igual que Cavallo, no desprecia al peronismo. Si gana en la interna peronista frente a Massa, será por su habilidad para sumar con naturalidad votos peronistas y votos liberales.
Massa es también un liberal—y si se duda de esto, preguntarle al kirchnerismo. Es, además, un pícaro dispuesto a todo para ganar la presidencia. Dentro de ese todo, se incluye su catastrófica experiencia como ministro de economía sometido a los dictados del kirchnerismo, una catástrofe que, sin embargo, le ganó la candidatura. Falta ver cómo se las arreglará ahora ante la opinión pública para vender su propio proyecto liberal de producción y trabajo con los matices necesarios que lo diferencien de Milei y dibujen un futuro próspero. Más allá de tener un mejor physique du rôle para el cargo que Milei, deberá también mostrarse confiable. Quizá reclamando su parte de la herencia Menem-Cavallo y definiendo mejor sus ideas en una interna a la que el kirchnerismo ya renunció.
El espacio radical ya está definido y, por suerte, con un grado de liberalismo que no hace temer por la Argentina: el proto-presidente Melconian irá lentamente por el camino correcto. Es muy posible que la simultánea interna peronista deje un solo ganador y que el espacio radical entre así en la segunda vuelta. Y es posible también que el espacio radical gane, si el ganador peronista no satisface a la gran mayoría de los argentinos.
Todo sigue abierto.
La interna peronista, a jugarse dentro de la interna general, tiene aún muchas sorpresas para dar. Milei y Massa irán refinando y mejorando sus propuestas, estableciendo un puente virtual y virtuoso con los años 90, con sus logros y las necesarias correcciones. La participación en debates ayudará a ambos si entienden cuál es su interlocutor real: el peronista que ha sido empobrecido y abandonado por quienes creían saber cómo gobernar y no sabían nada. El peronismo, masivamente, votará a uno u otro. Pero a ambos interesará luego un peronismo liberal unido en un mismo espacio, el de la producción y el trabajo.
El peronismo ya mostró su vocación de ayudar a Milei, una vocación que se reafirmaría si Massa perdiese: Massa es el primero en no desear que vuelva el kirchnerismo al que ya ni en teoría podría representar y a Milei le convendría sumar con Massa al resto del peronismo.
Y si Milei perdiese, él y su espíritu liberal renovador no se perderían. Un Macri finalmente ganador porque todos los suyos perdieron, lo espera. Pero, tiene otras alternativas además de Macri. Hace poco le preguntaron a Massa quién sería su ministro de economía si llegase a la presidencia. Su críptica respuesta fue: “Se van a sorprender”.
Quizá no nos sorprendamos tanto.
Tampoco debería sorprendernos en los años venideros, el sano regreso al bipartidismo. Un bipartidismo actualizado y revitalizado con nuevas líneas internas. Un bipartidismo sin una casta oligárquica y corrupta, pero sí con una élite seriamente formada y democráticamente elegida. 
 

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