¿Hay ética en nuestros niveles de enseñanza?
Eloy Soneyra

Doctor en Psicología de la Universidad de Belgrano especializado en Calidad y Factor Humano. Es autor y editor de libros como: “Gerencia y Excelencia, Calidad de la A a la Z” (el primer diccionario enciclopédico de la calidad y la gerencia en el Mundo), “Autodiagnóstico de la Gestión empresaria” (primer sistema cuantificado con las Bases del Premio Nacional a la Calidad). Director Ejecutivo del Estudio Soneyra, organismo destinado a la Psicología Aplicada a la Clínica y a asesorar a personas de empresas sobre Calidad y Factor Humano. Mención especial, Concurso Internacional de Ensayos: Juan Bautista Alberdi: Ideas en Acción. A 200 Años de su Nacimiento (1810-2010).



Nuestra enseñanza en distintos campos y diversos niveles, muestra que la ética está casi dejada de lado.  Así en el nivel primario se ve a docentes perfeccionarse en horas de clase dando a los escolares la imagen que el estudio puede hacerse sin considerar a los otros. En este nivel contribuye negativamente la calidad de educación, la disposición por la cual no se pondrán 1, 2 y 3 en los tres primeros grados con el pretexto de evitar la frustración de los escolares sin rendimientos, olvidando que el yo se fortalece con la frustración, que esos mismos niños superan su fracasos en los video juegos persistiendo en su deseo de ganar, que lo importante no es caer sino aprender a levantarse, como se ve en los distintos deportes  y actividades superando el “no pudo” por el yo “si puedo”, como lo muestran personas como Hellen Heller que superó su sordera, ceguera y mudez llegando a altos niveles educativos como sus doctorados o Ludwig van Beethoven que a pesar de su sordera creó magníficas sinfonías.
 
  En el secundario los estudiantes pueden suspender sus estudios para hacer un viaje a Bariloche, donde no hay otro objetivo que la diversión y las previas – ingestas alcohólicas, anteriores a los boliches bailables - , donde raramente se niega el consumo de bebidas, más festejos que se concretan ensuciando paredes o rompiendo las instalaciones de los colegios, en resumen: que estudiar no aporta nada.
 
Apoyados por padres que piden que se den pocos textos por razones económicas y que en los casos de exámenes reprobados expresan muchas veces frases como: “por la profesora pasaremos mal las vacaciones, pues la nena tuvo que estudiar”.  O acuden a la justicia apelando la condición de libre de su hijo  que golpeó a un profesor o concretó un vandalismo. Esta anticultura del aprendizaje, tiene como resultado para la Argentina del puesto 57 sobre 64 países evaluados en las pruebas PISA, que además mostraron de los participantes del secundario,  incomprensión y casi nula interpretación de textos.
 
 En el nivel universitario por razones no pedagógicas se mantiene un sistema de ingreso ineficaz, con permanencia sin límites en las casas de estudios, donde la fotocopia reemplazó a los libros y a veces los exámenes grupales escamotean la ignorancia individual; aquí la salvia oculta dice: pasarla bien es lo primero, la política lo segundo y el estudio tema para los “traga”. Los números indican que  en general se gradúa el 27% de los ingresados, bajando ese valor al 23% en las universidades públicas y en las privadas un 40% logra finalizar la carrera.
 
Por último en los eventos pos grado o para perfeccionar la gestión empresaria se ve a los participantes esperar un certificado de concurrencia a tal o cual curso, como si la sola existencia de esa constancia fuera prueba efectiva de haber asimilado los distintos contenidos o fuese nota de idoneidad adquirida.  La poca bibliografía recibida, muchas veces por el sistema de fotocopias, no es leída y si se la lee se lo hace con poca o ninguna meditación y ponderación de los contenidos, en especial si se desarrollan puntos teóricos, pues solamente interesan los estudios de casos y algunas fórmulas que se toman como llaves para el éxito en la actuación empresaria.
 
Aquellos cursos cargados de “practicidad y ciertos fuegos artificiales”, comienzan con una presentación de los asistentes – indicando expectativas y deseos – cumplida en forma pausada, sin mayor preocupación de acelerar ese acto válido para acotar en forma significativa las horas de desarrollo de los programas.  Tras esa etapa el curso avanza con prácticas cargadas de situaciones del “teatro de la espontaneidad de Moreno”, técnica más conocida por dramatización, mostrando ejemplos que favorecen la enseñanza con baja o nula efectividad cognoscitiva.  El acatamiento a esas artes ha adquirido una jerarquía catedrática que nadie discute, al confundir “pasarla bien” - como cuando se cumplen las “prendas” de los juegos de sociedad - con adquisición de algún contenido que se hubiera logrado con la simple lectura de algunas de las fotocopias dadas previamente para conocimiento, es más cuando ese material es entregado de una clase para la otra, salvo muy honrosas excepciones, no recibe la atención debida pues: “no tuvimos tiempo”.
 
Preocupa que esa falencia ética se extienda de un modo u otro a participantes, como a instituciones educativas donde los responsables de su desarrollo tratan de no espantar a los alumnos, a los que se ven mal como clientes, cuando si lo es la sociedad que espera de esos educandos una cierta idoneidad, que los “cursillos” no brindan ni producen.
Lo aquí descripto es resultado de ver distintas notas periodísticas, como de observar la práctica docente.  Sin embargo debe plasmarse pronto en la “historia del hombre argentino” la vuelta a la ética, con una opción siempre centrada en la moral individual, porque si hay alguien que corrompe hay otro que se deja corromper, verdad de hoy, ayer y siempre, pues siempre hubo y habrá una ética que cumplir facilitada por el viejo adagio de no hagas a los demás lo que no deseas para ti mismo, en especial en la educación que debe ser el modelo de ética aplicada para los futuros hombres de trabajo.
 
Un breve pero profundo estudio de este adoctrinamiento político por las distintas formas del colectivismo como: dictaduras, totalitarismos, comunismo, socialismo, estatismo, castrismo, populismo, socialdemocracia y progresismos, nos los ha regalado la estudiosa rusa Kitty Sanders en su libro “Brotes pisoteados: organizaciones juveniles pro gubernamentales” Editorial IPE, Bs. As. 2015
 
Esta falta de ética en la educación ha sido fruto de políticos que  primero en Europa  - con el fascismo, nazismo, comunismo y luego en el resto del mundo han buscado pisotear  las organizaciones juveniles, para hacerlos ciegos ante  la mala  política gubernamental, y enemigos de los no gubernamentales. Recuérdese que la República Argentina fue el primer país que adoptó el bolcheviquismo en la educación con la reforma universitaria de 1918, a un año de la revolución marxista, y que las juventudes peronistas son copia de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) creada en 1935. Fuerzas que impulsaron un neomedievalismo, sin la menor ética haciendo rey al presidente, príncipes a los gobernadores, condes a los senadores, marqueses a los diputados, duques a los intendentes y nobles a los sindicalistas, militares, sacerdotes, universitarios, laicos y empresarios amigos del poder descalificadores de los derechos a la libertad, la vida, la propiedad y la búsqueda de la felicidad que donde se aplicaron disminuyeron la pobreza estos últimos 200 años. 

 

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