A ello debe enfrentar el gobierno de Cambiemos que preside Mauricio Macri y el socialismo chileno de Michelle Bachelet.
Cierto que en Chile las cuestiones de defensa nacional siempre fueron más claras y coherentes que en nuestro país.
"Ni argentinos ni chilenos, somos Nación Mapuche. Todo el Territorio Libre y Recuperado para todo Nuestro Pueblo", reclamó la organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM).
A través del comunicado que dio a conocer su existencia, el grupo se adjudicó tres ataques que sorprendieron a la opinión pública rionegrina: el incendio del refugio Neumeyer del mes pasado, el ataque contra la Iglesia Catedral en 2013 y la agresión con petardos y pintadas contra la fachada del Consulado de Chile en Bariloche en septiembre del año pasado. Además, se hicieron responsables por la quema de la plantación de pinos que el empresario italiano Luciano Benetton tiene en la Patagonia.
"Nos adjudicamos de manera digna y responsable, la última operación publica ejecutada por Weichafe de la R.A.M. en el valle del Challwako, la cual obedece a una visión estratégica del conflicto, es un mensaje para todo Nuestro Pueblo Mapuche, Comunidades, organizaciones, los enemigos winka capitalistas, sus empresas y estado opresor, ya que el refugio Neumeyer representa intereses de la burguesía y el fascismo local a través del club andino Bariloche coludido con parques nacionales, a la vez que el lugar colinda con la zona de inversión Petrolera de la Cuenca del Ñiriwau", aseguraron.
Aún algunos miembros de nuestra mediocre y adolescente sociedad debaten “la represión” estatal como también lo hicieron en 1964 cuando el guevarismo autóctono pretendía ocupar parte del territorio salteño en manos del “comandante” Jorge Masetti, movimiento que fuera sofocado por el Ejército Argentino bajo la subordinación del entonces Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas, Presidente Arturo Umberto Illia.
Ahora le toca a Mauricio Macri ejercer ese poder.
Como también le toca el penoso deber de afrontar una tragedia nacional que no sólo enluta a nuestra Armada sino a todo buen ciudadano que se precie de tal.
El hundimiento del A.R.A. San Juan no es causal sino la consecuencia del abandono constante y funcional de nuestras Fuerzas Armadas desde 1983 a 2015, con la honorable excepción de Horacio Jaunarena y Ricardo Hipólito López Murphy, ambos ministros de defensa de gobiernos presididos por dos radicales: Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa.
Honrar a nuestros muertos no implica solamente emblemar con una escarapela negra las pantallas de televisión y las redes sociales.
Honrarlos significa mantener vivas en nuestra memoria sus 44 almas y valorar su sacrificio eterno en defensa de la soberanía nacional.
Honrarlos significa proveerá nuestras Fuerzas Armadas de un presupuesto y una tarea acorde a la utilidad de cada una de ellas para que ayuden a afianzar esta democracia que quiere crecer e reinsertarse en el mundo de una vez y para siempre.
Honrarlos significa valorar que hace tan solo dos años estábamos al borde del abismo y que Dios puso un manto de piedad sobre nuestro pueblo para que Cambiemos pudiera cambiar nuestro país.
Gradualmente, sin prisa pero sin pausa, la Argentina recibe del mundo civilizado una confianza que Mauricio Macri sabe implementar y como premio, a sólo dos años de la derrota del narco-kirchnerismo, desde ayer preside “pro témpore” el Grupo de los 20 países más desarrollados del planeta.
Confiamos en que la nobleza de un pueblo que quiere progresar logre comprender el lugar que hoy ocupamos en el mundo.
Para ello el gobierno deberá comprender que la comunicación social es un arma vital de la política toda, hecho que en estos primeros dos años ha sido altamente negativo.
Que así sea, que la justicia actúe y que los factores de poder logren liberar a uno de ellos – el Senado de la Nación- el tilde de “aguantadero de lujo” en que se ha convertido al permitir que dos delincuentes como Carlos Menem –condenado por tráfico de armas a Ecuador- y Cristina Fernández de Kirchner –multiprocesada jefa de diversas asociaciones ilícitas- sepa desligarse de tumores malignos que en nada ayudan a consolidar la republicana división de poderes.