2017: El año en que Macri y Vidal afianzaron el cambio
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Las elecciones de medio término, tanto primarias como nacionales, resultaron la vara a superar por la dupla ganadora de Cambiemos que afianza al gobierno del PRO presidido por Mauricio Macri acompañado por la centenaria Unión Cívica Radical y la unívoca Coalición Cívica de Elisa Carrió.
 
Debían revalidar mandatos y poder y lo hicieron. Cambiemos logró el 40% del apoyo del electorado nacional y el triunfo en el “campo de todas las batallas”: la provincia de Buenos Aires.
A pesar de sus inconsistencias estructurales y de la reiterada comisión de errores no forzados, el gobierno de Macri supo convalidar sus principios tras una elección histórica en la que por primera vez la gente no votó con el bolsillo sino con la esperanza de futuro para sus hijos.
La obra pública, pilar del triunfo en el conurbano profundo, se encargó de enterrar viejas promesas incumplidas del populismo bonaerense gobernante desde 1987. Los famosos “timbreos” dieron sus frutos de cercanía entre los funcionarios y la gente y sobrepasaron los “votos cadena” de los punteros de un peronismo de ideas fuerza y más aún de conducción.
Desde el retorno a la democracia en 1983 nunca el peronismo en la oposición se encuentra tan desmadrado y autodestructivo. No existe la “renovación” de 1988 tras la interna de Menem y Cafiero que posibilitó al hoy condenado y escabullido senador nacional riojano hacerse del gobierno en 1989 tras el “golpe de mercado” contra el gobierno de Raúl Alfonsín.
Tampoco existe el golpista de 2001 Eduardo Duhalde ni Mariano West para encabezar los saqueos del conurbano bonaerense para destruir –junto con el apoyo del radicalismo bonaerense de entonces de la mano del hoy diputado kirchnerista Leopoldo Moreau- al gobierno de Fernando de la Rúa.
Sólo el parcial liderazgo parlamentario del ex menem-duhalde-kirchnerista Miguel Ángel Pichetto desde su bloque de senadores contenedor de las argucias de los gobernadores peronistas alumbra con fuerza de luz de vela el arco opositor.
El peronismo hoy sólo tiene un líder espiritual que reside a 14.000 kilómetros de distancia: Jorge Mario Bergoglio, quien no puede evitar ser usado por personeros de la violencia que tienen su punto de reunión en las calles de Buenos Aires apedreando los derechos de la ciudadanía pacífica que sólo espera, en esta sociedad inmadura y con alto grado de hipocresía, ver funcionar las instituciones republicanas como en cualquier país civilizado del planeta.
Ciertamente dentro de la matriz más profunda del gobierno aún predominan los errores de comunicación social que se evidenciaron fuertemente en la falacia del “caso Maldonado” y el hundimiento del ARA-San Juan.
No supieron o no pudieron manejar los “tiempos políticos”.
Al igual que en la conferencia de prensa del viernes pasado, tras la aprobación parlamentaria del presupuesto y reforma previsional y tributaria, salieron a desdecir los números que ellos mismos enviaron al Congreso de la Nación a solo diez horas de su aprobación.
El jueves 28 de diciembre se proyectaba un dólar de $ 19,30 para fines de diciembre de 2018; durante la conferencia de prensa del viernes 29 la divisa americana cotizaba a $19,82 para luego cerrar el año 2017 a $ 19,48.
Esta debilidad estructural de los factores macroeconómicos merece ser corregida en un año que no auspicia en sus inicios un claro descenso inflacionario y presupone paritarias forzadas por la “cláusula gatillo” que potenció históricamente crisis inflacionarias con resultados desfavorables.
Las principales inconsistencias del gobierno se encuentran dentro del gobierno por errores no forzados por una oposición atomizada e inexistente.
Aquí radica la principal tarea a corregir en 2018, año que la Argentina tendrá mayor participación a escala mundial, no solo en lo deportivo.
Resulta incomprensible que la Argentina siga endeudándose para cubrir su déficit fiscal mientras que en las cajas de seguridad sobran los dólares atesorados sin inyectarse al mercado de capitales.
Si el dólar pudiera circular libremente como segunda moneda, al igual que en Perú con el sol, ese déficit pudiera ser absorbido por el propio mercado de capitales local y las tasas de LEBACS Y LETES (déficit cuasi-fiscal) caerían sustancialmente a la par de las expectativas inflacionarias aún latentes.
Mauricio Macri tiene absoluta confiabilidad y fuerza política para lograrlo.
Sólo debe ejecutarlo a la mayor brevedad.
Con los mejores deseos para que este 2018 pueda afianzar la estabilidad política y económica, que, al fin y al cabo, siempre se unen.
 

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