La Argentina tendrá que hacer un ajuste por las buenas o por las malas
José Luis Espert
Economista. Titular de Espert & Asoc. Premio a la Libertad 2009, otorgado por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Nuevamente Argentina se encuentra en la encrucijada de hacer las correcciones y ajustes que tiene que hacer para darle sustentabilidad a una nueva recuperación cíclica como la que estamos teniendo o jugarse a que esa dure lo que sea a ver qué pasa y si la jugada sale mal, ya la política inventará algún "buitre" o "complotador" que sea el pato de la boda.
La trayectoria fiscal de deuda pública y tipo real de cambio que sigue el gobierno del presidente Mauricio Macri no es sostenible. Se requiere de grandes correcciones y ni hablar si aspiramos alguna vez a tener crecimiento sostenido por más de una década, cosa que hace más de un siglo que Argentina no tiene desde que abrazó de manera patológica el capitalismo corporativo de los fascismos que perdieron la Segunda Guerra Mundial.
Hoy frente a la necesidad de un fuerte ajuste fiscal el Secretario de Hacienda, Rodrigo Pena,ha dicho que no están dadas las "restricciones sociales y políticas para un severo (y necesario) ajuste fiscal)".
¿Cuáles son las "restricciones sociales y políticas existentes"? ¿Las que hacen que nunca se pueda bajar el gasto público para llevarlo a niveles pagables por una presión fiscal razonable? ¿Las que hacen que nunca vayamos a déficits fiscales manejables para evitar las cíclicas crisis de financiamiento del fisco que terminan a su vez en crisis inflacionarias y/o crisis de deuda?
La trayectoria fiscal, de deuda pública y tipo real de cambio que sigue el gobierno del presidente Macri no es sostenible. Se requiere de grandes correcciones y ni hablar si aspiramos alguna vez a tener crecimiento sostenido
No es la primera vez que desde el lado oficial se interpretan de modo diferente los números de las finanzas públicas. Cambiemos no es la excepción.
En Diciembre del 2015 no había restricciones políticas para hacer un inventario de la herencia recibida y revertir los desmanes fiscales del Kirchnerismo. Pero aparentemente les gustaban las políticas de Cristina y creían que sólo era cuestión de gestionarlas bien.
Ahora claro, la política para ser reelegidos en 2019 domina todo y no encuentran lugar para la racionalidad económica. ¿Pero la habrá alguna vez durante el gobierno de Macri? ¿Otra vez tiraremos de la cuerda arriesgando que una crisis nos lleve a un ajuste descontrolado?
¿Otra vez tiraremos de la cuerda arriesgando que una crisis nos lleve a un ajuste descontrolado?
Exceso de gasto público
El gasto público consolidado (Nación, Provincias y Municipios) tiene que bajar 15% del PBI. Sería volver a niveles cercanos a los que teníamos antes del kirchnerismo (salvo que Pena no quiera perder el "Estado Presente" del que disfruto en la Década Ganada como Gerente General del Banco de Formosa de Infra y como jefe de Gabinete de Lousteau, en épocas de la Resolución 125, de 10 años atrás).
Para juntar medidas por 15% del PBI será necesaria una combinación de medidas iniciales y ajustes en el tiempo a medida que crezca la economía sostenidamente. Pero tienen que tener conciencia que para que haya un crecimiento sostenido privado que licue el gasto publico gradualmente, ANTES el gasto debe bajar lo suficiente y el déficit eliminarse para aumentar la tasa de ahorro y que los sectores más competitivos de la economía recuperen rentabilidad e inviertan.
No es posible confiar sólo en el crecimiento sostenido cuando la situación fiscal de arranque es en sí misma un impedimento para el crecimiento del sector privado
¿Es duro?
Por supuesto que sí, ¿pero no es peor correr el riesgo que luego de una recuperación, comencemos a recorrer el camino hacia otra crisis?
Después de todo, mis propuestas siempre tienen como guía que hay que cambiar las raíces de nuestra decadencia que significa cambiar nuestra cultura y nuestras políticas populistas. Sí, es parirnos de nuevo, hacer el verdadero cambio, no el marketinero hueco.
La alternativa es seguir repitiéndonos en los ciclos de crisis/ajuste-recuperación-deterioro-crisis/ajuste-recuperacion-deterioro-crisis/ajuste… que nos azotan desde hace más de 70 años.
Si la política no les permite hacer a tiempo los cambios profundos, mis recomendaciones servirán para cuando una nueva crisis nos obligue a hacerlos.
El documento de la nota completo
REALIDAD FISCAL: DIFERENCIAS ENTRE EL ANÁLISIS DEL SECRETARIO DE HACIENDA, RODRIGO PENA, Y EL DE JOSÉ LUIS ESPERT
Rodrigo Pena: Los argentinos conocemos, quizás como pocos, el vínculo causal que existe entre el desmanejo de las cuentas públicas y las crisis económicas. Reducir el déficit fiscal es clave para una economía sana. Así lo cree la sociedad. Así lo cree el presidente, Mauricio Macri, tal como lo ha expresado en varias oportunidades. Así lo cree el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y quienes tenemos la responsabilidad de gestionar la política fiscal de esta administración. Gran parte de los analistas que exponen sus opiniones regularmente en los medios y en las redes comparten este diagnóstico. Sin embargo, algunos fallan a la hora de explicar razonablemente el método adecuado que usarían para reducir el déficit y el ritmo de endeudamiento. ¿Qué es "explicar razonablemente"? Una explicación que incluya rigor intelectual, datos concretos y confiables, y la comprensión de las restricciones sociales y políticas existentes.
José Luis Espert: ¿Cuáles son las "restricciones sociales y políticas existentes"? ¿Las que hacen que nunca se pueda bajar el gasto público para llevarlo a niveles pagables por una presión fiscal razonable? ¿Las que hacen que nunca vayamos a déficits fiscales manejables para evitar las cíclicas crisis inflacionarias y/o crisis de deuda? En diciembre de 2015 no había restricciones políticas para hacer un inventario de la herencia recibida y revertir los desmanes fiscales del Kirchnerismo. Pero aparentemente a Cambiemos le gustaba las políticas de Cristina y creía que sólo era cuestión de gestionarlas bien. Ahora claro, la política para ser reelegidos en 2019 domina todo y no encuentran lugar para la racionalidad económica. ¿Pero la habrá alguna vez durante el gobierno de Macri? ¿Otra vez tiraremos de la cuerda arriesgando que una crisis nos lleve a un ajuste descontrolado, aunque todavía pueda faltar mucho para ello?
RP: Justamente, José Luis Espert publicó la semana pasada un artículo titulado "Macri en el País de las Maravillas", en el cual explora superficialmente algunas ideas para eliminar el déficit fiscal: bajar el gasto público en 15 puntos del PBI, eliminar la Coparticipación Federal de Impuestos (para que las provincias financien su gasto con impuestos propios), sacarles a los sindicatos las obras sociales y reprivatizar todo lo que el kirchnerismo estatizó. Analicemos la primera propuesta de bajar en 15 puntos del PBI el gasto público (el gasto primario nacional equivale a 23 puntos del PBI y el consolidado de Nación, Provincias y Municipios al 42).
El "Plan Espert" empezaría por suprimir los planes sociales. Eliminar la Asignación Universal por Hijo (4 millones de beneficiarios), las Asignaciones Familiares (6 millones de beneficiarios), las Pensiones por Invalidez (1 millón de beneficiarios) y el resto de los programas sociales de los ministerios de Trabajo y Desarrollo Social (300.000 beneficiarios) generaría un ahorro para el Estado de 2,4 puntos del PBI. Es decir, quitándole el beneficio social a más de 11 millones de personas, aún estaríamos muy lejos de los 15 que sugiere.
JLE: En ningún lugar de mi nota digo que hay que eliminar los planes sociales. Es más, si me preguntaran lo que hay que hacer, no los eliminaría, sino que los transformaría en empleos formales privados contra la eliminación de las contribuciones patronales para aquellas empresas que contraten a planeros luego de una formación financiada por la empresa que lo contratara. Eso no  quita que haya excesos que hay que corregir y eliminar porque no se puede estafar a los contribuyentes pidiéndole que pague impuestos sin que un gasto lo justifique.
RP: Seguramente, el "Plan Espert" continuaría por reducir a su mínima expresión el gasto político. El presupuesto de la totalidad de los cargos políticos del Poder Ejecutivo representa el 0,01% del PBI, una mínima parte de los 15 puntos en cuestión. Eliminar todo el gasto del Congreso Nacional generaría 0,2 puntos del PBI. Si agregáramos una reducción a la mitad del empleo público nacional (que goza mayormente de estabilidad laboral), prescindiendo de 400.000 trabajadores, significaría un ahorro adicional de 1,6 puntos del PBI. Seguimos lejísimos de los 15 puntos. Si cortáramos también la mitad de la obra pública (básicamente rutas, vivienda, agua potable y cloacas), tendríamos un ahorro adicional de 0,8% del PBI.
Es decir, la suma de todas estas medidas -extremas, irrealizables y con un impacto negativo fenomenal en la pobreza y la actividad económica- apenas alcanzaría para bajar 5 de los 15 puntos del PBI que el autor propone.
JLE: Sí, el gasto público consolidado (Nación, Provincias y Municipios) tiene que bajar 15% del PBI. Sería volver a niveles cercanos a los que teníamos antes del kirchnerismo (salvo que Pena no quiera perder el "Estado Presente" del que disfrutó en la Década Ganada como Gerente General del Banco de Formosa de Insfrán y como Jefe de Gabinete de Martín Lousteau, en épocas de la 125, de la que mañana se recuerdan 10 años). Volver al gasto público de 26% del PBI previo al kirchnerismo no es tampoco el sumun de la ortodoxia económica. El 26% del PBI es el gasto público que Argentina tuvo en promedio anual desde mediados de los 70 hasta fines de 2002. En ese período hemos sufrido cuatros crisis homéricas como consecuencia de feroces crisis de financiamiento del fisco. Rodrigazo (mediados de 1975), Martínez de Hoz (principios de 1981), Hiperinflación (1989-1990) y la crisis de la convertibilidad (2001-2002). La baja de gasto público de 15% del PBI permitiría no sólo eliminar el déficit fiscal (insostenible) de 7% del PBI que tenemos hoy, sino que daría espacio para bajar impuestos por 8% del PBI para llevar la recaudación total de 36% del PBI a 28% del PBI, lo que es un nivel razonable a estándares internacionales para países con un PBI per cápita similar y a los que les va bien, progresan.
A diferencia de lo que piensa Rodrigo Pena, bien en chiquito, la baja de gasto público no es sólo para eliminar el déficit fiscal sino para que el sector privado recobre un aire que ha perdido por culpa del Estado Presente y deficitario que lo agobia a impuestos. Para que el sector privado, particularmente los sectores más competitivos, sean rentables y tengan capacidad de invertir. Porque vía consumo público y privado habrá recuperación efímera, no crecimiento sostenido, para lo cual necesitaremos como minimo una tasa de ahorro global del 22% del PBI, no el magro 16% que tenemos actualmente y que los privados que generen esa tasa de inversión de 16% del PBI sean los más competitivos.
El gasto político tiene que bajar como gesto para la sociedad, dado que es irrelevante en monto, pero no en el vacío como ocurre hoy con la supresión de empleos para parientes (que fue nada) o la eliminación de cargos recientemente anunciada por el gobierno (que tampoco genera un ahorro significativo, dado que muchos se vuelven a reciclar adentro del mismo Estado) sino como acompañamiento de una autentica baja del gasto público. El propio Presidente ha dicho en repetidas oportunidades que "…heredó del kichnerismo 1.400.000 empleados públicos para disimular el desempleo" (sic). Estamos hablando alrededor de 4.5% del PBI que los contribuyentes pagan de impuestos por encima de lo que "deberían" pagar ¿O acaso hay ciudadanos de primera, los empleados públicos, que pueden cobrar sin que haya necesidad de su puesto y/o sin importar que sea un ñoqui y ciudadanos de segunda que son los que pagan impuestos a los cuales se los puede tratar como siervos de una gleba, sin derecho a disfrutar del fruto del esfuerzo de su trabajo? Para los políticos o los economistas dedicados a la política como Pena ¿creen que el sector privado es sólo un limón a ser exprimido hasta agotarlo? Los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, eran de 4,5% del PBI fines de 2015. Eliminarlas implica un ajuste de tarifas. Está perfecto.
No hay ningún argumento por el cual, casi todo el país estuviera pagando por la luz, el gas, el agua y el transporte lo que realmente valen y en Capital Federal y el Conurbano se la regalaran como pasó durante 12 años con el kirchenrismo. ¿Pero cómo es? ¿Las "restricciones sociales y políticas" sí permiten una suba exponencial de tarifas de los servicios públicos afectando a varios millones de personas, pero no están dadas para prescindir de 1.400.000 de empleados públicos que el propio Presidente ha dicho, en los hechos que sobran? ¿No será que también en este Gobierno los que tienen poder de movilización callejera tuercen la balanza contra los que tienen la razón? ¿Acaso si la baja de gasto público la hacen los privados con más tarifas de los servicios públicos está bien, pero prescindir de empleados públicos y que los políticos paguen el costo de enemistarse con su clientela, ¿no? Prescindir de millones de empleados públicos implica que son las Provincias las que tienen que hacer gran parte del mencionado ajuste de personal porque emplean el grueso de los empleados en el Estado (Provincias 2,4 millones, Nación 0,750 millones y Municipios 0,450 millones No hay ningún argumento por el cual la Nación y las Provincias firmen pactos fiscales para repartirse recursos y adoptar compromisos de supuestas bajas de impuestos y no para adecuar la cantidad de empleados públicos de todo el Estado a los servicios públicos que se van a prestar y lo que el país puede pagar de impuestos, dado su bajo ingreso per cápita.
"¿Cómo vamos a dejar 1.400.000 empleados públicos en la calle un año antes de las elecciones del 2019?", diría Pena escandalizado leyendo esta aseveración mía. El Gobierno tendría que armar un plan de subsidio al empleo privado que reemplace al empleo público de esas personas, con un costo mucho menor y transitorio. Hablemos ahora sin hipocresía sobre el Sistema de Seguridad Social (SSS). Tiene ingresos genuinos por Aportes Personales y Contribuciones Patronales por 7% del PBI y gastos (jubilaciones, asignaciones familiares, PAMI, etc.) por 12% del PBI, o sea un déficit de 5% del PBI, de los cuales 2% del PBI se cubren con impuestos y quedan 3% del PBI a financiarse con deuda u otros recursos.
Nos mentimos acerca de que el SSS puede pagar el 82% móvil a todos los jubilados que hoy tiene el sistema. No lo puede pagar. Un sistema de reparto como el que la sociedad argentina parece ser que desea (las AFJP equivocadamente son mal vistas), reparte si hay plata. Jamás reparte lo que no hay. Hoy nuestro sistema tiene dinero para pagar jubilaciones por 7% del PBI como máximo, que es lo que recauda por aportes y contribuciones.
Dado que se pretende pagar el 82% financiado con 22% de aportes y contribuciones sobre el salario destinados al sistema previsional, 82/22=3,7; se necesitan 3,7 activos por cada pasivo para que el sistema previsional sea financieramente estable. ¿Cuántos activos por jubilado tiene el sistema? Sumando los asalariados privados de 6,2 millones más los empleados del sector público de 3,6 millones, hay 9,8 millones de aportantes. Quedaría por sumar a los monotributistas puros por 1,5 millones, las empleadas domésticas 0,5 millones y los autónomos por 0,4 millones con aportes sustancialmente menores en promedio que los asalariados. Supongamos que la suma de estos 3 grupos constituye el equivalente a 1 millón de aportes al 22% como los asalariados. Tendríamos un total de 10,8 millones (9,8+1) de aportantes para 7 millones de jubilados y pensionados. Luego 10,8/7=1,5, o sea que el sistema previsional tiene efectivamente 1,5 activos por cada jubilado cuando para pagar el 82% móvil se necesitan 3,7 activos por jubilado, o sea, 2,5 (3,7/1,5) veces más de los activos que realmente hay. Luego, 1,5/3,7=40, el sistema puede pagar el 40% de las jubilaciones que está pagando, o sea que 40% sobre 82%, el sistema, tal como está (no tal como lo desea usted estimado lector o yo), puede pagar como haber jubilatorio sólo el 33% móvil en vez del 82% móvil. Y no lo digo como recomendación. Simplemente que el SSS tal como está no puede pagar las prestaciones que paga. Pensar que el SSS puede pagar el 82% móvil es mentirnos.
Tal vez nos guste. Pero sepamos que el déficit del SSS, como parte del déficit fiscal total del Estado, se financia con emisión y/o deuda pública. La primera genera crisis inflacionarias que terminan liquidando las jubilaciones reales y los defaults de la deuda también. Así que o blanqueamos que las jubilaciones que se puede pagar son un tercio de las actuales o el resto del gasto tiene que ajustar para poder pagar el 82% móvil (más impuestos en mi menú de opciones no existe y menos con estos niveles salvajes de presión impositiva). Pero las dos cosas, no se pueden. En realidad, sí se pueden, con las consecuencias de las crisis que Argentina cíclicamente sufre. Ni siquiera blanqueando a los 5 millones de trabajadores en negro a los niveles actuales de aportes y contribuciones (algo imposible porque justamente son los altos impuestos al trabajo un factor decisivo a la hora de generar el empleo en negro mencionado) se llegaría la cantidad necesaria de activos por pasivos de 3,7 (daría 2,2).
Gran parte del desequilibrio de 5% del PBI del SSS está causado por 3% del PBI que costaron los varios jubileos previsionales que hicieron los Kirchner. Adicionalmente, el gobierno de Macri con la reparación histórica subió el gasto en jubilaciones 1% del PBI más todavía. Adicionalmente, hay despilfarro en el otorgamiento de las pensiones por invalidez. El economista Roberto Cachanosky ha investigado bien el tema. ¿Hay que cambiar leyes? Por supuesto. La ley de reparación histórica fue un error y haber cambiado la fórmula de ajuste de las jubilaciones de recaudación del sistema a inflación más salarios, también. Si queremos un sistema de reparto en vez de uno de capitalización, bueno, se reparte si hay y si no hay, no se reparte. Y para llegar a ese punto habra que suspender las indexaciones automaticas hasta que el sistema se vuelva a financiar sin deficit y sin nuevos impuestos. Si no nos gusta un verdadero sistema de reparto, porque vamos a estar estafando a los que aportaron para sostener las jubilaciones de quienes no aportaron, vayamos a uno de capitalización, donde cada uno tenga una cuenta individual y se cobre según lo que haya aportado en su vida activa.
Para juntar medidas por 15% del PBI será necesaria una combinación de medidas iniciales y ajustes en el tiempo a medida que crezca la economía sostenidamente. Pero tienen que tener conciencia que para que haya un crecimiento sostenido privado que licue el gasto público gradualmente, ANTES el gasto debe bajar lo suficiente y el déficit eliminarse para aumentar la tasa de ahorro y que los sectores más competitivos de la economía recuperen rentabilidad e inviertan. No es posible confiar sólo en el crecimiento sostenido cuando la situación fiscal de arranque es en si misma un impedimento para el crecimiento del sector privado.
¿Es duro?
Por supuesto que sí ¿pero no es peor correr el riesgo que luego de una recuperación, comencemos a recorrer el camino hacia otra crisis? Después de todo, mis propuestas siempre tienen como guía que hay que cambiar las raíces de nuestra decadencia que significa cambiar nuestra cultura y nuestras políticas populista. Sí, es parirnos de nuevo, hacer el verdadero cambio, no el marketinero hueco. La alternativa es seguir repitiéndonos en los ciclos de crisis/ajuste-recuperación-deteriorocrisis/ajuste-recuperación-deterioro-crisis/ajuste… que nos azotan desde hace más de 70 años. Si la política no les permite hacer a tiempo los cambios profundos, mis recomendaciones servirán para cuando una nueva crisis nos obligue a hacerlos.
RP: En materia de reformas estructurales, el "Plan Espert" propone eliminar la coparticipación de impuestos. La misma está establecida en la Constitución Nacional y es la piedra angular de todo régimen federal que procure la igualdad de oportunidades independientemente del lugar del país en que se nazca. ¿Sugiere ignorar la Constitución Nacional? ¿O modificar su primer artículo que establece que somos un país federal? Todo ello sin mencionar el hecho de que la coparticipación es la distribución de los impuestos que las Provincias decidieron delegar en la Nación. Eliminarla significaría que cada provincia se quede con esa recaudación y no achicaría el déficit de la Nación, sino todo lo contrario.
JLE: El Federalismo Fiscal debería ser un diálogo fiscal entre pares que se ponen de acuerdo para objetivos fiscales comunes como por ejemplo que entre todas aporten para la defensa exterior, la diplomacia, etc. Esto podría ocurrir entre pares como las Provincias que se denominan "grandes" como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza que en promedio financian el 50% de sus gastos con ingresos recaudados localmente (lo que no es coparticipación federal de impuestos). Pero ¿Federalismo Fiscal entre las "grandes" con Provincias como por ejemplo Catamarca, San Juan, Santiago del Estero y otras que financian con recursos locales solamente poco más del 10% de sus gastos? Eso no es federalismo. Es pura redistribución de recursos fiscales entre las que hacen más o menos los deberes y los vivos de siempre que esperan el maná del cielo llamada coparticipación de impuestos. Esto ya de por sí es injusto, pero más todavía es el hecho que podría estar ocurriendo que el pobre de la provincia grande este financiando el rico de la provincia "chica" cuando el objetivo de toda redistribución debe ser el individuo o la familia, pero nunca un ente jurídico como una provincia para que el gobernador de turno sea el señor feudal que decide quien recibe y quien no los recursos impositivos cuyos esfuerzos hicieron otros.
Sí, la coparticipación de impuestos a las Provincias (8% del PBI -su gasto es de 20% del PBI) hay que eliminarla (Pena parece no haberme entendido bien). Como es dinero que las Provincias reciben sin esfuerzo porque el que lo hace es la AFIP, sistemáticamente se lo gastan sin criterio de eficiencia y responsabilidad. Es recurrente ver a las Provincias pidiendo planes de salvataje, que Nación se haga cargo de sus deudas y, por si fuera poco, viven en situación deficitaria. La coparticipación de impuestos a las Provincias propende a la irresponsabilidad fiscal.
Obvio que no mejora las cuentas públicas consolidadas en el corto plazo porque el dinero que gana la Nación por no coparticipar más con las Provincias los impuestos nacionales, es dinero que las Provincias pierden, o sea el superávit de una (Nación) es el déficit de otra (Provincias), pero como las Provincias tienen que hacer un ajuste sustancial de gasto público en personal, de a poco irán achicando el déficit que se genera por perder la coparticipación, comenzara una mejora en las cuentas públicas y ni hablar en el largo plazo al haber cortado con un dispositivo que tiende a la irresponsabilidad a la hora de gastar como la coparticipación federal de impuestos.
Eliminando la coparticipación, la Nación se quedaría con una recaudación que le permitiría bajar los impuestos, las Provincias deberían hacer el mencionado ajuste de personal sí o sí y algunas tendrían que fusionarse (no es admisible que haya Provincias en las cuales más del 80% de sus recursos sean de origen nacional, son una ficción geopolítica que a los pobres de las Provincias ricas les sale carísima). La Educación y la Salud, deberían ser gastos federales y aquella Provincia que pretenda tener dos Cámaras Legislativas y Juzgados y dependencias por doquier, que se los financien cobrándoles impuestos a sus conciudadanos a ver si pueden financiar el despilfarro que ocurre hoy. ¿Implica esto una reforma de la Constitución? Claro que sí. Si el texto fue cambiado hacia mas populismo en 1994. Frente al fracaso evidente ¿Por qué no cambiarla y volverla al espíritu liberal de 1853? Después de todo, la propuesta de reforma de mi nota es para cortar con 70 años de decadencia y no para una recuperación cíclica.
RP: El aporte de los trabajadores a las obras sociales representa 2,4% del PBI, pero si lo elimináramos y todos concurriésemos a los hospitales públicos, ¿no habría que considerar, además de los mayores ingresos fiscales, el mayor gasto público en salud?
JLE: En ningún lugar de mi nota hablo de eliminar los aportes a las Obras Sociales Sindicales. Hablé de quitarle a los sindicatos el manejo de las Obras Sociales. Esta deformidad es sólo típica de Argentina. No ocurre en ningún lugar del mundo y por si fuera poco así nos va. Sindicalistas ricos que no resisten ni una sola integral de la AFIP, medicina mediocre y trabajadores cobrando salarios de miseria, en parte, por culpa de cómo los impuestos al trabajo los esquilman.
RP: Por último, el déficit operativo del total de las empresas públicas (que no dependen de las políticas tarifarias) ya lo redujimos a la mitad y actualmente representa apenas el 0,1% del PBI, ¿encontraríamos la solución a nuestro problema fiscal privatizándolas?
JLE: Así como la baja de gasto público que propongo de 15% del PBI es para eliminar el déficit y para bajar impuestos y que el sector privado tenga capacidad de ahorrar e invertir, el mismo criterio aplico con la idea de reprivatizar todo lo estatizado por los Kirchner. No tiene que ver con un tema fiscal, como erróneamente piensa Pena, sino que el Estado sólo se dedique a las cuestiones esenciales y que el resto quede en manos del sector privado sometido a la competencia. Que el Estado sea un regulador de los servicios públicos en vez de ser productor de los mismos. La privatización de las empresas públicas, más allá de algunas falencias importantes, fue una de las grandes reformas promercado de los 90 que deberían haberse mantenido luego de la crisis 2001- 2002.
RP: Los datos fiscales son más transparentes que nunca, con la información en línea de la ejecución presupuestaria, facilitando así el análisis de las finanzas públicas a quien tenga un interés genuino. También dimos enormes pasos en términos de previsibilidad. Establecimos metas trianuales y trimestrales que determinan el sendero de la política fiscal y cuyo cumplimiento garantiza la sostenibilidad de la deuda pública y la convergencia de nuestros indicadores fiscales a niveles incluso más favorables que los que muestra el resto de la región. Las metas se definieron sobre el resultado primario, y no sobre el resultado financiero, por la inconveniencia de condicionar con metas fiscales el timing de la política de financiamiento. ¿Acaso preferimos perder una ventana de oportunidad en los mercados financieros por la rigidez de una meta? Roza el absurdo pensar que quiénes manejamos la política fiscal desestimamos la evolución de la cuenta de intereses o del resultado financiero.
JLE: La idea del superávit primario viene de la crisis de la deuda de los 80, como una manera que el FMI tenía de asegurarle al Comité de Bancos Acreedores que los países que habían reestructurado sus deudas hicieran el esfuerzo fiscal necesario para pagarlas. Ese era el superávit primario, el exceso de ingresos sobre gastos necesario para que la deuda fuera atendida. Nunca fue pensado para hablar de él como si fuera EL resultado fiscal del gobierno. El resultado fiscal del gobierno de un país, que es lo que debería informar mensualmente el Ministerio de Hacienda, nunca dejó de ser aquel que en los gastos incluye a los intereses de la deuda pública.
Que Argentina, como pasa desde hace décadas, cuando informa el resultado fiscal, sólo hable del resultado primario que excluye como gasto público a los intereses de la deuda pública, es una deformación o anormalidad grosera. Porque además siempre se deja de la manera más oscura y oculta posible que hay un resultado más deficitario que incluye los intereses de la deuda. Todo esto es más grave todavía en un gobierno que ha hecho un culto del gradualismo, o sea ha entronizado el endeudamiento ¿Cómo no se van a poner como gasto público a los intereses de la deuda pública con un gobierno que practica el gradualismo y consecuentemente los intereses no paran de crecer? Habría una pequeña ventana que habilitaría mostrar como EL resultado fiscal de la Argentina sea sólo al resultado primario. Que al mismo tiempo fuera acompañado por un ejercicio que mostrara el superávit primario necesario para estabilizar a la deuda publica en un cierto nivel arbitrario.
Por ejemplo, si suponemos un riesgo país de 400 puntos básicos, un crecimiento de la economía de 2,5% y una tasa de interés sobre la deuda pública del 6,75% anual, para estabilizar la deuda pública en 60% del PBI como tendremos cerca del fin del mandato de Macri en 2019, el superávit primario debería ser de 2% del PBI en vez de un déficit primario de 5% del PBI. La distancia entre ambos es de 7% del PBI, el mismo número que tienen el déficit fiscal global (después del pago de intereses de la deuda pública) de 7% del PBI. O sea, todo bien si el Gobierno quiere hablar sólo del resultado primario. Pero si es así que diga que estamos a una distancia de 7% del PBI del superávit primario necesario o, sino que hable del resultado fiscal global que incluye los intereses de la deuda pública como gasto de 7% del PBI.
RP: El déficit financiero de la Nación en 2017 fue de $629.050 millones, que equivale al 6,1% de un PBI estimado de $10.282.182 millones. Ni 7% como dijo ahora. Ni 8% como dijo hace unos meses. En 2018 será ligeramente superior al 5% y en 2019 al 4%, y así lo iremos bajando de a un punto por año. Las provincias redujeron a la mitad su déficit financiero en 2017, estarán en equilibrio en 2018 y tendrán superávit en 2019, gracias al acuerdo plasmado en la Ley de Responsabilidad Fiscal.
JLE: En general cuando hablo de resultado fiscal, hablo del resultado fiscal relevante, o sea con todo el sector público, o sea con Nación más Provincias y Municipios, a diferencia del Secretario de Finanzas, gran defensor del federalismo fiscal, para el cual parecería que sólo existe el gobierno nacional. A veces hasta incluyo alguna estimación del déficit cuasifical del BCRA. Efectivamente, mi estimación del resultado fiscal consolidado para todo 2017 que a mediados de 2017 lo estimaba en 8% del PBI, lo baje a 7% del PBI ahora luego de los datos publicados para el tercer trimestre de 2017 sobre Provincias por parte del Ministerio de Hacienda (dicho sea de paso, hay un atraso excesivo en la publicación de los datos de Provincias con las cuales se las pasan firmando acuerdo y pactos).
Ahora bien, que el Secretario de Hacienda me corra con los cambios en mis proyecciones, es tragicómico. Porque las estimaciones en el sector privado las hacemos a ciegas por la falta información precisa y consistente de parte del Gobierno sobre las cuentas públicas y más cuando el Gobierno jamás publica una información consistente del resultado fiscal consolidado por arriba de la línea (ingresos menos gastos) que sea consistente con la evolución de la deuda pública (resultado por debajo de la línea). El Secretario de Hacienda dice que el déficit financiero de Nación para 2017 fue de $629.050 millones o 6,1% del PBI. Pero recientemente en el sitio del Ministerio de Hacienda apareció publicada la ejecución del 2016 para el consolidado de todo el sector público argentino https://www.minhacienda.gob.ar/onp/documentos/series/serie2016_pib04.pdf.
Más allá de la cuestión metodológica de que la ejecución presupuestaria es con el gasto público devengado y los datos de Rodrigo Pena son base caja y más allá que ese link es del 2016 y el Secretario, en la respuesta a mi nota habla de 2017, hay una cuestión de fondo que seguramente se repetirá cuando el Ministerio de Hacienda de a conocer la ejecución de 2017 y que es ¿Por qué el déficit fiscal relevante, el que tiene impacto en la economía, el que afecta la vida de todos los argentinos con la inflación, las tasas de interes, el dólar, etc. no es de $861.224,2 millones o 10,7% del PBI (PBI de $8.050.245 millones) que es el "Endeudamiento Neto" en vez de $522.510,8 millones, 6,5% del PBI que es la diferencia por arriba de la línea entre ingresos y gastos? Estamos hablando de 4,2% del PBI que es la diferencia entre "Fuentes Financieras" y "Aplicaciones Financieras" que pueden estar aglutinando conceptos de los más diversos que no aparecen con ningún detalle y yo quisiera saber si realmente todo lo que está puesto en esas cuentas son operaciones por "debajo de la línea" que no agrandan el déficit fiscal. Estamos hablando de una diferencia de $338.713,4 millones. Mucho para explicar, dado que el Secretario de Hacienda quiere ir al detalle, como corresponde, de las cuentas fiscales.
RP: No avanzamos más rápido porque también decidimos bajar impuestos que ayuden a dinamizar la actividad económica. Bajamos impuestos entre 2015 y 2017 por 2 puntos del PBI (derechos de exportación, impuesto a los débitos y créditos para pymes, mínimos y escalas de ganancias, bienes personales, ganancia mínima presunta, pusimos al día devoluciones y reintegros). Y acabamos de conseguir la aprobación del Congreso por una reforma que baja la presión tributaria otros 2 puntos en los próximos 5 años.
También las provincias, en el marco del Consenso Fiscal, se comprometieron a reducir la carga tributaria del Impuesto a los Ingresos Brutos y a los Sellos por 1,5 puntos del PBI. Es decir, hemos trazado un sendero de reducción de impuestos por nada menos que 5,5 puntos del PBI para los próximos años. La baja simultánea del déficit y la presión tributaria sólo puede realizarse porque redujimos el gasto en términos reales. La combinación de baja del gasto y crecimiento económico del 2017 (año que Espert minimiza en su nota) no sucedía desde hace 20 años. Y sucederá también en 2018.
JLE: La baja del gasto primario fue ínfima en comparación a lo que había crecido el gasto durante el Kirchnerismo. Como ejemplo: el gasto primario nacional en 2017 en dolares multiplicaba ¡por 3! el nivel del mismo a fines de la Convertibilidad.
RP: En los estadios de fútbol nunca faltan las personas que desde la comodidad de su asiento insultan a los jugadores y al técnico, y les explican lo que deben hacer para salir campeones. Por lo general se ubican en la platea. En economía también hay plateístas que se especializan en soluciones mágicas. Pero cuidado: las soluciones mágicas también fueron parte de los últimos 70 años de fracasos económicos. Una cosa es criticar livianamente desde la platea. Otra, muy distinta, es tener la responsabilidad de administrar un país con millones de argentinos. Un país representativo, republicano y federal. Aunque a algunos les pese.
JLE: Este final de la nota de Pena es insólito. Habla de la "comodidad de su asiento" ¿De dónde saca Rodrigo Pena que trabajar en el sector privado argentino prostituido por la política, el intervencionismo y las regulaciones estatales, es cómodo para aquellos que lo hacemos sólo con las armas de tratar de ser cada vez mejores en lo que hacemos, o sea, solo basados en el mérito? ¿Cree acaso Pena que trabajar más de la mitad del año sólo pagar impuestos para no recibir nada a cambio, es fácil para la salud física y mental de los que habitamos la jungla del sector privado? Me parece que lo de la "comodidad de su asiento" se trata del típico fenómeno psicológico dem"proyección". Es probable que Pena se sienta tan a sus anchas en la "comodidad de su asiento" en Hacienda ahora, como antes fue como Jefe de Gabinete de Asesores de Lousteau (Ministro de Economía de Cristina) o como Gerente General del Banco de Formosa de Insfran, que piensa que en el sector privado pasa lo mismo. No Pena, me da pena que pienses así. En el grueso del sector privado no hay choferes, ni cafeteros que te sirvan, ni varias secretarias que te hagan o atiendan los llamados, las empresas quiebran, los que te contratan dejan de contratarte, etc. Además, para algunos (pocos) el sector privado es competencia y formación constante para no ser arrasado por la globalización, vivir colgados de un tren o subte o bondi.
Para muchos el sector privado es la única opción de vida, ya sea por elección o por defecto. Y gracias a esa gente es que vos, Pena, te has podido dar la gran vida de ser un empleado público de lujo gran parte de tu corta vida. En el sector privado somos grandes protagonistas, grandes actores de nuestro presente y futuro. Me parece que con esto de decirnos plateistas a los que vivimos en él, estás incurriendo en el fenómeno psicológico de la proyección. Pensás que lo que te pasa a vos en tu cómoda vida de funcionario público nos pasa a los que estamos de este lado…de la grieta.


Publicado en INFOBAE.
 

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