Sinceramente, ya vimos la película de Ber Gelbard
Martín Simonetta
Es Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Profesor titular de Economía Política I en UCES) y de Economía en Cámara Argentina de Comercio. Autor
de diversas obras. Fue elegido "Joven Sobresaliente de la Argentina
2004" (The Outstanding Young Person of Argentina-TOYP) por Junior Chamber
International y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), habiendo obtenido la
mención "Animarse a Más" por parte de PepsiCo. Recibió diversos
reconocimientos tales como la beca British Chevening Scholarship para
desarrollar investigaciones en Gran Bretaña (British Council, la Embajada
Británica y la Fundación Antorchas,1999). Miembro del Instituto de Política Económica de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académicamente es Licenciado en Relaciones Internacionales (Universidad del
Salvador, Buenos Aires), Magister en Política Económica Internacional
(Universidad de Belgrano), MBA (U. Isabel I, España), habiendo realizado un Posgrado en Psicología
Positiva (Fundación Foro para la Salud Mental). Ha desarrollado el programa
"Think Tank MBA" en el marco de Atlas Economic Research Foundation
(Fairfax, Virginia, y New York, NY, 2013).
Contacto: mcjsimonetta@gmail.com / Twitter: @martinsimonetta
Tanto en el libro, como
en speech desarrollado se pueden ver claras señales de que lo que será el
perfil del nuevo discurso oficial en materia económica y social.
El formato del discurso
es supuestamente innovador, e integrador de los distintos componentes de la
sociedad, evitando el conflicto intra-social. Una idealización del modo de
organización de la Edad Media, en el que representantes de los tres grandes grupos
sociales -la clase política, el gremialismo y el empresariado nacional- son el
eje de un nuevo pacto "re-fundacional".
Esta visión
"novedosa", integradora y moderada se contrapondría con una visión
marxista de lucha de clases, de enfrentamiento y conflicto, en la que los
trabajadores chocarían con empresarios que los explotan a través de exacción de
la plusvalía.
En este marco, la ex
presidente se refirió a la necesidad de "un contrato social que involucre
a todos: empresarios, dirigentes sindicales, un ciudadano que es operario,
cooperativistas, una persona que tenga un plan de trabajo", al estilo de
los que en la década del 70 desarrolló el ministro de Economía de Perón en
1973, José Ber Gelbard, orientado a promover un "capitalismo nacional".
Ber Gelbard, de
nacionalidad polaca, llegó a la Argentina a los 14 años y poco tiempo después
se afilió al partido comunista argentino, y tras empezar su vida de negocios
como vendedor ambulante en las provincias del norte, llegó a ser uno de los
máximos dirigentes del empresariado nacional, tras fundar la Confederación
General Empresaria que se nutrió de pequeños y medianos industriales y
agropecuarios, y también de comerciantes.
A diferencia del
contractualismo de John Locke, el contrato –al que se refiere Cristina
Fernández de Kirchner- no es entre personas que ponen límites al Estado sino
que es un contrato entre grupos. O, mejor dicho, un acuerdo de grupos al estilo
medioevo, muy lejano al contrato social que inspiró el pensamiento del
capitalismo moderno, superador de la Edad Media.
El objetivo claro del
discurso fue mostrar a una Cristina Kirchner con un perfil público renovado,
sin una visión de enfrentamiento de clases, de ricos versus pobres o
generadores de empleo versus empleados. No fue Marx sino Mussolini el
inspirador de esta nueva visión de Estado. Ni más ni menos que la visión
originaria que Perón trajo de Italia y que dio a luz a este fascismo vernáculo
llamado peronismo.
Como en la década del
70, aludió a un diálogo entre la Confederación General Económica (CGE) y la
Confederación General del Trabajo (CGT). Esta visión voluntarista ignora por
completo las leyes de causa y efecto básicas que comparten aquellas naciones
que han logrado sacar a sus ciudadanos de la pobreza.
Otro punto del discurso
de CFK que sorprendió (o no) fue su elogio hacia Donald Trump, con el objetivo
no sólo de esfumar en la mirada de aquel país el temor K (y el apoyo
incondicional a Mauricio Macri por parte del presidente de los Estados Unidos y
el FMI), sino de destacar los puntos en común entre las ideas de ambos. Entre
Cristina y Donald: dos defensores de la industria nacional y el trabajo
argentino y norteamericano, respectivamente, según ella.
Creo que unas pocas
palabras sirven como muestra de lo que puede ser el mensaje de campaña de un
"Cristinismo moderado" orientado a seducir al voto de una población
no peronista y el empresariado nacional. El mismo nombre el partido
"Unidad Ciudadana" hace alusión a ese perfil. Y también la fórmula
con aroma a campaña civilizada a la que hizo referencia: la necesidad de
"un contrato social de ciudadanía responsable".
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