Milei y la aviación
Luis Franco
Investigador Asociado de Fundación Atlas. Licenciado en Ciencias Políticas, magíster en Economía y Ciencias Políticas por Eseade. Ex asesor en la Cámara de Diputados de la Nación.


Debo escribir esto en primera persona. La gravedad institucional en la que nos encontramos y el valor de las ideas de la libertad y la sociedad abierta, hacen que en esta oportunidad busque la manera más directa de comunicar una opinión sobre la coyuntura política argentina.
Confieso que detesto la campaña de ataque sistemático sobre la persona y parientes de Javier Milei, el candidato más votado en una elección que a mi juicio no se ha comprendido. Lo que muchos medios están haciendo respecto a Milei es indigno e incompatible con la ética periodística. Pocas veces se han dicho cosas tan denigrantes, humillantes e incomprobables sobre un político que disputa la Presidencia de la Nación; y eso se debe a que no se comprende que las ideas se refutan con ideas y los modos con maneras apropiadas y nobles.
Tan indignante como lo que se dice de Milei me resulta gran parte de lo que él expresa, ya que sus generalizaciones, desprecio por las instituciones, resentimientos y ataques personales no son otra cosa que motes insustanciales. A lo que se suma lo que se percibe en el candidato como una flagrante incomprensión del funcionamiento de la república constitucional instituida sobre “Las Bases” alberdianas que hicieron posible el espectacular crecimiento social de fines del siglo XIX y comienzos del XX que él mismo reconoce, sin que muestre indicios de entender la importancia del respeto al otro, propio de las ideas más preliminares de la libertad. Y se agrega a esa constante actitud, la explotación artera del hartazgo ciudadano ante una realidad en la que resulta sencillo concentrar culpas sobre un enemigo único a la manera que en otros tiempos se hizo al promover el odio sobre una raza, color, creencia o estilo de vida como expiación de responsabilidades colectivas.
Pero vayamos a las ideas. Aquí debo decir con total autorreferencia, que fui marxista hasta los 16 y pico, cuando leí dos veces y media seguidas “Camino de Servidumbre”, la notable obra de Friedrich von Hayek (la media vez fue para leer lo subrayado en las dos anteriores). Para mi, esa obra fue el comienzo de un periplo intelectual apasionante que estimo continuará hasta el último hálito. Es por eso que mi mayor disidencia con el candidato a Presidente de La Libertad Avanza no está fuera de los aportes del pensamiento liberal y libertario, sino en el propio terreno del prolífico ideario de mentes brillantes como las de Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Henry Hazlitt, Jacques Rueff, Murray Rothbar, Milton Friedman, Ludwig Erhard y, entre varias decenas más, Robert Nozick y James Buchanan (estos últimos para señalar la amplitud de matices intelectuales dentro de la reflexión sobre la libertad).
Aquí vale decir, que yo mismo, si se me permite la tautología, fui alumno del estimadísimo doctor Alberto Benegas Lynch (h) –e incluso editor de algunos de sus libros– a quien Milei reconoce, sin que Benegas Lynch (h) rechace, como “prócer” e inspirador de sus ideas y propuestas. Por cierto, recuerdo que al doctor Benegas le molestaban mucho semejantes alabanzas.
Uno de los conceptos que aprende cualquier liberal con inquietudes por saber más sobre la importancia de la sociedad abierta, es el del monopolio. Los liberales sabemos claramente que hay monopolios naturales y artificiales. Los primeros son aquellos que por conocimiento exclusivo de una técnica o arte no tienen competencia en su materia; los segundos son los creados exprofeso con auspicio del Estado. En la Argentina tenemos ejemplos notables de monopolios artificiales, la mayoría de ellos son los obvios monopolios estatales. En la aviación, por ejemplo, la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA) es un monopolio artificial en manos del Estado (sociedad del Estado, vaya término). En el sector privado, el más notable es el de la empresa Aeropuertos Argentina 2000, concesionaria de los aeropuertos del Sistema Nacional de Aeropuertos.
La relación entre este concepto básico de las ideas de la libertad de mercado y el sistema de competencia que promueven y Milei, transcurre en el terreno ético, ya que el candidato a la Primera Magistratura ha sido por más de una década el asesor principal de ese grupo monopólico que prácticamente todo el ecosistema aeronáutico argentino ha padecido. Es muy difícil desvincular a Javier Milei del monopolio artificial creado durante una administración peronista que otorgó al señor Eduardo Eurnekian el manejo de las aeroestaciones más importantes del país. ¿Cómo justifica su participación y actual conexión con el grupo el candidato anticasta? No se sabe. Lo que sí se conoce, es que Milei ya anunció que al frente de uno de los pocos ministerios que mantendría en su potencial administración estaría el doctor Guillermo Francos, otros de esos hombres de eternos cargos en las inmediaciones del señor Eurnekian y el Estado, quien, además, hasta hace unas horas, fue funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por decisión del gobierno del Presidente Alberto Fernández, sumando a su bío el haber sido funcionario de administraciones variopintas y hasta opuestas. En otras palabras, si Milei sumara a su equipo a Rafael Bielsa y Ernesto Gutiérrez, quienes alguna vez manejaron las empresas de don Eduardo el elenco gubernamental de su gestión se parecería muchísimo a management de AA2000.
Si el haber pertenecido –o pertenecer– a un monopolio artificial podría no ser un obstáculo para ocupar un cargo público, pero sí cabría preguntarse qué haría Milei con esa corporación privada monopólica que está en las antípodas del ideario que dice sostener.
¿Enviará el líder de La Libertad Avanza una ley al Congreso abriendo el sector aeroportuario a la competencia? ¿Hará cumplir estrictamente todas las obligaciones que tiene el concesionario, protegiendo los derechos de los usuarios cautivos? ¿Investigará los contratos y intercambios accionarios entre AA2000 y el Estado motivados por incumplimientos y compensaciones?
También es posible pensar desde otro ángulo: ¿Propondrá el potencial candidato a Presidente la privatización del espacio aéreo (EANA)? La idea no sería descabellada, pero ¿lo haría inspirado en la libertad, el modelo Canadá o lo concesionaría como los aeropuertos? ¿Terminaría siendo otro monopolio artificial? y de ser así ¿con qué regulaciones? Respecto de Aerolíneas, ¿cuál será su estrategia? Parece haber dicho que su modelo sería la cooperativa de trabajadores; aunque podría estar pensanfo en una privatización con un comprador en mente, lo cual no debería realizarse sin antes asegurar cielos abiertos de par en par, medida ésta que desde ya recomendamos.
Más allá de estas preocupantes incógnitas que repican en la mente del ciudadano más o menos informado, lo que es muy difícil de imaginar es cómo hará Javier Milei para que la libertad avance en el Congreso que tanto vituperó, y evitar que luego no se trabe en la Justicia, dado que hasta los plebiscitos y referéndums tienen procedimientos legislativos estipulados.
Verdaderamente la Nación está en un momento histórico. Tal vez, como nunca antes, la decisión electoral del próximo octubre nos conduzca a la esperanza o acelere la crisis con pronóstico impredecible. Por eso, es muy importante esclarecer quién es quién y qué correspondencia tiene el discurso con sus antecedentes a la hora del voto, y recordar que los consensos y acuerdos consecuentes son más importantes que contar con un plan audaz y fríamente calculado sobre lo que correspondería hacer, y la razón para estar atentos es que en muchas oportunidades las terapias para salvar al paciente podrían no ser resistidas por un enfermo exhausto al que se podría recuperar con un trabajo armónico en conjunto.
Karl Popper, otro de los grandes pensadores de la sociedad abierta, nos dice que las instituciones siempre son ambivalentes, por lo que sin fuertes tradiciones democráticas pueden ser caricaturizadas y manipuladas con perversos fines. Por ejemplo, unas elecciones con partidos políticos sin democracia interna terminan siendo el reino (o germen) de una tiranía. El gran pensador también dijo: “Yo puedo estar equivocado y tú puedes tener la razón y, con un esfuerzo, podemos acercarnos los dos a la verdad”. ¿Habrán leído los políticos a Popper?, ¿lo habrá leído Javer Milei?
Se verá.


Publicado en Aeromarket.
 

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