Reforma laboral: Milei podría tropezar con la misma piedra que otros tres gobiernos
Diego Dillenberger
Director de la revista Imagen y conductor de La Hora de Maquiavelo.



El presidente Javier Milei podría ponerles un busto en la Casa Rosada a Gustavo Lazzari y Rodolfo Llanos. El primero es economista y empresario Pyme del sector chacinados. Es conocido como “Lacha” como influencer en redes sociales y por su intenso trajín mediático en defensa de las pequeñas empresas. Llanos es un emprendedor serial que, desde su Unión de Emprendedores, insiste en los medios y en las redes con su mensaje desregulador desde hace años.
Se juntaron la semana pasada para hacer algo inédito: copiar algo que el peronismo sabe hacer magistralmente y que consiste en conseguir lo que en la jerga de la comunicación se llama en inglés third party endorsement. Traducido es el “aval de terceros creíbles” que siempre es muchísimo más confiable para la opinión pública que cualquier autoelogio o propaganda. El peronismo sabe cómo lanzar a sindicalistas y piqueteros a marchar contra gobiernos no justicialistas para orquestar el “descontento social”.
Pero nunca antes se habían organizado las Pymes para expresarse públicamente. Para eso ahora Lazzari y Llanos crearon, desde las redes sociales, un Comité Pyme - Emprendedores y Productores para llevar al Congreso un petitorio con “mil firmas” de pequeños empresarios para defender el DNU con la primera serie de reformas y desregulaciones que lanzó el gobierno. En un par de días sumaron a más de 300 empresarios en un grupo de Whatsapp que no para de registrar nuevas voluntades.
Solo resolviendo primero esos problemas de las Pymes se puede empezar a enderezar el fracaso económico argentino. Cualquier otra propuesta sería un remedio para los síntomas, pero no para la causa de la enfermedad: la inflación, que es producto del déficit fiscal que se origina en el enorme gasto público, se debe a que el Estado salió hace décadas a reemplazar a las Pymes como empleador o “seguro de desempleo”, y así se llenó de “ñoquis”.
Otro ítem que genera el déficit y la pobreza en la Argentina es la enorme cantidad de jubilados sin aportes que se suman con cada moratoria sin que del otro lado haya ni por lejos suficientes aportantes: la única forma de conseguir que toda la población activa aporte y que el sistema previsional sea medianamente sustentable y digno es a través de las Pymes, que son el principal empleador de la economía. Pero para poder contratar formalmente, los costos y riesgos deben ser mucho más bajos que hoy: los Pymes, con este sistema laboral, tratan de no contratar.
Una encuesta que hizo el propio Comité entre 300 adherentes indica que más del 80% saldría a contratar ya mismo más empleados con una reforma laboral como la del DNU de Milei: sería un “golazo” para el empleo. Pero los mismos Pyme y emprendedores se quejan en la encuesta de que los impuestos y cargas laborales son el mayor costo que tienen que afrontar. Además, el 80 por ciento de los socios de la flamante organización Pyme afirman en la encuesta que saldrían a invertir, si el DNU quedara firme.
Pero muchos legisladores tampoco saben que las pequeñas inversiones de cientos de miles de Pymes son mucho más relevantes para poner en marcha la economía que las grandes inversiones de algunos cientos de grandes empresas, aunque no suelen salir en los medios y nadie se entera.
Desde el Comité explican que el espíritu del petitorio es “poner al mundo empresarial como el sector que puede resolver la pobreza en la Argentina y desterrar la idea de que la reforma laboral que piden es “para llenarnos los bolsillos a costa de los trabajadores”. Por el contrario, el Comité apunta a señalar a los sindicatos como los responsables del desempleo en la Argentina y remarcar que “el modelo” que tanto defienden fracasó.

(Infografía: Comité PYME - Emprendedores y productores)

El Comité creado por Lazzari y Llanos desde un Whatsapp busca darles una voz a las Pymes que, a diferencia de las grandes empresas que tienen representaciones institucionales para expresarse en la esfera pública, como la UIA (Unión Industrial Argentina), la Cámara de Comercio o la AEA (que representa a los dueños de empresas nacionales), no tienen voz propia y representativa en la sociedad.
Hay varios “sellos de goma”, generalmente creados por el propio sindicalismo, que figuran como “legítimas representantes de las Pymes”, pero su existencia se debe más bien a la intención de silenciar los verdaderos reclamos de las pequeñas empresas. Así es como -hasta ahora- ninguna presunta representación Pyme salió como “aval de terceros” a respaldar ningún intento de reforma laboral. Ni ahora con Milei, ni con el gobierno de Mauricio Macri, ni antes con Fernando De la Rúa, ni con Raúl Alfonsín, que intentó desregular el mundo sindical. Macri no comunicó bien su reforma y no salió a buscar el third party endorsement de las Pymes, y el peronismo se la frenó en el Congreso. Alfonsín perdió en el Parlamento por un voto, y las presuntas representantes de las Pyme no salieron a defenderlo. Y el gobierno de Fernando De la Rúa terminó cayendo por haber apostado a conseguir la aprobación de su reforma laboral en el Senado en medio del oscuro escándalo de “la Banelco”. Ni pensó en las Pymes.
El argumento contra las reformas laborales siempre es el mismo: “quieren quitarles derechos a los trabajadores”, cuando ninguna reforma laboral puede conculcar derechos adquiridos a los -cada vez menos- trabajadores que hoy tienen la dicha de tener empleo formal. Las reformas siempre apuntan a flexibilizar condiciones y bajar costos para incorporar a nuevos trabajadores al mundo del trabajo formal y terminar con “la industria del juicio”, que solo beneficia a los abogados laboralistas y estimula el fraude contra las empresas.

(Infografía: Comité PYME - Emprendedores y productores)


(Infografía: Comité PYME - Emprendedores y productores)
Justamente ese capítulo crucial para el futuro de la Argentina ahora también a Milei se le empezó a empantanar la semana pasada, cuando un juzgado laboral le otorgó a la CGT un amparo contra el capítulo laboral de su mega-DNU.
El gobierno buscó que la justicia le quitara al -casi siempre peronista- fuero laboral el tema para que lo trate el Contencioso Administrativo. Pero el DNU de Milei sufrió un duro traspié judicial cuando una segunda instancia decidió que debe seguir en el mismo fuero en el que murieron -literalmente- tantas Pymes fundidas por litigios laborales orquestados por la poderosa “industria del juicio”, que el gobierno ahora intenta desbaratar.
Justamente por eso, Milei debería estar agradecido por esa campaña de third party endorsement de Lazzari. El economista y empresario de los fiambres en el pasado fue coequiper del hoy presidente en un programa radial de Conexión Abierta, emisora de la Universidad Abierta Interamericana. Pero por una vieja pelea ya ni se hablan, aunque la comunión con las ideas desreguladoras sigue estando.

El problema que pueden resolver Lazzari y Llanos para destrabar la reforma laboral no está en el campo judicial. El nudo gordiano es puramente comunicacional. El equipo de Milei está demostrando que fue muy bueno comunicando en la campaña electoral, pero los expertos en comunicación están notando serias deficiencias en la comunicación de gobierno, si se tiene en cuenta el inmenso desafío que significan las más de mil desregulaciones que suman entre el DNU y el monumental paquete de leyes que mandó al Congreso.
Las Pymes, para las que el Presidente no tuvo muchas palabras hasta ahora, son el “tercero” más creíble de la sociedad argentina que puede conseguir en defensa de sus desregulaciones. Una encuesta que publicó esta semana la consultora D’Alessio IROL Berenzstein, de Eduardo D’Alessio y Sergio Berenzstein, indica que las Pymes son -y por lejos- el sector más confiable para los argentinos: con menos de 10 por ciento de desconfianza y casi 90 por ciento de “total”, “bastante” o “algo” de confiabilidad, las pequeñas empresas superan ampliamente a la Salud y la Educación públicas, que le siguen. En comparación, las grandes empresas están en un campo medio con niveles más equilibrados entre confianza y desconfianza, mientras que el gobierno, el mundo de la política, la Justicia y los sindicatos (que están bien al final de la tabla) gozan de muy poca confianza en la opinión pública argentina.



 

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