El homo sapiens, ese eterno problema
Luis Franco
Investigador Asociado de Fundación Atlas. Licenciado en Ciencias Políticas, magíster en Economía y Ciencias Políticas por Eseade. Ex asesor en la Cámara de Diputados de la Nación.
Parece
que el planeta era una maravilla hasta que llegamos nosotros. Frondosos
árboles, flores por doquier, arroyos de aguas cristalinas y puras, cielos
límpidos, aire fresco, todo era bello, bueno y sano, pero el sapiens se hizo
presente y lo arruinó.
Alguien sembró una semilla que desgraciadamente
germinó, seguramente fue una mujer, porque los hombres salían a cazar o
recolectar. Quién sabe a qué cráneo se le ocurrió la rueda, ni quién habrá sido
el que dominó el fuego o inventó la escritura, tal vez ellos fueron los
verdaderos autores de nuestras desgracias. Vendrían el freno de los caballos,
la herradura, la máquina de vapor, la imprenta, la bombilla, el automóvil, el
avión, la penicilina, la energía atómica, el chip, el resonador magnético ...
¡Basta, entendámoslo! ¡No podemos seguir cometiendo tantos errores, estamos
destruyendo el planeta!
Es
tiempo de que alguien nos llame la atención, nos reprenda, nos frene y ponga
límites a tanta creatividad destructiva. Al fin y al cabo, parece que hace 10
mil años éramos felices y teníamos todo a disposición.
Pero un
momento: parece que sí hay voces que nos están advirtiendo que estamos al borde
de la catástrofe, que tenemos que dejar de hacer tantos desastres, abandonar
nuestro modo de vida depredador, prescindir de la mayoría de las cosas a las
que estamos habituados. Hasta una niña, Greta Thunberg, ha levantado la voz y
el dedo índice para regañarnos: “Me han robado mis sueños, mi esperanza con sus
palabras vacías. De lo único que hablan es de dinero y nos cuentan historias
sobre el crecimiento económico perpetuo. ¿Cómo se atreven?”. Greta está enojada
con justa razón y está decidida a arremeter contra los vuelos comerciales. Ella
viaja en tren y un velero de plástico con sistema GPS propulsado por un moderno
motor marino, que está ahí por las dudas. Está conectada a la web todo el
tiempo. No va desnuda. Su ropa no debe ser de fibras sintéticas, algodón, lana,
pieles o una combinación de todos, no sería razonable. No sabemos de qué se
alimenta ni cómo se trata cuando está enferma, seguramente toma yuyos. Pero sí
sabemos que utiliza la televisión, las redes y la tecnología de punta.
Esta
heroína sí que sabe hacerse escuchar, fue invitada a las Naciones Unidas y da
conferencias frente a medio mundo y ¡hasta es tapa de TIME! Siempre parece
enojada. Pero Greta no es la única. Por suerte contamos con otros paladines en
pie de guerra que no quieren que comamos carne, usemos automóviles, sembremos
semillas transgénicas o se mate masivamente al mosquito que trasmite el paludismo,
la fiebre amarilla, el dengue y la chikungunya que enferman a casi 2 millones
de personas y generan 1.200 muertes por año. Tenemos que estar agradecidos a
los activistas que bloquean pozos de petróleo en alta mar con gomones con motores fuera de borda y
barcos de última generación. Es hora de escucharlos, nos están proponiendo
soluciones que están a la vista. No importan demasiado los fundamentos
científicos ni los debates que la prensa no muestra lo suficiente. Está claro
que vamos al desastre porque este año llovió como hacía 70 años que no llovía,
cayó granizo del tamaño de una pelota de hockey y en junio hicieron 38º C. Y si
no fuera suficiente, ahí tenemos a los modelos matemáticos que en base a
información de 180 años predicen lo que ocurrirá dentro de 50 y sin importar
millones de décadas de cambios que sucedieron en el planeta. Una proeza de la
pronosticación que no podemos dejar de lado.
Tendremos
que acostumbrarnos, la cosa es seria o mejor dicho urgente; sí, urgente, hay
que tomar medidas ya. ¡Paremos de emitir CO2! ¡Cerremos las industrias!
¡Pongámosle impuestos a los vuelos comerciales! ¡Dejemos de comer ojos! y, ya
que estamos ¡Usemos camisas rojas y pantalones negros! Así es más fácil la
fabricación. En definitiva ese es el objetivo, la igualdad o mejor aún, la
uniformidad conforme a lo que piensan unos cuantos.
“Something
is rotten in the state of Denmark" (algo huele podrido en Dinamarca),
escuchó Hamlet que Marcellus le decía a un centinela del castillo de Kronborg
antes de que el fantasma de su padre, el rey de Dinamarca, se la apareciera
para anoticiarlo que había sido asesinado. Algo huele realmente mal en todo el
asunto del cambio climático y olerá peor si somos convencidos así como así, si
compramos todo lo que se dice sin pensar y, sobre todo, sin informarnos. Ni un
rey en 1800 vivía tan bien como lo hace un niño australiano medio hoy día; ni
un niño de aquella época tenía una expectativa de vida como la que tiene un
joven costarricense hoy. ¿Estamos haciendo tan mal todo?
La última
novedad es luchar contra los aviones. No se trata de una búsqueda para mejorar,
sino un vasto intento por derrotar al sistema por donde se pueda. Ya no alcanza
con tomar conciencia hay que ser proactivo en esto y concientizar a nuestros
congéneres. Todo está en juego, pero no es un juego.
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