La crisis en Brasil y las preguntas argentinas
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La cuestión que estalló en
Brasil, que viene hirviendo en un denso caldo de cultivo hace tiempo ya, pero
que ayer cobró una fuerza desaforada por la revelación de audios que
comprometen directamente al presidente Tener, tiene diversas derivaciones para
la Argentina.
En primer lugar, claro está, las económicas; aquellas que hacen impacto en la industria y en las economías regionales por ser Brasil nuestro mayor socio comercial, en otras palabras, nuestro principal comprador.
Como ocurriría con
cualquier empresa o cualquier negocio familiar, cuando por cualquier motivo el
principal cliente se resiente uno paga las consecuencias, porque aquel,
obviamente, tomará medidas restrictivas y precautorias que van a incidir
directamente en nuestro negocio.
La situación ocurre
cuando, justamente, una serie de variables empezaban a dar la impresión de que
la situación económica brasileña comenzaba a dar señales de mejoramiento.
La pérdida de riqueza del
sector privado en un solo día –reflejada por el desmoronamiento del valor de
las acciones representadas en el índice BOVESPA- ha sido inmensa. El real
también se depreció contra el dólar, lo cual no nos ayuda para nada desde el
punto de vista comercial.
La mala suerte del
gobierno de Macri en ese sentido (respecto de las condiciones internacionales
con las que interactúa) ha sido francamente proverbial, notoria.
Después de establecer una relación fluida con Obama y con los
EEUU, se encontró con el impredecible de Trump; en la región Venezuela se ha
vuelto un polvorín en manos de un dictador y ahora Brasil descubre a su
presidente en grabaciones que dan el visto bueno a actividades corruptas. Si se
comparan estas condiciones con aquellas que hicieron cálido en nido del
kirchnerismo uno francamente se agarra la cabeza.
Pero al lado de estas
cuestiones que tienen que ver estrictamente con lo material, con lo económico y
con lo relacionado con los flujos de dinero, lo que ocurre en Brasil también
tiene repercusiones de otra índole en la Argentina.
En efecto los escándalos
de corrupción que involucran a empresas relacionadas con la obra pública
brasileña tienen derivaciones locales que aún no se conocen con precisión. Ese
es un dato inquietante si se lo analiza a la luz de la diferente velocidad con
la que uno ve actuar a la Justicia de uno y otro país.
Sin ir más lejos hace 48
hs un juez federal decretó la falta de mérito contra el mayor responsable del
manejo de dineros públicos en el terreno de las licitaciones y de las obras
públicas como fue Julio De Vido, en ese caso, en la causa Sueños Compartidos.
¿Por qué no se avanza más rápido en la Argentina en este terreno en donde ex funcionarios públicos están acusados de haber robado miles de millones al pueblo?
Hace 20 días en jefe de la
Policía de la Ciudad quedó detenido como consecuencia de que las iniciales de
su nombre aparecían en un cuaderno de un comisario de Saavedra, mientras que
Cristina Fernández y decenas de sus funcionarios que no pueden justificar un
décimo de sus posesiones andan dando vueltas por el mundo dando “conferencias”
y dictando cátedra sobre lo que debería hacerse.
Sin ir más lejos, este último caso brasileño, nos entrega la
imagen de un país desmoronado por una grabación, cuando en la Argentina las
pruebas se juntan por colecciones de cuerpos en los juzgados -incluyendo,
grabaciones, videos, bolsos con millones de dólares revoleados a las 3 de la
mañana en conventos extraños, horas y horas de diálogos que Nisman juntó y
organizó solo para cavar su propia fosa- y no pasa nada… La gente tiene la
sensación de que quienes cometieron todas esas tropelías están cerca de salirse
con la suya.
Es muy extraño lo que está ocurriendo, o, mejor dicho, lo que no
está ocurriendo. ¿Cómo es posible, concretamente, que la ex presidente no esté
presa?, ¿cómo puede ser que Julio De Vido sea el presidente de la Comisión de
Energía de la Cámara de Diputados siendo justamente la “energía” lo que De Vido
destruyó durante su gestión?, ¿cómo no hay medidas procesales contundentes después
de lo que se averiguó en la causa Los Sauces, Hotesur y la Ruta del Dinero K?
Dicen que en Brasil una
vía para salir de este tsunami de credibilidad, en donde nadie del mundo
político parece haber quedado en pie, es justamente la Justicia. A tal punto
que tres personajes provenientes del poder judicial (el juez Moro, la
presidente de la CSJ y un ex titular de ese tribunal Joaquim Barbosa) se
mencionaron como posibles salidas para completar el periodo de Temer.
Más allá de la viabilidad constitucional de esas alternativas –que
parece no ser mucha- lo cierto es que el ámbito de la Justicia parece haberse
abstraído del desastre, justamente porque ha dado muestras de actuar.
¿Puede decir lo mismo la Argentina
en donde los meses pasan, las groseras pruebas -muchas aportadas por la acción
de la prensa- se acumulan y los jueces no toman determinaciones sustantivas?
Claramente no. Y eso aporta una diferencia significativa con Brasil que podrá
estar atravesando una severa crisis política pero que parece ha guardado una
reserva de honor judicial que cuesta encontrar entre nosotros.
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